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viernes, 29 marzo, 2024

Delta Amacuro | Crecida del río Orinoco obliga a indígenas a abandonar sus aldeas

Al menos 80 casas de dos aldeas waraos quedaron bajo las aguas. Los nativos se han visto obligados a dejar sus comunidades y desplazarse hasta Tucupita por el desbordamiento del Orinoco

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Tucupita.– La indígena warao Luisa Moya, de 55 años de edad, se percató de que su pequeña vivienda protegida por palmas, tallos de moriche y madera corría el riesgo de ser arrasada por el río Orinoco, que aumentaba de nivel cada día por las incesantes lluvias registradas en el sector Boca de Latal, en Delta Amacuro.

Sin pensarlo preparó sus macundales, cargó con sus animales (un gallo y dos perros) y emprendió el viaje hasta la zona alta deltana. Llegó a Tucupita este 28 de julio y se instaló en las inmediaciones del paseo Malecón Manamo de la ciudad.

Moya es parte de las 80 familias indígenas cuyas casas se encuentran afectadas en las comunidades Boca de Latal y Guapoa por el desbordamiento del Orinoco. Las aldeas están en la zona fluvial de la parroquia Juan Millán, municipio Tucupita del estado Delta Amacuro. Al menos 30 familias waraos lograron salir del lugar y ahora viven en carpas improvisadas en la periferia de la capital.

El Pitazo también confirmó la movilización de habitantes provenientes del Delta Medio, sector vulnerable a la inundación del Orinoco. En otro extremo del estado, al menos 150 familias de la comunidad indígena Araguaimujo ya tienen acondicionado un viejo templo misional de religiosos que sirve de refugio.

Según Franklin Rojas, cacique de la aldea, el río Orinoco alcanzó las praderas y los morichales arrasando con los pequeños cultivos que sirven de sustento a las familias waraos. “No hay comida, todos los sembradíos quedaron bajo las aguas”.

Continúa la movilización de las familias waraos desde las zonas vulnerables del Orinoco. Se instalan en las inmediaciones de Tucupita | Foto: Melquiades Ávila

Aseguró que los pequeños poblados son los más afectados por la intempestiva crecida del llamado río padre. “En nuestra comunidad no contamos con atención sanitaria. Los niños y la población en general tienen diarrea, vómito y fiebre” destacó. Además, no hay comida y ninguna institución gubernamental se ha presentado al lugar, aseguró.

Los afectados necesitan agua potable, medicinas y alimentación mientras descienden las aguas para poder regresar a sus caseríos. Temen una crecida semejante a la registrada en el año 2018, que superó inundaciones históricas con 18,36 metros sobre el nivel del mar.

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