Caracas.- La plaza O’Leary es una suerte de puerta hacia la avenida San Martín, la vía principal de la parroquia San Juan, que este viernes 22 de febrero llegó a su aniversario número 185. Para los vecinos, el abandono de las autoridades municipales se suma al desinterés de muchos por solucionar los problemas. A pesar de formar parte del casco histórico de la capital, San Juan, según sus habitantes, no recibe igual atención que las parroquias Catedral y Santa Teresa que han sido durante muchos años sitios de encuentro para los seguidores del chavismo.
A casi 200 años desde su segregación de la parroquia San Pablo, ocurrida durante el gobierno de José Antonio Páez, los problemas que preocupan a los lugareños son, sobre todo, las fallas de los servicios básicos: agua racionada, averías de las líneas telefónicas, pocas unidades de transporte público, calles y avenidas sin alumbrado y la falta de aseo urbano.

La plaza Capuchinos, por ejemplo, es una de las más antiguas de Caracas –su fundación data de 1776-, y ni la Alcaldía del Municipio Libertador ni el Gobierno del Distrito Capital responden a las denuncias de quienes la frecuentan. Eso refirió Marta Giraldo, quien tiene 44 de sus 64 años viviendo en la zona.

“Esta plaza en la noche se convierte en un baño público. Tú vienes y hay parejitas drogándose y muchos aprovechan para delinquir. No hay una sola luz que alumbre esto, por eso no se puede pasar por aquí después de las 6:00 pm”, contó. Además, dijo que los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) permanecen en la avenida principal de San Martín, pero no están pendientes de las irregularidades.

“Esto no es ni la sombra de lo que era hace 15 años”, recuerda, aunque no toda la responsabilidad se la atribuye al gobierno; para Marta, la ciudadanía juega un papel fundamental en la conservación de los espacios. Considera que la gente ha perdido la educación y el sentido de pertenencia.
Por los 185 años que cumple la parroquia, admite que le gustaría poder mejorar los servicios básicos, sobre todo la falta de agua. Aun así, cree que San Juan sigue siendo un lugar muy acogedor: “Yo no me iría de aquí nunca”.
Rosa Aponte, de 19 años, también frecuenta la plaza y lo que más le preocupa es la falta de iluminación y la basura que se acumula durante semanas a causa de las fallas con el servicio del aseo urbano. “Esto está muy abandonado y como no hay luz, ahora hay más delincuencia”, dijo. No solo la plaza, aseguró que todas las calles se ven igual de deterioradas y sucias. Aunque rescata que todavía mucha gente es alegre y colaboradora.

No todos opinan igual. Aurel Goncalves es comerciante de San Martín desde hace 30 años y cree que las cosas han mejorado con Nicolás Maduro, especialmente desde marzo de 2016, cuando se crearon los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap).
“La gente se siente bien con su caja (del Clap), ya no hay tanta necesidad”, expresó. Aseguró que los organismos de seguridad del Estado han acabado con la delincuencia.
Luisa de Rodríguez, de 67 años, tiene la percepción de que todo sigue igual: “Lo único diferente es que la política está en todos lados, pero problemas, igual que en todos lados”.
La gente comparte, según Luisa, pero hace falta más cooperación entre vecinos para mejorar las condiciones de vida. Exigir que se garanticen los derechos es tarea de los habitantes, considera. También piensa que la parroquia San Juan quedó olvidada por el gobierno.