«Nosotros los habitantes de Ikabarú quienes fuimos amedrentandos este viernes, estamos viviendo la peor de las zozobras que se conoce en la historia de nuestro pueblo. La mayoría de los habitantes en este momento se encuentra abandonando el lugar donde nacimos donde nos criamos, donde por muchos años pasamos buenos y malos momentos», expresó una habitante de esta zona minera ubicada en la Gran Sabana, tras perpetrarse una masacre que dejó seis muertos y un herido.
En esta localidad en la que habitan 2.500 personas, inició un desplazamiento este lunes. Muchos de sus habitantes cerraron sus viviendas y se dirigieron hacia Brasil y Santa Elena de Uairén, donde tienen parientes.
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Esto al enterarse del asesinato de dos hermanos uno de nombre Cristóbal y otro apodado Chichí. Ellos fueron los buscados por el grupo armado que ingresó el 22 de noviembre en la noche a la mina y disparó.
Al no recibir respuestas sobre el paradero de estos dos hombres, los pistoleros asesinaron al sargento de la Guardia Nacional Antonio Perera (46), Máximo Jeremy Muñóz Solano (17), Luis Alejandro Fernández Gómez (28),
Richard Antonio Rodríguez Galvis (30), Eslie Ezequiel Basanta (33) y Edison Ramón Soto Suárez (46), este último indígena pemón.
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Este lunes aparecieron en la mina de La Sabanita los cuerpos de los hermanos, quienes al parecer controlaban la extracción de oro en las minas de Ikabarú pero también mantenían en resguardo a pobladores. Está información no ha sido difundida por medios oficiales, solo entre los vecinos quienes comenzaron a difundir las fotos de los dos asesinados.
«Dónde está la gente que quiere a este pueblo, la luchadora de Ikabarú, la solución no es huir, cuando el pueblo necesita más a su gente unida es más fácil abandonar, así no es la lucha busquemos a quienes tengamos que buscar, este pueblo quedó desolado, no hay un comercio abierto, qué haremos el resto de los que quedamos, nos dejaron a la buena de Dios», declaró a El Pitazo otra moradora.
Caciques pemones exiliados insisten en que los sujetos armados pertenecen al Sebin y la DGCIM y que se trata de la simulación de enfrentamientos entre bandas para tomar el control absoluto de los territorios ricos en minerales y entregarlos al gobierno de Nicolás Maduro.