Rosibel Cristina González | El Pitazo
Adquirir los productos de la cesta básica se ha convertido en una hazaña cuesta arriba para los catienses, muchos de ellos con un ingreso mensual apegado al salario mínimo, mientras que otros sobreviven con la pensión del Seguro Social o la jubilación.
Catia cuenta con un mercado municipal, ubicado en el bulevar España con calle Colombia, pero el epicentro de la actividad comercial en esta zona del oeste de la capital está situado una cuadra más arriba, en dirección a la estación del metro Pérez Bonalde. Allí, los comerciantes, conocidos como “bachaqueros”, ofrecen productos de la cesta alimentaria a precios que superan hasta cinco veces más su costo real.
El equipo reporteril de El Pitazo recorrió la zona, y a través de testimonios de los vendedores ambulantes se conoció que, por el bajo poder adquisitivo de los catienses, se aplicó la modalidad del trueque, método que se desarrolla desde mediados del año pasado.
En esta zona popular, una persona puede “comprar, vender o cambiar”, pero bajo las normas establecidas por el comerciante de calle. Para obtener un aceite comestible, una persona debe llevar tres productos variados: un kilo de arroz, pasta o granos; para un kilo de leche en polvo, el comerciante exige ocho o nueve productos de distintas clases; para un kilo de azúcar exigen tres productos y para la harina pan, cuatro. Pero si el cliente requiere de efectivo, por alguna emergencia, también se puede acercar a los bachaqueros y venderles dos kilos de arroz por 5.000 bolívares soberanos.
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El “bachaqueo”, una industria fortalecida
El pasado viernes 3 de mayo, tres camiones se estacionaron en una calle cerrada que comunica con la avenida principal de la zona F, de la parroquia 23 de Enero. Allí descargaron bolsas de comida por un valor de 55.000 bolívares soberanos cada una, que se paga en efectivo.
Seis funcionarios de la Guardia Nacional custodiaban el sector y a los camineros. Las personas comenzaron a llegar y a llevarse bolsas de comida sin límite de compra. Al ser consultados, los compradores manifestaron ser bachaqueros de la zona. En la cola de personas no hubo quien dijera que era un ama de casa o trabajador de cualquier sector. Ana María Cárdenas explicó: “Me asomé para saber lo que traía la bolsa, pero yo no cuento con el dinero para comprarla”.
Los camiones descargaron nuevamente el domingo y lunes. El seguimiento periodístico de El Pitazocorroboró que eran las mismas personas que compraron el viernes y el domingo.
Una vez adquirida la bolsa, los bachaqueros ofrecen los productos de forma individual. Un kilo de pasta -en cualquiera de sus presentaciones- cuesta 6.000 bolívares; el arroz lo venden en 4.000, y un kilo de caraotas negras, en 8.000 bolívares soberanos.
“Hasta tres y cuatro veces más de lo que puede costar en la caja Clap”, refirió Calixto Gómez, un sexagenario que además dijo no poder comprar ni cambiar productos porque en su casa no reciben el beneficio de la caja debido a que son opositores «y en el 23 de Enero quienes se encargan de eso son los colectivos”.
La operatividad de los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana está ampliamente desplegada en la zona de bachaqueros y no en las estaciones del metro, como en principio se había acordado con el ente rector en materia de seguridad.
Un comerciante, bajo reserva de su identidad, señaló que a diario pagan hasta en dólares para que los funcionarios les permitan vender libremente y alterar los precios de los productos a conveniencia.