Oscar D’León salió a la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño impecable: llevaba esmoquin con chaqueta dorada que contrastaba con su pantalón negro y camisa blanca. Al saludar dijo que cuando comenzó a cantar con la Dimensión Latina en 1972 nunca imaginó hasta dónde llegaría su carrera, mientras más de dos mil espectadores aplaudieron en el inicio de un concierto lleno de emociones y con mucha energía, la misma que ha irradiado durante cinco décadas en cientos de escenarios del mundo.
“Mis primeros 50 años”, así definió Oscar D’León este punto cumbre de su trayectoria artística y, aunque parezca una exageración, muchos de los asistentes lo creyeron luego de verlo bailar y cantar durante más de tres horas acompañado por la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, dirigida por el maestro Christián Vásquez; el Coro Sinfónico Simón Bolívar, así como por su orquesta.
“Estoy aquí porque mi hijo me animó”, dijo una mujer que iba de la mano con su chamo de 12 años. Desde adolescentes hasta adultos mayores, algunos de ellos ayudados con bastones y sillas de ruedas, vivieron el sábado 17 de septiembre uno de los conciertos más emotivos del Sonero del Mundo.
“Mi hija vino el viernes al primer concierto. Nos contó cada detalle, pero debo decir que se quedó corta”, comentó un señor que estaba acompañado por su esposa.
El toque de la Orquesta Sinfónica y el Coro Simón Bolívar llevaron a un nivel sublime la salsa, los boleros y la música llanera interpretadas por Oscar. Su voz retumbó con fuerza en las paredes de la sala Ríos Reyna, su cuerpo estuvo siempre en movimiento por todo el escenario. Así paseó a los asistentes desde los años 70 con las piezas que pegó con la Dimensión Latina. Llorarás, Taboga, Me recordarás, La Piragua, Frutas del caney, Dolor cobarde, puro fuego.
Oscar D’León, venezolano ciento por ciento
Desde sus inicios, Oscar D’León lleva la bandera de Venezuela a todos lados, así como sus mensajes para exaltar nuestro gentilicio. Lo hizo también en su último concierto. “Uno puede cantar en muchos lugares, pero es distinto hacerlo ante el público de mi país. Estuve hablando con Porfi Baloa en Miami y llegamos a esa conclusión: ‘Es muy sabroso cuando uno recibe el calor de su gente’”. En los conciertos del viernes y del sábado recibió todo el cariño del público.
Rafael Arraíz Lucca, historiador e Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, resumió en un tuit su apreciación del espectáculo: “El concierto de Oscar D’León anoche en el teatro Teresa Carreño fue una fiesta de la venezolanidad”. Todos los que vieron pasar al Sonero del Mundo de la bailable salsa hasta las tonadas de Simón Díaz seguramente coinciden con el catedrático.
La majestuosidad de la Orquesta Sinfónica y el Coro Simón Bolívar hizo que la música de Oscar D’León llegara con fuerza y delicadeza. Las luces vistieron el escenario y por momentos el propio cantante dirigió la iluminación. “Prende esas luces para ver a esta gente bailando. Recuerden que hay más de 17 cámaras y quien se quede sentado va salir como un tonto en el video”, bromeó el caraqueño para poner a vibrar a la gente.
Oscar D’León se acercó a la gente que estaba cerca de la tarima. En un intermedio, le cantó cumpleaños a Gisela, una dama que nació el mismo año que el artista hizo su debut. Saludó a un niño de nueve años que bailó durante toda la jornada. Además, recibió estampas del doctor José Gregorio Hernández, una de las figuras religiosas más veneradas y respetadas por los venezolanos.
Uno de los cantantes venezolanos más reconocidos en el mundo estableció más intimidad con los bailadores (sí bailadores describe mejor al público en este caso) cuando volvió al escenario luego de un descanso. Vestido con traje negro, interpretó boleros como Somos novios, Frenesí, Cuando estemos viejos; su emblemático tema Mi bajo y yo, además de Caballo viejo con un hermoso homenaje a Simón Díaz.
Salsa, boleros, música llanera, mucho sentimiento
El Alma llanera presagiaba el fin del acto. Oscar D’León y el maestro Christian Vásquez salieron del escenario bajo atronadores aplausos. Los integrantes de la orquesta del salsero, así como los músicos del Sistema de Orquestas se quedaron en sus asientos. “Seguro algo viene por ahí”, comentó una dama desde el balcón central.
Oscar D’León cerró su show con la misma energía que lo inició. El último set fue para cantar piezas que pedían los asistentes cercanos a la tarima. Interpretó temas suyos y de otros salseros como el colombiano Joe Arroyo, el boricua Alberto “Tití” Amadeo. ¿Quién iba a imaginar que bailaría Rebelión e Idilio en el Teresa Carreño?
El gran concierto que brindó Oscar D’León la noche del sábado fue inspirador. Más allá de las interpretaciones, quedó el mensaje de la perseverancia, el de trabajar para lograr los objetivos, el de querer a un país que “sigue siendo hermoso” a pesar de tantos golpes. Es difícil no seguir las palabras de este músico, patrimonio venezolano, que por 50 años ofreció canciones con las que varias generaciones se han enamorado, celebrado, despechado, en síntesis, vivido. ¡Larga vida al Sonero!