La Guaira.- Los repiques de los cueros se hicieron sentir en Vargas desde la madrugada de este 24 de junio.
La fiesta en honor a San Juan fue celebrada en por lo menos 18 sectores del estado costero, desde Puerto Maya al extremo oeste hasta Chuspa, al límite este.
El cielo encapotado, la falla de transporte, la baja afluencia de visitantes foráneos y todo lo que involucra la crisis que enfrenta el país, de la que Vargas no escapa, no fueron obstáculo sino más bien motivación. Los tambores no se detuvieron y el baile del santo se cumplió a cabalidad, como dicta la tradición vivida en años anteriores.
Uno de los encuentros que reunió a mayor número de creyentes fue el celebrado en el casco del pueblo de Caraballeda. Ataviado con rojo y blanco, la imagen de San Juan dejó la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria sobre los hombros de las mujeres que integran la cofradía. La danza y la alegría se sintieron en el ambiente. Muchos agradecían los favores recibidos. Otros pedían a la imagen divina su intercepción en decisiones terrenales, como la migración de los seres queridos.
“Esta es una tradición que une a todo el pueblo de Caraballeda en honor de nuestro santo. En esta oportunidad, muchas madres estamos bailando a San Juan por nuestros hijos que están en Perú y en Chile. Caraballeda se está quedando sin muchachos y somos los mayores los obligados a preservar esta tradición”, contó María Hernández, vecina de Tarigua.
Mientras en la Catedral San Pedro Apóstol de La Guaira, una homilía solemne permitió el encuentro de diversas imágenes en honor a San Juan Bautista. Los tambores repicaron desde el atrio de la iglesia previo a un recorrido y a una celebración posterior en los sectores Ballajá y El Guamacho en el centro histórico guaireño.
“San Juan es uno de los santos que reúne mayor número de creyentes y es una tradición muy arraigada en Vargas, que permanece a pesar de las dificultades. Hoy hay muchas razones para pedir. Siempre dicen que si San Juan lo tiene, San Juan te lo da, y los guaireños tenemos necesidad, no solo económica, sino familiar y espiritual, así que debemos pedir”, relata la guaireña Carolina Cepero.
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Aunque la algarabía y la celebración siempre han marcado los tambores, este año en Naiguatá la situación fue diferente. En la madrugada de este 24 de junio se conoció de la muerte de dos integrantes de la familia Hernández Corro, quienes fueron víctimas de una explosión en su vivienda el 20 de junio.
Por respeto al luto, los tambores se movilizaron desde Pueblo Arriba hasta Pueblo Abajo y la imagen de San Juan Niño salió en procesión con menos jolgorio, pero con la misma fe.
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