El exministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, no deja de insistir en un plan de estabilización macroeconómica que permita sacar a Venezuela de la hiperinflación que registra desde 2017 y de la recesión económica que comenzó en 2014, mucho antes de sanciones financieras en contra el país. Alega que las políticas de Hugo Chávez en materia social fueron convertidas por Nicolás Maduro en programas de control social a través del carnet de la patria

“Como si hubiésemos entrado en una guerra”. Es la explicación que encuentra el exministro de Finanzas de Hugo Chávez, Rodrigo Cabezas, luego de asegurar que cuando Nicolás Maduro llegó a la presidencia, en 2013, la economía venezolana era de 300 millardos de dólares y ahora está reducida a 50 millardos de dólares. Aunque por decisión personal, Cabezas propuso un plan de estabilización macroeconómica en 2015 para reactivar la economía, fue tildado de neoliberal y reformista.

En entrevista con El Pitazo, a través de Facebook Live, el jueves 11 de marzo, el también profesor universitario manifestó estar convencido de que Venezuela necesita abrirse a los organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo para conseguir recursos y establecer un plan que implique reducción de gastos, reestructuración de la deuda externa y controles fiscales.


No me atrevería a decir que Venezuela es un Estado criminal, porque aún tenemos actividad productiva: 400 mil barriles de petróleo, 4.000 empresas agroindustriales e industriales y actividad agrícola”, Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas de Chávez

Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas de Chávez

Sus propuestas también fueron plasmadas en una carta dirigida a la izquierda democrática mundial conocida el lunes 15 de febrero de este año. Allí destacó las políticas erradas implementadas por un gobierno que tiene a 79 % de los venezolanos en pobreza extrema. Luego de presentar aquel panorama de la Venezuela con Maduro, Cabezas pide dejar la solidaridad automática hacia lo que él llama “un descomunal fraude”.

Por este documento, dice el académico, no siente miedo. Aclara que tampoco ha recibido amenazas ni intimidaciones. Aprovechó para decir que este gobierno no tiene nada por lo cual señalarlo, pues el año en que dejó el Ministerio de Finanzas, en 2008, se devolvió a Maracaibo y a la Universidad del Zulia, sin empresas, sin contratistas ni testaferros y sin cuentas en el extranjero.

–¿Por qué Maduro ha tenido un peor manejo de la economía que Hugo Chávez? ¿Chávez no tiene responsabilidad de lo que hoy tenemos en la economía nacional?

–Lo primero que quiero decir es que ese texto no era para las redes ni para Venezuela, sino para la izquierda democrática. Tenía el objetivo de narrarles lo que ha pasado en estos últimos siete años y pedirles que no dieran más solidaridad automática a lo se llama revolución y no lo era. A lo que había incumplido sus promesas más importantes y lo que hacía de Venezuela, simplemente, un país rehén de una nueva élite política que tomó la decisión de mantenerse en el poder a costa de lo que fuese, sabiendo que la nación no les acompaña, que la mayoría que tuvo Chávez ya no existe.

Las observaciones y las críticas las respeto, yo soy un hombre de ciencias. Yo soy economista y es una ciencia social por excelencia. Ideas van y vienen; argumentos van y vienen. El objetivo de esa carta no era hablar de los 20 años.

–Usted comenta en su carta que en 2014 se necesitaba un programa de estabilización macroeconómica. Recuerdo que Rafael Ramírez, como vicepresidente del Área Económica del gobierno de Maduro presentó un plan, pero nunca se consideró. ¿Qué ocurrió? ¿Pudo más la idea de Alfredo Mancilla, asesor español, que la de los técnicos venezolanos?

–La recesión económica comenzó en 2014 y los temas de inflación acelerada en 2015 hasta llegar a la hiperinflación. La primera causa que te encuentras es el desprecio y lo viví, lo sentí. Es el desprecio por lo profesional en la conducción de un tema tan fundamental y con el que no se puede jugar, que es la economía.

En siete años no ha habido un Ministro de Finanzas especializado en el tema de economía política, de política económica y de estabilización macroeconómica. Ni uno solo. Y en estos años, la conducción de Petróleos de Venezuela ha estado en manos de militares que tienen cero conocimiento de lo que era la principal industria petrolera de nuestro país. Así no se conducen los destinos de la nación.

Por eso, el reclamo desde la ciencia, es que tuviéramos un programa de estabilización, era urgente tenerlo. No se tuvo porque no tenían idea de ello.

En diciembre 2015, yo le envié una comunicación privada a Nicolás Maduro esperanzado y le proponía un programa de estabilización urgente, con recorte de gastos, con ajustes en los ingresos, tomar decisiones en la política fiscal, pero el centro de aquello era que teníamos que ir a la reestructuración de la deuda externa.

La respuesta, en 2016, fue que yo era neoliberal, reformista y que estaba acobardado.

Y llegamos a la situación actual a través de un tsunami del Banco Central de Venezuela dándole bolívares de la nada al gobierno, lo cual produjo la hiperinflación. La responsabilidad de este drama inflacionario fue del gobierno por no haber realizado un programa de estabilización.

–No me queda claro, profesor, por qué tener a un ministro como Luis Salas, que decía que la hiperinflación era algo psicológico. ¿Por qué no tomaron las decisiones entre 2014 y 2015? ¿Era para alimentar la corrupción o es simplemente impericia, ineficiencia e ignorancia?

–En relación con no tomar decisiones en política económica por colocar al frente del Banco Central, de Pdvsa, a gente que no sabe de eso, para eso existen las escuelas de economía.

Cuando fui ministro de Finanzas construimos el presupuesto de la nación, nos costó dos meses, porque teníamos que calcular el Producto Interno Bruto (PIB), la tasa de crecimiento, y relacionar lo que iba a gastar el gobierno con las reservas internacionales que tuviésemos. Eso lo hacen los economistas.


Nosotros quisimos construir una democracia protagónica, popular y auténtica. Estaba acompañada de una economía productiva que superara el rentismo sin negar el capital extranjero. Pero se fueron con el estatismo económico

Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas de Chávez

–Refiere en la carta los avances logrados para reducir la pobreza y la desigualdad entre 2004 y 2012, en el gobierno de Chávez. ¿Por qué no fue sostenible? ¿Es solo responsabilidad de Maduro?

–Quiero decir dos cosas. La primera es el gasto que se hizo en la política de inclusión social en materia de educación, con la creación de instituciones; en salud, con Barrio Adentro y los Centro de Diagnóstico Integral; en la política de vivienda con la Misión Gran Vivienda. Fue una inversión en la calidad del capital humano. Ampliamos esas posibilidades de acceder a la salud, a la educación. La pobreza que comenzó en 67 % en el año 99, en 2012 pasó a 27 %. No había pobreza cero y había un problema que resolver.

Pero cuando se convirtieron en una política de control social, para controlar a través del carnet de la patria, se volvió una política de indignidad. Había que aplicar una segunda fase y no se hizo.

–¿Eran sustentables estas políticas sociales con empresas estatizadas que se convirtieron en el caldo de cultivo de corrupción e ineficiencia?

–Claro que no. Es precisamente una de las críticas que analizo en el libro que escribo sobre los 12 años de la experiencia de Hugo Chávez. Allí hubo una ruptura con el ideal propuesto: nosotros quisimos construir una democracia protagónica, popular y auténtica. Estaba acompañada de una economía productiva que superara el rentismo, sin negar el capital extranjero. Pero se fueron con el estatismo económico. Se les metió en la cabeza que el socialismo era un Estado responsable de exportar, importar, de controlarlo todo.

Comenzaron a expropiar empresas. El ejemplo está en Sidor, el último año que estuvo en manos privadas produjo 4.2 millones de toneladas de acero y nos dio 1.600 millones de dólares por las exportaciones de cabilla básicamente. Lo nacionalizaron y Sidor tiene una sola palabra: un desastre económico. No producen, ni exportan. Por supuesto, tengo la crítica de que esa deriva al estatismo económico fue muy grave.

–Usted menciona las sanciones y dice “me he preguntado por qué países sancionados como Cuba o Irán no han tenido hiperinflación o desnutrición infantil”. “Me he preguntado por qué Irán sigue en su nivel normal de crudo y gasolina y su sector privado no petrolero exportó más de 18 mil millones de dólares en bienes y servicios en 2020”. ¿Por qué ocurre esto?

–El presidente del Banco Central de Cuba y el Ministro de Finanzas de Cuba son economistas. Aquí no. El único argumento que se utiliza para justificar el desastre económico en Venezuela es que la culpa es de alguien. El que diga que las sanciones económicas, no individuales, no generan un impacto en la industria petrolera no es economista. También se ha afectado algún nivel de importación.

Esas sanciones no son las responsables del inicio de la crisis, porque desde el punto de vista macroeconómico, la crisis comenzó en 2014, cuando se desplomaron los precios del petróleo.

Cuando llegó Maduro, la economía era de 300 mil millones de dólares y hoy es de 50 mil millones de dólares. Es una reducción como si hubiésemos entrado en una guerra. No hay justificación de esto.


Esas sanciones no son las responsables del inicio de la crisis, porque desde el punto de vista macroeconómico, la crisis comenzó en 2014, cuando se desplomaron los precios del petróleo

Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas de Chávez

–Uno tiene la sensación de que si en algo ha sido eficiente el gobierno de Maduro es en buscarle la salida a las sanciones y usted mencionaba a los bodegones y supermarkets. Además, hay movimiento de dólares y euros, y el gobierno ha liberado la economía. Uno se pregunta cómo ocurre esto en una economía como en la venezolana.

–No existe ninguna posibilidad de recuperar la senda del crecimiento si aquí no hay un cambio político que facilite un programa para frenar la hiperinflación, recuperar la industria petrolera y, por supuesto, tener recursos para hacer un programa de inclusión social que ataque la grave desigualdad.

La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) ha dicho que uno de cada tres niños tiene desnutrición y talla baja en relación con la que debería tener. Un gobierno que llegue, de transición o acordado, tiene que preocuparse de eso. Pasamos de 27 % de pobreza en 2013 a 68 %.

Probablemente, los 2.500 millones de dólares que circulan en nuestro comercio es una cifra marginal frente a los flujos que necesitamos para tener reservas internacionales de 35 mil millones de dólares y garantizar pagos de deuda externa e inversiones en la industria petrolera de unos 80 mil millones de dólares que levanten la producción. Se engaña a un país si se dice que, sin un programa de estabilización fiscal, monetario y productivo, puede detenerse la recesión económica.
Si los números de la inflación siguen como hasta ahora, en diciembre tendremos una inflación de 2.500 %.

–Se ha manejado la existencia de un Estado criminal. ¿Usted considera que existe ese Estado criminal y una economía criminal?

–Yo sí creo que hay una clara violación de los derechos humanos en Venezuela. Y fue uno de los elementos que para mí fueron centrales en la ruptura con ellos. Yo fui y seguiré siendo un hombre de izquierda, pero ¿el socialismo ataca y tortura ideas contrarias? No es verdad. Lo que se ha hecho es instalar el terror y el miedo. Por qué se utilizan a los hombres del Sebin o de Contrainteligencia Militar para perseguir diputados o torturar a un coronel.

Podemos vivir en paz y la controversia política la resuelve el pueblo ejerciendo su voto. Por eso pedimos una elección libre, con un CNE libre e imparcial que rescate la credibilidad y que cada voto elija. Que lo elegido sea respetado y aceptado, que todas las fuerzas políticas puedan convivir y ser adversarios políticos, pero nunca enemigos políticos.

No me atrevería a decir que Venezuela es un Estado criminal, porque aún tenemos actividad productiva: 400 mil barriles de petróleo, 4.000 empresas agroindustriales e industriales y actividad agrícola; ese esfuerzo no es una economía criminal y será la que garantizará el que los próximos 20 años sean mejores para las generaciones que vienen.

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