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viernes, 29 marzo, 2024

Expertas en riesgo: urge educar a la sociedad venezolana sobre cómo prepararse

Las intensas lluvias en el país generadas por el fenómeno climático La Niña han dejado secuelas importantes en el último mes. Sin embargo, expertas en el área de gestión de riesgo coinciden que la falta de políticas previas y la escasa educación que se le brinda a la sociedad sobre lo que hay que hacer ante fenómenos de este tipo, genera que los escenarios escalen

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Las lluvias en el país están lejos de terminarse. De acuerdo a información del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh) se mantendrán hasta marzo de 2023. El instituto señala que hay 91% de probabilidades que el fenómeno La Niña se mantenga en el país hasta diciembre y en los próximos meses disminuirá a 54%.

En el mes de octubre las lluvias ocasionaron derrumbes, 62 muertes, deslaves, desbordamiento de ríos y damnificados. Remigio Ceballos, ministro de Interior y Justicia, informó el viernes 28 de octubre que 26.000 familias se han visto afectadas y que se han establecido 33 refugios fijos para atenderlos.

Para la arquitecta y profesora en el área de instalaciones de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Yoisy Rangel, los desastres que han ocurrido en el último mes se deben a una falta de políticas previas que impidan que estos fenómenos naturales escalen. Pero también a una educación escasa o nula por parte de la sociedad sobre lo que hay que hacer en situaciones como las que se han presentado.

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“Lo más importante en estos escenarios es que los organismos competentes, en este caso Protección Civil, eduquen a las comunidades para que conozcan las amenazas a las que están expuestas. Eso nos permita prepararnos y tener un plan de actuación para mitigar los riesgos”, sostiene.

La arquitecta indica, además, que no es solo preparar a la población para que sepa qué hacer cuando está ocurriendo el fenómeno, la zona segura a la cual hay que dirigirse o los puntos de encuentro, sino que debe haber una preparación previa. 

“Sabemos que todos los años llueve, entonces en las fechas de sequía debemos preparar la vivienda, se impermeabiliza, se revisa si tiene fallas a nivel estructural. Los bomberos tienen la capacidad de poder evaluar las viviendas si alguien se acerca a hacer la solicitud, las alcaldías tienen programas donde hacen evaluaciones en zonas de barrios, por ejemplo”.

Reconstruir es más costoso que prevenir

Por su parte, la profesora y fundadora del Programa Coordinado para la Mitigación de Riesgos Socio Naturales de la UCV (Comir), Mercedes Marrero, puntualiza que es importante trabajar en conjunto y poner en práctica los elementos que se manejan para emergencias con una planificación continua para crear conciencia. A su juicio, es de suma importancia apropiarse de la responsabilidad que tiene cada uno en su ámbito para  intentar reducir los riesgos o para garantizar un mejor uso de los recursos. 

“Nuestros organismos prestan atención, pero son reactivos. Cuando hay un evento salen todos y algunas veces se nota que no hay coordinación porque no tenemos una cultura para que los protocolos se vuelvan estables”, señala.

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Destaca que en el país hay una Ley Integral de Riesgos, pero que no hay manera de que su cumplimiento se incorpore a todas las instancias. “Hay una distancia entre lo que se dice y se hace, entre las intenciones y las señales concretas de hacer seguimiento, de asignar presupuesto, de hacer con seriedad algo que no es tontería, porque reconstruir los daños de un desastre puede costar hasta diez veces más que prevenir el desastre”.

Marrero indica que tener la noticia de un desastre debe mostrar cuáles fueron los resultados positivos de aquellos sectores que estuvieron sometidos a ese riesgo y lograron salir sin tener mayores daños. “De esta manera, en vez de tener una visión apocalíptica, se tiene una visión de orientación real de buenas prácticas que pudiesen inspirar a las personas, que no las deje desasistidas de emoción porque piensan que no hay nada que hacer, y que simplemente hay que esperar que las cosas pasen y ya se verá después”.

Además, explica que existen vulnerabilidades que impiden que las personas puedan pensar en una planificación a futuro. Dentro de esas vulnerabilidades enumera el no funcionamiento de los servicios, la debilidad de las instituciones, la pobreza, el conflicto. “Esto impide que las personas tengan un respiro para pensar en lo que puede pasarles, así eso los vaya a matar o dejar en la calle, y todo esto es un problema que hay que resolver”.

Zonas de riesgo

Para explicar las consecuencias que han traído las intensas lluvias en el país, la arquitecta Rangel señala otras causas. La primera es que debe existir una planificación urbana, al momento de urbanizar se deben hacer estudios y cálculos previos para construir, se debe tener una serie de permisos, se debe contar con servicios y sistemas de vías para llegar a esos terrenos, pero cuando son viviendas que son construidas en zonas de alto riesgo que no son urbanizables, sin hacer cálculos y estudios de suelo previos, son más propensas a sufrir derrumbes y deslizamientos.

“Esto sucede porque el terreno pierde su capacidad de estar consolidado porque las constantes lluvias no permiten que se seque. Llega un punto donde ese terreno va a estar saturado de agua y esa agua buscará la manera de salir ocasionando los deslizamientos, y si en ese terreno hay construcciones que no deberían estar ahí, estas viviendas pueden colapsar”.

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De acuerdo con Marrero, más del 60% de las construcciones, al menos en Caracas, son de tipo informal. Agrega que un problema es donde están ubicadas, pero también son los materiales utilizados para construir y la falta de mantenimiento. “Una vez que algo está construido y requieren estar pendiente de que se mantenga con buena calidad, eso se abandona. No hay una priorización de lo que significa mantener esas obras, no hay una contraloría que vigile que eso no se produzca, que haya una asignación de recursos constante. No hay una gestión de riesgo planificada, sino que es de modo inmediato”. 

Marrero también dice que cuando las personas se ubican en terrenos inestables, eso se traduce a que hay una necesidad y precariedad. “La gente hace lo que puede y muchas veces saben que están en riesgo, pero cuando se les ofrece llevarlos a otro lugar no quieren porque no confían hacia dónde los llevarán”.

Por su parte, Rangel señala la falta de mantenimiento a los drenajes y la importancia de mantener estos sistemas limpios para que el agua pueda correr libremente cuando llueva y evitar que se saturen las calles. “El sistema debe estar diseñado, construido y mantenido para que el sistema de alcantarillados y drenajes tengan la mayor capacidad posible cuando se presentan grandes lluvias, esto requiere estudios serios”.

La experta concluye que el impacto que pueda tener un evento está estrechamente relacionado con su magnitud, la frecuencia, la densidad de la población, la educación y la gerencia de los organismos competentes.

Marrero hace énfasis en que los desastres lo que vienen es a acelerar la necesidad de tomar decisiones de mantenimiento y planificación.

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