Valles del Tuy.- Con miedo y preocupación. Así acude a trabajar el personal de salud del Hospital General de los Valles del Tuy, declarado centinela para atender casos de COVID-19. La angustia del personal se debe a que no cuentan con equipos de bioseguridad que minimicen los riesgos a contagiarse con este virus que, hasta el 11 de octubre, cobró la vida de 4.634 venezolanos, según cifras del Gobierno nacional.
De acuerdo con lo informado por un grupo de enfermeras, en este centro de salud, ubicado en Ocumare del Tuy, no hay gel antibacterial, alcohol ni tapabocas KN95. Tampoco suficientes guantes y gasas, desde hace tres meses. “En mi última guardia nos entregaron 50 pares de guantes para trabajar un turno de 24 horas y atender un promedio de 60 pacientes. Apenas nos colocamos los guantes, se rompieron, porque estaban vencidos”, indicó la enfermera Génesis Sánchez, el 12 de octubre.
La reutilización de jeringas y la falta de macrogoteros es otra queja del personal, debido al riesgo de reciclar bacterias y virus. “Sabemos que esa práctica es peligrosa, pero tenemos que laborar con los mínimos implementos para garantizar la vida de las personas hospitalizadas”, dijo la enfermera África Benavente, quien acotó que en el hospital no hay adhesivos desde hace cuatro años y en las últimas semanas están utilizando gasas sin esterilizar.
Isabel Granados también manifestó su preocupación. “No es posible que los llamados héroes de la salud estemos trabajando en estas condiciones, bajo riesgo y poniendo en peligro a nuestros familiares. Cada día salen más compañeros contagiados. Es una lástima que seamos invisibles a los ojos de la directiva. Nadie nos da respuesta y, sumado a ello, nuestro sueldo es una miseria. Ante esto nos preguntamos: ¿Dónde está el incentivo qué nos corresponde por trabajar en un hospital centinela, correspondientes a 100 dólares?”.
A la falta de insumos se suman las condiciones de la infraestructura del Hospital de Ocumare del Tuy, las cuales no son óptimas, según sus trabajadores. “Cuando inició la pandemia nos ofrecieron villas y castillas, pero todo quedó en promesa. Nos prometieron agua las 24 horas del día y un lugar digno donde reposar y asearnos, pero nunca cumplieron. También nos garantizaban la comida, pero la realidad es que lo que recibimos es arepa amarilla con mortadela y sardina. El personal se está enfermando y ningún directivo se interesa”, acotó la enfermera Ingrid Huérfano.
El personal solicitó atención de las autoridades, ya que no solo está en riesgo la vida de los pacientes, sino también de todo el personal de salud. “No podemos seguir tapando el sol con un dedo. Corremos el riesgo de infectarnos y hasta de morir, por eso solicitamos que atiendan nuestra queja, porque más allá de ser trabajadores, somos seres humanos”, dijeron las denunciantes con la esperanza de ser escuchadas.