Caracas.- Rosemary Ortiz pasó 40 de sus 72 años ejerciendo como trabajadora social en el Instituto Nacional del Menor (Inam). A su edad, le parece insólito que tenga que salir a trabajar para poder sobrevivir; no porque no pueda o no esté capacitada, insiste, sino porque ya es tiempo de descansar, viajar, pasear y darle paso a los jóvenes.
En el Día Nacional del Adulto Mayor, Rosemary se unió a la convocatoria de la Federación de Jubilados y Pensionados de Venezuela, este martes 29 de mayo, para denunciar las violaciones de los derechos de los venezolanos frente a la sede del Ministerio Público, en la parroquia Candelaria, del municipio Libertador.
A Rosemary le parece que los organismos gubernamentales desamparan a las personas de la tercera edad; aunque a propósito de este día, Nicolás Maduro manifestó a través de su cuenta de Twitter: “Tienen en mí un servidor que siempre estará con ustedes, apoyando y reivindicando su lucha y sus invaluables aportes al desarrollo de nuestra patria querida».
El 22 de enero de 2019, Maduro creó la Misión Chamba Mayor y ordenó a encargarse de ella al ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, asegurando que el programa comenzaría en febrero. Sin embargo, el registro comenzó apenas el sábado 11 de mayo en 335 municipios del país, de acuerdo con Istúriz.
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Pero el programa significa una ofensa para muchos, entre esos, para Rosemary. Alexis Coromoto Rodríguez, de 60 años, coincidió. “Nuestra experiencia debería ser utilizada para mejorar la sociedad, pero no deberíamos vernos obligados a trabajar”, dijo. Comentó que con los 26.000 bolívares correspondientes al pago de la pensión por el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (Ivss), de la primera quincena de mayo, no pudo comprar los hipertensivos porque consiguió 14 pastillas por 14.500.
“Yo quiero darles esos 26.000 bolívares a Diosdado Cabello, por ejemplo, o al mismo Maduro, para que vaya a hacer mercado y comprar los medicamentos y luego me diga cuánto le quedó; porque, según ellos, este es el país que mejor se atiende a los adultos mayores”, refirió Alexis.
No solo se afectan los derechos de la salud y de la alimentación, también la recreación, tipificado en la Constitución y considerado parte de los derechos humanos. Alexis aseguró que quisiera poder viajar con normalidad, salir a un parque o comer en algún restaurante de vez en cuando.
Con la vejez, la piel comienza a perder colágeno, se arruga y se reseca con facilidad. Laura Castillo, de 78 años, quisiera poder comprarse una crema que la hidrate lo suficiente, pero apenas puede permitirse jabón de baño. Con el pago de la pensión, le alcanzó para comprar tres kilos de sardina, dos de yuca y medio cartón de huevos. Laura nació en 1941, año en el que fue electo presidente Isaías Medina Angarita. Ella vivió el paso de la dictadura a la junta cívico-militar, los 40 años de democracia y admite que nunca había estado en condiciones tan precarias.