La ciudad de Pacaraima, único paso fronterizo formal entre Brasil y Venezuela, vivió este miércoles en calma tras varios días de altercados por la violación de una joven venezolana cometida presuntamente por un hombre de la misma nacionalidad.
La tensión de los últimos cinco días en esta localidad fronteriza, situada en el empobrecido estado de Roraima, en el norte de Brasil, ha desaparecido. La situación parece estar pacificada, al menos de momento, según constató EFE.
Las protestas, en las que se registraron algunos incidentes violentos con quema de objetos y bloqueos de carretera, también han cesado, coincidiendo con una mayor fiscalización por parte de la Policía Federal y el Ejército.
En los últimos años, Pacaraima se ha convertido en la puerta de entrada de miles de venezolanos que han decidido huir de la crisis económica, social y política que azota a su país. El flujo migratorio continúa en este rincón del planeta.
Este miércoles, la fila de vehículos que aguardaban para entrar a Brasil llegaba a los 100 metros, según pudo apreciar EFE. Las autoridades brasileñas revisaron de forma minuciosa cada uno de los automóviles.
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Pero no hay rastro de nuevos incidentes en Pacaraima. Aún se podían ver a un lado de la calle algunos restos de objetos calcinados por manifestantes días atrás, cuando sí se respiraba un clima de preocupación.
Las manifestaciones comenzaron la noche del viernes, después de conocerse una supuesta violación de una estudiante indígena de 15 años, cometida presuntamente por un ciudadano venezolano, según el diario Folha de Boa Vista.
En los días posteriores hubo comercios que decidieron cerrar por los altercados y cortes en la carretera que une Pacaraima con Boa Vista, capital de Roraima, a unos 220 kilómetros de distancia.
La principal reivindicación que reclaman los manifestantes es la falta de seguridad en la región; por ello exigen al Gobierno central que tome medidas al respecto.
«La población está harta de todo lo que sucede en las calles, la violencia, los robos, la suciedad… Es normal, pero no justifica los brotes de violencia», explicaba esta semana a EFE el padre Jesús de Bobadilla, quien ofrece ayuda humanitaria a los migrantes venezolanos que llegan a Pacaraima.
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El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao, tiene previsto viajar este jueves a Roraima para visitar algunos de los albergues temporales donde reciben asistencia migrantes venezolanos, tanto en Boa Vista como en Pacaraima.
Pacaraima ya registró en 2018 incidentes violentos cuando vecinos de esa pequeña localidad atacaron campamentos de venezolanos y quemaron los objetos personales de estos.
Esas protestas provocaron que al menos 1.200 de ellos decidieran regresar a su país, y movilizó al Gobierno brasileño, que decidió reforzar las medidas humanitarias que ya viene poniendo en marcha.
El Gobierno de Brasil desarrolla desde hace unos dos años la Operación Acogida, una iniciativa que cuenta con el apoyo de diversos organismos internacionales, entre ellos Unicef, y da apoyo a los migrantes venezolanos que llegan a Brasil.
De acuerdo con la ONU, unos cuatro millones de venezolanos han salido de su país rumbo a otros lugares del mundo desde finales de 2015, en uno de los mayores flujos migratorios del planeta.