Caracas.- Cada 6 de diciembre se celebra el cumpleaños de San Nicolás, una fecha especial para conmemorar al hombre de barba blanca y traje rojo. Caracas tiene su propio Santa, uno que visita cada año la avenida Boyacá, la conocida Cota Mil.
El Santa de la Cota, como se le conoce, es caraqueño, tiene 60 años y comienza su preparación decembrina con seis meses de anticipación. Desde julio organiza los cambios que hay que hacerles al traje y a las botas, y planifica el trabajo especial para cada 1 de diciembre.
Ese es el traje que se pone cada año Gilberto Sánchez y que heredó en 2018 de quien, por 25 años y hasta su fallecimiento, cumplió esta tradición de representar al hombre barrigón en ese mismo lugar, Ramón Canela Pascual.
“Siempre me ha gustado Santa Claus, me encanta, me fascina, llevar diversión y felicidad a los niños; ver a Canela trabajando como San Nicolás y las colas. Incluso, cuatro años antes de fallecer, le dije que el día que se fuera o que muriera, yo iba a estar aquí en este puesto”, explicó Sánchez.
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El nuevo Santa de la Cota Mil considera que representar al barbudo que trae regalos los 25 de diciembre es una gran experiencia. Cada 1 de diciembre, su presencia no pasa desapercibida porque quienes toman esa vía lo saludan desde sus carros, le tocan la bocina con alegría y algunos hasta se bajan para tomarse una foto.
“Ellos la pasan muy bien. ¡Ho!, ¡Ho!, ¡Ho!, y es divertido”, confiesa entre risas Sánchez. Lo que más le gusta es “regalar alegría al caraqueño que pasa por la Cota Mil”, contó a El Pitazo durante una llamada telefónica.

“Estoy un poquito afónico porque aquí en el polo norte hace mucho frío. Ahorita estamos ocupadísimos en los preparativos, en el embalaje de algunos juguetes con los duendes”, comenta Sánchez jocoso.
Recuerda que comenzó representado a Santa con una peluca blanca y una barba artificial porque en ese momento era muy joven, pero ahora la tiene natural. “La fui cortando, arreglando, hasta que un día una periodista me recomendó: ´Santa, déjate la chiva. Déjala crecer a ver cómo te resulta’”, contó Sánchez.
Para tener la barba larga, como la de San Nicolás, tuvo que esperar cuatro años, lo que incluyó podarla, arreglarla y mantenerla.
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“Hasta que un día, de la noche a la mañana, se convirtió en blanca, algo que no entiendo porque todavía tengo el cabello negro”, afirma.
Tener una barba blanca natural es algo que agradece, porque ayuda a mantener la ilusión de los pequeños. Contó que un niño con autismo se le acercó para tocarle los bigotes y estuvo acariciándole la barba por unos 20 minutos.
“Quería saber si era de verdad”, contó entre risas Sánchez.

Una familia que conserva la tradición caraqueña
Esta tradición trasciende a Gilberto Sánchez. Su hija Sineidy Sánchez, de 30 años, descubrió que su papá representaba a Santa cuando era muy pequeña, pero el conocer la verdad la convirtió en una aliada y en una duende dispuesta a colaborar.
“Ella decidió ser la duende y va conmigo a todas partes como cómplice, pues me maquilla y me adora. ¡Ho! ¡Ho!”, añadió Sánchez. En cinco años ha logrado recolectar unas 9.500 cartas a Santa, porque los niños aprovechan su visita a la Cota Mil para hacer sus solicitudes sobre lo que quieren para Navidad.
Y así como los niños, el Santa de la Cota Mil también sabe lo que quiere para Navidad: que en esas fiestas se ilumine cada hogar venezolano con la palabra de Dios.
“Si no hay paz ni reconciliación, no hay comunión ¡Ho!, ¡Ho!, ¡Ho! Mil bendiciones a todos los caraqueños”, y con estas frases se despidió el Santa de la Cota Mil.