París.- La Agencia Internacional de la Energía (AIE) alertó sobre la ralentización en 2018, por tercer año consecutivo, de los progresos en eficiencia energética en el mundo, que además de suponer una pérdida de oportunidades económicas, aleja los objetivos internacionales para limitar el cambio climático.
En su informe sobre la eficiencia energética publicado el viernes 31 de octubre, la AIE indicó que el avance de 2018 se limitó al 1,2% tras el 1,7% en 2017, y que eso supuso la tasa más reducida desde comienzos de la década. Está netamente por debajo del 3% que la propia organización ha fijado como objetivo mínimo y que podría conseguirse con las tecnologías existentes y con inversiones rentables.
«No hay excusa para la inacción: tienen que aplicarse políticas ambiciosas para impulsar las inversiones y poner a trabajar las tecnologías necesarias en el ámbito global», dijo el director general de la agencia, Fatih Birol.
Varios factores explican la ralentización en la eficiencia energética (que mide la capacidad de aumentar la producción económica con la misma cantidad de energía consumida), empezando por el incremento de la demanda de combustibles por parte de las industrias intensivas en energía, en particular en China y Estados Unidos, y factores climáticos.
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Hay algunas tendencias estructurales que también amputan los progresos derivados de las nuevas tecnologías, como los cambios en los modos de transporte, un mayor número de dispositivos en el hogar y el aumento del espacio de vivienda por persona.
La progresión de las ventas de los vehículos más eficientes se ha ralentizado ya que los consumidores prefieren coches más grandes y además el número medio de ocupantes de los vehículos cuando se utilizan es menor.
El avance del 1,2% en 2018 equivale a un aumento logrado del Producto Interno Bruto global (PIB) de unos 1,6 billones de dólares respecto de 2017. Pero de haber alcanzado el objetivo mínimo del 3%, eso habría supuesto otros 2,6 billones, una cifra próxima al PIB del conjunto de la economía francesa.
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La AIE, que reúne a los grandes países consumidores de energía miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), insiste en que la eficiencia energética mejora la seguridad de aprovisionamiento al reducir la dependencia de las importaciones de petróleo y disminuye las emisiones causantes del efecto energético.
Los avances en eficiencia energética entre 2000 y 2018 evitaron la importación del equivalente del consumo de Alemania, Australia y Bélgica. En términos económicos, Japón se ahorró 20.000 millones de dólares en la compra de crudo gracias a una disminución del 20% en ese período, de la mano de la eficiencia energética.