Caracas.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se prepara para pronunciar por tercera vez en su mandato su discurso de Estado de la Unión ante el Congreso. Este 4 de febrero se espera que el jefe de Estado aliente a sus seguidores con un mensaje optimista mientras se organiza el terreno político para una contienda electoral para finales de 2020.
Aunque aún se desconoce el contenido de su discurso, según funcionarios de la administración Trump citados por agencias internacionales, sus palabras podrían hacer énfasis en la fortaleza de la economía, la industria energética, los recientes acuerdos comerciales con China, Canadá y México, así como las propuestas en materia de salud, su política contra la inmigración ilegal y temas de seguridad nacional.
La alocución de Trump se llevará a cabo a días que el Senado de por concluido el juicio político que promovieron los demócratas en el Capitolio, bajo supuestos delitos relacionados con el abuso de poder. A pesar de que se espera una absolución, el proceso profundizó las divisiones políticas en EE. UU. en la víspera de la campaña electoral, en las participará Trump para lograr su reelección.
¿Qué es el discurso del Estado de la Unión?
El discurso, que se celebra anualmente, será en el Capitolio de Washington, sede del Congreso de los EE. UU., ante una plenaria conjunta de la Cámara de Representantes y del Senado. La actividad está contemplada en el artículo II, sección 3° de la Constitución estadounidense. En ella se establece que “el Presidente, de tiempo en tiempo, dará al Congreso información sobre el Estado de la Unión y recomendará para su consideración las medidas que juzgue necesarias y convenientes”.
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El primer discurso sobre el estado de la Unión lo pronunció George Washington el 8 de enero de 1790 en Nueva York. El acto se celebró en el lugar donde se acababa de celebrar su toma de posesión como presidente: el edificio que hoy se conoce como Federal Hall y que se encuentra enfrente de Wall Street.
Desde la presidencia de Thomas Jefferson en 1801, y hasta 1913, el Presidente dejó de acudir al Capitolio y se limitaba a enviar un discurso escrito para que fuese leído por un representante. No fue sino hasta la presidencia de Woodrow Wilson cuando se recuperó la tradición de ir a leer el discurso en persona.
Sobreviviente designado
Una de las curiosidades del desarrollo del discurso tiene que ver sobre el llamado “superviviente designado”. Se trata de un miembro del gabinete del presidente que es seleccionado para no acudir al Congreso cada año en caso de emergencia. Este funcionario se dirigirá a una ubicación distante, segura y desconocida a las afueras de Washington mientras todo el mundo se reúne para escuchar al mandatario en el Capitolio.
El sobreviviente designado debe ser elegible para ser presidente y si un sucesor de mayor rango sobrevive a un potencial incidente, esa persona se convertirá en el presidente antes que el sobreviviente designado.
La práctica empezó en 1960, durante la Guerra Fría, época en la que el miedo a un posible ataque nuclear estaba en el ambiente. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, también lo suelen hacer algunos miembros del Congreso.
Los invitados de honor
En 1982, el presidente Ronald Reagan inauguró una tradición que desde entonces han continuado todos sus sucesores: invitar a personas anónimas cuyos logros o cuyas circunstancias cita el presidente durante su alocución. En muchas oportunidades, estos ciudadanos han sido usados por el mandatario de turno para establecer un nexo humano con su agenda política.
Esta fórmula la repetirá Trump este 4 de febrero. Para su discurso sobre el Estado de la Unión, el magnate republicano invitó a agentes de la ley, expresos, una exdrogadicta, un niño que sufre bullying por apellidarse como él, a familiares de asesinados por inmigrantes, entre otros, como una muestra de la estampa de su gobierno, según informó la Casa Blanca.
Protocolos institucionales
Otra de la tradiciones protocolares del discurso establecen que todos los asistentes reciban al Presidente con una ovación general, independientemente de sus ideales políticos, pues los aplausos son dedicados a la figura del Presidente de los EEUU, no a la persona que desempeña el cargo.
Por ello, en ningún momento se menciona el nombre de pila y el apellido del Presidente, sino únicamente el del cargo. Tanto a la entrada a la sala, como antes del inicio del discurso, es presentado como «The President of the United States», («El Presidente de los Estados Unidos»).
Una vez iniciada la alocución, los miembros de la Corte Suprema ya no pueden aplaudir, debido a que como representantes de la rama judicial del Gobierno Federal deben mostrarse imparciales en temas de carácter político, y los Jefes del Estado Mayor solo aplauden en aquellas partes del discurso que traten sobre temas militares o de política exterior. De esa manera, escenifican su aprobación al liderazgo del Presidente como Comandante en Jefe.