Misas, oraciones a cielo abierto y cultos evangélicos se realizaron este domingo, 29 de noviembre, en distintas barriadas del municipio Libertador. Los que siguen alguna religión y los que no se juntaron en iglesias, canchas, la sala de una casa, un patio de otra y los espacios de los comedores que solo habían escuchado rezar a los niños, para ahora elevar plegarias en favor de que las operaciones de Alimenta la Solidaridad se mantengan.
En al menos 24 espacios de zonas de Antimano, Las Mayas, Pedro Camejo, Caricuao, Casalta, Artigas, Los Eucaliptos, El Valle, Chapellín, Los Alpes, El Cementerio, Las Vegas y hasta Propatria, las madres colaboradoras, las líderes y las familias beneficiadas por los comedores del programa social se unieron en cadenas de oración por el mantenimiento de las operaciones de los 25.000 comedores que están bajo el paraguas de la organización cuyas cuentas bancarias fueron congeladas el pasado 20 de noviembre.
A la plegaria se suma la petición de alimentos que los líderes de estos espacios hacen a sus comunidades. Desde 2016, cuando se fundó la organización, la dinámica de ayuda a estos comedores implica la entrega de toda la comida de una semana cada martes, pero la imposibilidad de usar sus recursos limita las asignaciones y pone en riesgo los almuerzos de 25.000 niños.
Este domingo en la Iglesia Nuestra Señora de Chiquinchirá, en La Florida, se recaudaron alimentos de todo tipo para los cuatro comedores que se ubican en la parroquia El Recreo y donde se alimentan 335 niños y niñas, sin contar a las madres lactantes, a las personas con discapacidad y a los adolescentes en situación de vulnerabilidad que apoya el programa.
25 mil niños corren riesgo de quedarse sin almuerzos de Alimenta la Solidaridad
Eveling Salazar está a cargo de 72 niños en un comedor dentro de un urbanismo de la Misión Vivienda, en Las Acacias. Se dedica por completo a esta labor y no solo teme porque tantos niños se puedan quedar sin alimentos, sino porque ella misma se podría quedar desempleada y perder el único ingreso de su familia.
Las madres cuyos hijos están beneficiados en estos espacios piden a todos los venezolanos sumarse no solo a la ayuda, sino a la petición de que los dejen trabajar en paz bajo la premisa de que la solidaridad no es un crimen.
Agni Márquez alimenta a sus hijos a diario con los almuerzos del programa, está muy preocupada de que desaparezca el comedor, por eso se sumó a ayudar en la recolecta. “Es una ayuda importante, yo trabajo por mi cuenta, pero es muy difícil y sería mucho más sin el comedor”, aseguró.
En otras comunidades siguen recabando alimentos y piden a los cercanos a estos espacios, que son ampliamente conocidos en los barrios de Caracas, toda la colaboración posible para seguir preparando la comida a los niños.
“Somos todas la cara visible de un proyecto que no es solo comida, que no es más que ayuda para la gente. Que nos permite tejer redes de ayuda, liderazgos e ideas sostenibles para progresar en comunidad”, aseveró Marisol Flores, representante y colaboradora del comedor 54 en Pinto Salinas.