Por Mariannis Visaez, del Programa de Formación de Nuevos Periodistas
Ciudad Guayana.– Felipe Linares es oriundo del estado Lara. Es también un padre de 32 años que, en compañía de sus dos hijos, de 13 y 17 años, y su esposa, decidió recorrer el país para que todos los venezolanos puedan comer sus tan solicitados quesillos.
Llamado El señor de los quesillos, llegó a Puerto Ordaz, estado Bolívar, la última ciudad que ha visitado hasta el momento, en la tercera semana del mes de agosto y cada día ha sido a casa llena. Tanto que las personas, al ver que se acabó el delicioso postre, decidían crear listas para tener un orden de atención el siguiente día de venta en la Plaza la Navidad, frente a la Plaza de las banderas, carrera Macagua.
Su presencia en la ciudad causó revuelo. Se pudieron ver largas colas de personas, unas alegres tras pasar dos o tres horas esperando y por fin degustar su quesillo, y otras no muy contentas por no alcanzar a llevarse una porción.
“Yo le pedí a Papá Dios que me diera un trabajo viajando y me lo dio de esta manera (…) me gusta salir a trabajar para suplir las necesidades de mi hogar”, contó Linares en conversación con El Pitazo el 21 de agosto.
El guaro dice trabajar desde los 14 años de edad. Siempre se ha dedicado a la venta de alimentos, pero fue la venta de este postre venezolano la que, con tan solo un año en el mercado, lo llevó a consolidar un negocio de fama nacional y a convertirlo en un influencer, aunque él diga no serlo.
Pero hay quienes se quedan en la cola, cuando ya no hay quesillos para ofrecer, y aprovechan para pedirle una foto. De hecho, el momento para tomarse fotos con sus seguidores al terminar la jornada es una actividad fija.
A pesar del cansancio, Felipe saca una sonrisa para los flashes y agradece a todos haber asistido a comprar sus quesillos.
Emprender a los 83 años: Ana Hilda Carrero demuestra que no hay edad para nuevas metas
Aprender para aportar a Venezuela
Felipe Linares se fue de Venezuela en 2016; emigró a Colombia en busca de un mejor futuro para su familia.
“Regresé por un Día de la Madre y me di cuenta que en este país somos ricos y que, a pesar de las situaciones, trabajando se logran las cosas”, expresó. “Nada como el calor humano que tenemos nosotros los venezolanos; la cultura que todavía tenemos, afuera no la encontramos jamás”, manifestó.
Es por eso que en el año 2021 regresó definitivamente, decidido a emprender en Venezuela. Había encontrado un mentor, Jesús Riaño, también venezolano y quien se hace llamar en redes sociales “Jesús Quesillo” y se dedica a la venta de quesillos por toda Colombia con un concepto similar.
Linares, de la mano de su mentor y con la experiencia adquirida fuera del país, empezó en 2023 su emprendimiento con la venta de quesillos, un postre que, curiosamente, dice no gustarle. Sin embargo, eso no fue un impedimento para innovar, agregando un toque que lo diferencia del resto.
Ofrece quesillos de coco, café, auyama y parchita, y por supuesto, el quesillo tradicional. Considera que este postre fue la herramienta que Dios le dió para salir adelante.
Tres meses después de haber empezado a vender quesillo comenzó a viajar por todo el país, decidido a apostar por su tierra.
Un emprendimiento familiar
Detrás de El señor de los quesillos se encuentran su esposa y sus dos hijos, con quienes tiene todo un sistema en el que cada uno cumple una responsabilidad y eso permite tener como resultado los quesillos que se ofrecen a los comensales.
Al iniciar el proyecto la familia viajaba en autobuses de pasajeros con todo el equipamiento para poder preparar sus postres. “Primero viajábamos en autobús, con las ollas y todo eso, viajaba con mi familia maletea’o (…) mi primera gira que hice hacia el estado Carabobo, Falcón, Caracas, la hice en autobús”, contó.
Su esposa hace el caramelo, Felipe las mezclas y sus hijos lo apoyan pesando los ingredientes. Todos trabajan y tienen una responsabilidad.
Se hospedan en hoteles o lugares donde les permitan cocinar y se toman un día para preparar todos los quesillos que se ofrecerán a la venta; por ello, trabajan dejando un día de por medio para la producción.
Luego de un tiempo de arduo trabajo, Felipe Linares adquirió un pequeño, pero particular camioncito.
Montan todos los quesillos en su colorido camión, que está adaptado para el negocio -una versión personalizada al estilo pick up-, y que para este emprendedor “es una bendición de Dios”. Luego salen a un punto de la ciudad donde estén establecidos a ofrecer sus quesillos.
Ha recorrido 10 estados de Venezuela a bordo de ese camioncito de la mano de su familia. Son creyentes cristianos y consideran que su negocio es algo que Dios preparó para ellos.
Las redes sociales y el boca a boca han sido sus herramientas para darse a conocer y construir una comunidad de 153 mil personas que lo siguen en diversas plataformas.
Los hijos de Felipe practican judo; entonces también aprovechan las competencias en otros estados para ofrecer su producto.
El señor de los quesillos aspira a llevar su marca a algo más grande, a que todo el país lo conozca y quizás a llevar su producto fuera de nuestras fronteras. Mientras tanto, el domingo 25 de agosto Felipe Linares retomó su camino con su familia hacia el sur del país, para seguir ofreciendo sus quesillos.