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lunes, 20 enero, 2025

Transportistas y usuarios caraqueños expresan su insatisfacción con el próximo aumento del pasaje

La nueva tarifa publicada el 27 de noviembre fue insuficiente para los conductores y será un peso en el bolsillo para la mayoría de los pasajeros

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La actualización del precio del pasaje en el transporte público disgustó tanto a los choferes como a los pasajeros de las unidades. Si bien sus necesidades son distintas, el punto en común de la nueva medida es que no resuelve las limitaciones en el mantenimiento de los autobuses y dificulta la capacidad que tienen los usuarios de costear sus viajes.

A partir del próximo 1 de diciembre, según la Gaceta Oficial N° 43.013, la tarifa mínima del pasaje urbano será de 16 bolívares y la máxima de 18 bolívares. Al cambio del dólar oficial establecido por el Banco Central de Venezuela (BCV), el pasaje cuesta casi 0,40 centavos. Sin embargo, el sueldo mínimo en Venezuela aún se mantiene en el mismo monto desde marzo de 2022: 130 bolívares.

El 28 de noviembre, a través de un recorrido por los municipios caraqueños, El Pitazo le preguntó a los transportistas y usuarios sus opiniones sobre el incremento en el costo del pasaje y el peso que eso tiene para las necesidades de cada uno.

El costo de vida y del pasaje

Al estar sentado en la parada de autobuses de La Boyera, en el municipio El Hatillo, el ingeniero Carlos Núñez cumplió con su rutina de aguardar el autobús que lo traslada diariamente a La Trinidad para asistir a su trabajo. Durante su espera, reflexionó sobre el incremento del pasaje.

“El impacto es significativo, considerando los ingresos que existen. Pero, al mismo tiempo, la necesidad de que se aumente es importante para pagar los costos asociados al transporte y tratar de tener un servicio de calidad”, aseguró.

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Si bien él toma solo un autobús y su trabajo queda en el municipio más próximo (Baruta), es consciente de que hay otros ciudadanos que deben hacer un esfuerzo mayor para llegar a su destino.

“Hay mucha gente que vive del otro lado de la ciudad y trabaja para este lado, y viceversa. Por eso toma dos o tres transportes. Es complicado y el impacto es mayor al nivel de ingresos que tiene”, declaró.

Justo en La Trinidad, sentados en una parada de la zona aguardando el primero de los tres autobuses que esperan abordar durante el día, una madre y su hijo, quienes prefirieron reservar su identidad, expresaron su desacuerdo con el aumento del pasaje.

“Es demasiado, sobre todo por la situación del país”, dijo la señora de la tercera edad. Los costos de los servicios públicos y de los alimentos, más la cantidad de viajes, son las limitaciones principales que tiene esta familia.

Ir desde Baruta hacia el centro de Caracas, según el hijo, cuesta 150 bolívares. “El dinero prácticamente no alcanza, el sueldo mínimo es nada para los gastos que uno tiene en el transcurso del día”, aseguró.

La madre aseguró que el incremento de la tarifa les “pesará en el bolsillo”. Además, denunció que algunos colectores cobran el pasaje en dólares a un monto mayor del que está fijado por el BCV y ella pierde dinero | Foto: El Pitazo

Otro caso es el de Gabriel Ruiz, para quien el aumento aún “no es un golpe duro”. El entrenador de fútbol, que vive en el municipio Libertador, y diariamente debe ir a Los Samanes, hace al menos dos viajes de ida para llegar a su destino: un carrito lo lleva desde La Paz hasta Chacaíto y luego allí aborda un transporte que lo traslada hasta La Bonita, en el municipio Baruta.

La razón por la que el aumento de la tarifa no le pesa tanto en su bolsillo no es porque su capacidad adquisitiva sea mayor a la del usuario promedio, sino porque le han estado cobrando más de lo establecido en la Gaceta Oficial.

Gaceta Oficial | Pasaje urbano subirá entre 16 y 18 bolívares el 1 de diciembre

“Antes estaba fijado en 15 bolívares. Pero, por la situación del país, la gente cobra la tarifa como quiere y resulta que los colectores estaban cobrando el pasaje a 20”, explicó. Al pagar 40 bolívares por los dos viajes, tiene una pérdida de 5 bolívares por pasaje que nadie le retribuye.

Entre insumos y tarifas

Pese a no ser un usuario diario, José Astudillo se traslada en autobús o en metro cada vez que puede. Vive en Petare, en el municipio Sucre, y usar los carritos o los vagones se le hace más económico que recurrir a un transporte privado.

Hay ocasiones en las que, por ir desde Petare hasta El Silencio, los pasajes de ida y vuelta le cuestan 40 bolívares, un precio que está dispuesto a asumir porque cree que lo vale para hacer su trayecto.

“Hace unos días estaba por Guarenas y me vine desde allí hasta Petare por 25 bolívares. Estaban cobrando más de lo que establece la tarifa, aunque lo veo normal porque de Guarenas a Petare es un trayecto largo, pero es económico”, comentó.

Ese viaje, en un servicio de transporte privado, explicó que le puede salir en cuatro dólares que, al cambio oficial de 46,85 bolívares, serían 187,5. Por eso aseguró que ve “normal” el aumento del pasaje, además que ha trabajado como transportista en empresas privadas y es consciente de la diferencia.

“Hay algo que el usuario no ve. Muchas veces los camioneteros no son los dueños del vehículo que manejan. Tienen un avance y deben sacar su día de trabajo de allí, más darle la comisión al dueño de la unidad”, relató.

En cuanto al mantenimiento de los autobuses, repasó algunos recursos y el tiempo que emplean los trabajadores para abastecer los autobuses. Entre los insumos, una unidad requiere de 18 litros de aceite, así como también necesita combustible para estar en funcionamiento.

“A veces dura dos o tres días para echar gasoil. Eso es una pérdida para ellos y se ponen a trabajar para tratar de sacarle la ganancia de ese tiempo que perdieron”, aseguró.

En una entrevista telefónica con El Pitazo el 27 de noviembre, José Luis Trocel, secretario general del Comando Intergremial de Transporte, pidió el apoyo de las autoridades y dijo que “no se tiene el combustible suficiente” | Foto: Tal Cual

Según Astudillo, el aumento pautado para inicios de diciembre tampoco es suficiente para mejorar el mantenimiento de los vehículos. Ante esto, recordó que el metro es otro servicio que utiliza, pero criticó el estado de las estaciones y el funcionamiento de los vagones.

Cada vez que el habitante de Petare baja las escaleras para ir al metro se encuentra con el mismo panorama: una gran cantidad de personas que excede la capacidad de la estación, ciudadanos empujándose entre sí para ver quién entra al vagón primero y una ventilación escasa en todos los espacios.

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Cuando ha logrado llegar a tiempo para ingresar al transporte, este se frena en cada parada. Si bien puede madrugar y ser el primero en entrar, ha tardado hasta una hora y media en llegar a su destino. Esas adversidades, sumado a la falta de mantenimiento del servicio, le hace preferir los autobuses.

“Ir de Petare a Capitolio te sale como en 22 bolívares. Ahora dime tú, para mantener un metro con ese precio… Sinceramente, no lo veo”, comentó.

Lo mínimo necesario

Uno de los aspectos más criticados por los venezolanos que se trasladan diariamente en el transporte público, y con relación al reciente aumento del pasaje, son las condiciones en las que encuentran los autobuses cuando los abordan.

“El que yo uso tiene específicamente lo necesario, lo mínimo necesario”, declaró el ingeniero Núñez. La ausencia de la calidad, comodidad, seguridad y tranquilidad fueron las faltas que más resaltó.

Lo único constante que ha encontrado el ingeniero al subirse a un autobús es el estrés, ya que hay un exceso de personas en comparación con la capacidad de pasajeros que tiene. “Siempre vas incómodo, recostado en una puerta, vas desbordado”, añadió.

Pese a la crítica, el hatillano reconoció que el servicio está en esas condiciones por la escasez en la importación de productos, la antigüedad de la flota vehicular y la incapacidad que tienen los transportistas para costear los gastos.

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“Los aumentos no son significativos en cuanto a querer un transporte de calidad, pero lamentablemente impacta por el poco poder adquisitivo que hay”, opinó.

A unos kilómetros del ingeniero, la familia baruteña que aguardaba el autobús también calificó la calidad del transporte al decir que “no es muy buena” y señalar que, aparte del aceite y la gasolina, “los repuestos no se compran diariamente”.

Por su parte, Ruiz repasó varios de los inconvenientes que se ha encontrado al hacer los dos viajes que necesita para llegar a Los Samanes desde el municipio Libertador.

“Algunos tienen asientos rotos, otros los vidrios quebrados y no abren las ventanas, el suelo está manchado o roto”, describió. Los vehículos que ha encontrado en mejores condiciones, teniendo en cuenta su trayecto, son los que recorren las zonas de los municipios Chacao y Baruta.

El entrenador de fútbol también es consciente de los costos que conlleva mantener las unidades, pero siente que los encargados no tienen la preocupación de mejorar la calidad del servicio.

“Por lo general, los carritos en el municipio Libertador suelen estar más deteriorados que en buen estado. En cambio, los de Chacaíto que me llevan a Los Samanes suelen estar en mejores condiciones”, afirmó.

Ponerse en el lugar del otro

Al tener noción de las diferencias que hay entre los transportistas y los usuarios, el fiscal del terminal del municipio El Hatillo, Dainer Díaz, consideró que hay que empatizar y entender las necesidades y limitaciones de cada parte.

Mientras registraba el flujo de usuarios y de vehículos que entraba y salía del terminal, opinó que el costo del pasaje no es suficiente para abastecer a las unidades, pero entiende que el poder adquisitivo del usuario es limitado y la gente necesita trasladarse para cumplir con su rutina.

“Yo me baso en la realidad. También me pongo en el lugar del pasajero porque hay que pensar en el bolsillo de los demás. La situación no es fácil ni para nosotros ni para el usuario”, expresó.

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Una de las situaciones por las que mostró su preocupación fue el acceso al efectivo, ya sea en dólares o en bolívares. Si bien garantizó que los transportistas tienen lo suficiente para darle el vuelto a los pasajeros, reconoció que hay billetes de determinadas denominaciones que escasean.

“El billete de 5 está bastante desaparecido, igual que el de 1. Ahora más que todo estamos trabajando con los de 10, 20 y 50 bolívares”, reveló. Además, señaló que los dólares en efectivo son “bastante difíciles de conseguir”.

Con respecto a los repuestos de los vehículos, explicó que el mantenimiento es “bastante costoso” porque “una paila de aceite cuesta entre 140 y 150 dólares”. Los filtros de aceite, aire y gasoil suman 300 dólares mensuales, mientras que un autobús produce, según él, entre 80 y 90 dólares diarios.

Al repasar los costos, recordó que se le deben añadir los avances que se le entrega a cada encargado de un vehículo. Sin embargo, insistió en que para resolver el problema “hay que sentarse a hablar bien entre todos para ver qué soluciones se encuentran”.

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