Fanáticos de Karol G esperaron hasta dos días para comprar entradas a la segunda función 

Por: Juan Pedro Antonuccio (Programa de Formación de Nuevos Periodistas)

Caracas.- Cirene Chacón esperó dos días en la cola para comprar su entrada para el segundo concierto de Karol G, que se celebrará el 23 de marzo. Después de quedarse sin la posibilidad de comprar entradas para la primera función, se juntó con otros 18 fanáticos y esperaron hasta comprar su boleto este miércoles, cerca de las 9 de la mañana. 

La lluvia no impidió a los fanáticos quedarse hasta por dos noches esperando comprar la ansiada entrada. Cirene lo logró, junto con sus compañeros, después de llevarse un fiasco cuando lo intentó la vez pasada. «Lamentablemente no pudimos ni por página, ni por ningún lado y la cola del CCCT fue horrible».

Este miércoles la historia fue distinta. También para Carolina Andueza, quien tuvo esa misma experiencia durante la venta anterior. «En el CCCT eso fue pelea, grito, desmayo… fue horrible«. Esta vez hizo la cola desde el martes a las 7:00 pm. Su brazalete marcaba el número 1.462. Al igual que todos los que estaban en la cola, Carolina compró su brazalete a los otros fanáticos que se unieron para controlar el orden de la fila. 

«Tenemos la esperanza puesta en Dios de que podamos comprar, porque en el concierto pasado no pudimos», dijo Carolina. Pero al igual que ella, muchos fanáticos no corrieron con suerte. Sus esperanzas se vieron fraguadas porque para las 11:00 am ya se habían agotado las entradas de 80 dólares, que eran las que ella aspiraba comprar. 

Media hora después empezaron las caras largas. Una fanática molesta dijo: “no pude comprar nada, ya se acabaron las de 30 y 80 dólares”. Las entradas se habían agotado, tanto presencialmente, como online. Ya pocos querían ser entrevistados. Ninguno parecía tener ánimos de hablar.

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Entraban muchos, salían pocos

En la entrada de la rampa del estadio Monumental Simón Bolívar de la Rinconada, al sur de Caracas, los fanáticos comenzaron a entrar para comprar sus entradas alrededor de las 8:00 am. La fila iba desde la rampa hasta el Instituto Nacional de Hipódromos (INH), unos 2,5 kilómetros. 

El número de personas que entran se sabía por la propia organización de quienes estaban en la cola. “Yo compré mi número cuando llegué anoche; lo estamos haciendo para organizarnos”, dijo Carolina Andueza, que estaba en la parte final de la fila.

Para la venta de entradas, Ticketmundo exigía que se tuviera el método de pago listo antes de ingresar a las taquillas del estadio. Posteriormente los empleados de la empresa retiraban los brazaletes de los fans en el momento del ingreso. 

A eso de las 11 de la mañana, habían entrado poco más de 1.100 personas, según marcaban los brazaletes. Todos ellos atravesaron esa baranda que separaba a los fanáticos de su boleto, pero para el momento habían salido solo 100 de ellos. 

Ninguno en la fila entendía el motivo del retraso, aunque la respuesta comenzó a aparecer en Twitter, cuando se viralizó un video de una presunta agresión por parte de un funcionario de la Guardia Nacional a una fanática y se amplificaron las denuncias de reventa. 

¿Cuántas entradas hay?

La frustración se hizo sentir rápidamente. Las fanáticas no querían ser entrevistadas: alegaban estar cansadas, desmaquilladas y con ojeras. Algunas intentaron conversar. “Pude comprar una entrada de 80 dólares, porque ya se había acabado la de 30 dólares. Pero no lo logré para mi familia”, dijo una joven luego de salir del estadio. No tenía el dinero suficiente.

Caso distinto el de Rebeca Espinoza, que compró su entrada sin siquiera ir al estadio. “Una amiga trabaja en el estadio. Como todavía quedaban de 80 dólares, compró su entrada y dos más. Una de esas era la mía. Me dijo que la compró como a las 11:00 am”. A esa hora, ya los fanáticos en la cola se enteraban que no había entradas de 30$ y 80$. 

Mientras la información oficial por parte de Ticketmundo indicaba que el máximo de entradas a comprar por persona era de 6, los que salían de las taquillas del estadio hablaban de personas que compraban hasta 12 entradas. 

La decepción era tal que hasta se reflejaba en los vendedores de franelas y gorros de Karol G. “La franela cuesta 12 dólares pero te la puedo dejar en 10”, intenta vender uno de ellos. Solo había logrado vender una. “Al menos rescaté el almuerzo”.