Para la mayor parte de los habitantes de la Gran Caracas no es ajena la imagen de un camión lleno de hombres recorriendo barriadas en busca de los llamados “frijoles chinos” que vienen en las bolsas Clap. Una investigación publicada por Cecodap y la agencia Pana asegura que miembros de la megabanda del Koki, Vampi y Garbis usaban esta fachada para reclutar a niños y adolescentes.
La organización presentó este miércoles, 30 de marzo, el informe Esclavizar para delinquir, producto de una investigación realizada en la Cota 905, La Vega y El Cementerio sobre el reclutamiento forzoso de niños, niñas y adolescentes por parte de miembros de la mencionada agrupación criminal.
Los investigadores consultaron seis fuentes que confirmaron que la función de los supuestos cambistas de este producto era mapear, en primer lugar, territorios de la Cota 905 y luego de La Vega y El Cementerio. “Buscaban las entradas, salidas y vías de escape. Y saber quiénes necesitaban un par de cholas y quién quería unos zapatos de marca”, explicó Edgar López, periodista e investigador.
Los hallazgos obtenidos en esta investigación engrosaron el informe indicado, en el que se plasmaron relatos de la convivencia de la comunidad de la Cota 905 con “el flaco”, como solían llamar a Carlos Luis Revete, alias “el Koki”.
“Miembros de la megabanda se acercaban a niños y adolescentes como quien va a ofrecer trabajo, y quienes pasaban a sus filas lo hacían forzados por el hambre, deserción y violencia doméstica. También lo hacían por los ingresos semanales en dólares que ofrecían”, detalló López al referirse a la modalidad de reclutamiento forzoso que aplicaban cabecillas de la agrupación.
Vaqueros también servían al “Koki”
Entre los sucesos ocurridos en La Vega durante el conflicto generado por la megabanda del Koki, Vampi y Garbis, uno, descrito por sus habitantes como insólito, fue la aparición de ganado en veredas y callejones de la comunidad.
Tras las reses aparecían hombres a caballo, con sombrero y botas al estilo llanero, y también estaban armados. “Las vacas eran del Koki y los vaqueros eran infiltrados. Se trataba de reclutadores profesionales que ofrecían calzado y ropa de marca a muchachos de esta comunidad”, explicó el investigador López al hablar sobre cómo la megabanda extendió sus dominios hasta La Vega.
El informe reveló que las conocidas megarrumbas eran otra oportunidad que tenían cabecillas de la organización criminal para ufanarse del estilo de vida y aparente poder, lo cual resultaba atractivo para niños y adolescentes.
Tarea para el Estado
El fin último del reclutamiento de niños, niñas y adolescentes es la explotación sobre la base del abuso de poder y la violencia, y en ese sentido constituye una violación continua y recurrente de casi todos sus derechos: vida, integridad personal, libertad, educación, salud física y mental, tener una familia y no ser separado de ella, según lo especificó el informe.
En una nota de prensa enviada por Cecodap, el coordinador de la institución, Carlos Trapani, explicó que el Estado venezolano ha calificado la vinculación de menores de edad con la megabanda como uso de niños, niñas y adolescentes para delinquir, de acuerdo con el artículo 265 de la Ley Orgánica de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes.
“Desde Cecodap consideramos que este tipo de hechos deben ser reconocidos, investigados y sancionados como trata de personas, en los términos establecidos en el artículo 41 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento del Terrorismo”, reza la nota de prensa.
En el texto de prensa también se resalta que el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes por el crimen organizado es una forma contemporánea de esclavitud y una modalidad de trata de personas. La tipificación del delito de trata supone la actuación de un grupo de delincuencia organizada como sujeto activo y prevé las siguientes formas de cometerlo: promoción, favorecimiento, facilitación o ejecución”.