Guatemala.- Al menos 10 comunidades permanecen inundadas en Guatemala a causa de las lluvias y la saturación del agua subterránea que dejó el fenómeno tropical Eta entre el 4 y el 7 de noviembre.
Según información recabada este lunes 16 de noviembre por EFE a través de diversas fuentes, ocho de las comunidades inundadas se encuentran en el departamento de Alta Verapaz y dos en Izabal.
Eta, que tocó tierra en Nicaragua como huracán categoría 4 y se debilitó a tormenta en Honduras, hasta ser depresión tropical en su paso por Guatemala, dejó un millón de afectados, 46 fallecidos y al menos 96 desaparecidos en este último territorio.
En Alta Verapaz, 210 kilómetros al norte de la Ciudad de Guatemala, el periodista local Eduardo Sam Chun recibe continuamente reportes de seis localidades cercanas inundadas, como indicó este lunes a la Agencia EFE.
La nariz de una iglesia
Una de estas es Campur, una aldea del municipio San Pedro Carchá que causó revuelo a nivel nacional por unas fotografías que mostraban la iglesia católica como punto de referencia en una comparativa del antes y después de Eta.
En la primera imagen, una soleada Campur en vista aérea. En la segunda, desde una perspectiva similar, solo es reconocible por la cruz de la punta del edificio religioso que asoma por encima de la inundación, con la comunidad prácticamente convertida en un lago.
No lejos de allí, en las aldeas de San Vicente Sesajal y Sacsi Chitaña, también en Carchá, la situación es similar.
Sam Chun mencionó además que en la periferia del casco urbano de Cobán están inundadas Yalguó y Gualón, además de Balbatzul Dos, esta última a 40 kilómetros de distancia.
«También la carretera de Cobán a Chisec, en la ruta a Sonté, está anegada, aunque en el último reporte los pobladores me indicaron que está bajando un poco el agua y ya comenzaron a pasar los vehículos de doble tracción», dijo.
El periodista dice que nunca había visto algo igual, ni hace 22 años con el huracán Mitch, ni en 2005 con el Stan, los dos grandes fenómenos más recordados en las últimas décadas en el país centroamericano.
El comunicador de la Cruz Roja en Guatemala, Andrés Lemus, comentó a EFE que el personal desplegado por la entidad internacional en Alta Verapaz confirma que no solo Campur permanece anegado, sino que «ha crecido su nivel cada día», en buena medida porque otras dos comunidades, Selilajá y Setxul, también inundadas, «están drenando hacia allí».
Según Lemus, la Cruz Roja mantiene monitoreo de otras dos comunidades en el departamento de Izabal (noreste), Entre Ríos y Edén Nueva Vida, que aún permanecen inundadas y a las que solo se puede llegar en lancha.
Un suelo kárstico
Para Sam Chun, una explicación a las inundaciones podría ser el crecimiento poblacional de una ciudad como la de Cobán, cabecera de Alta Verapaz y una de las más grandes del país centroamericano, asentada en antiguas lagunas secas.
El suelo de Cobán y la mayoría del departamento Alta Verapaz está conformado por «rocas calizas que, al contacto con el agua, tienen un proceso químico y generan un los denominados karsts, que son filtraciones que generan que los niveles freáticos, o agua subterránea, suban», explicó el jefe del departamento de Hidrología del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), Carlos Caal.
En algunos casos, el suelo solo tiene 5 a 10 metros de profundidad, mientras que en otros sitios, como la Ciudad de Guatemala, está a unos 300 o 400 metros de distancia del manto freático, agregó el experto.
«Estos reservorios de agua subterránea al momento de caer toda la lluvia producen un estancamiento del agua, que no tiene una manera de conducirse por una quebrada o un cauce que pueda transportar o filtrar el agua, además de que muchas de las comunidades afectadas están en depresiones topográficas, sin drenaje», enfatizó.
Caal concluyó que, tarde o temprano, el nivel del agua bajará y se normalizará, pero que no será un proceso rápido.
El sol podría ayudar a que el agua se evaporara, pero una nueva amenaza parece ensañarse con la región. Iota, un huracán categoría cinco, afectará de nuevo a Centroamérica y su comportamiento, como advirtió Caal, podría acarrear «más inundaciones» y, finalmente, agravar la situación.