Andrea Cabrera ingresó con su esposo a territorio estadounidense por la frontera de México y luego de cuatro días detenida las autoridades la expulsaron. La migrante venezolana cuenta a El Pitazo las dificultades que atraviesa mientras intenta volver a Estados Unidos para reencontrarse con su pareja

El 14 de noviembre, Andrea Cabrera volvió a Matamoros, frontera de Estados Unidos con México,​ entre el estado de Texas y Tamaulipas. Busca nuevamente pasar a suelo estadounidense para reencontrarse con su esposo, de quien la separaron el pasado 12 de octubre, cuando a ella la expulsaron las autoridades  bajo el pretexto del Título 42, por haber ingresado ilegalmente.

Tras una demanda presentada por la Unión Americana de Libertades Civiles (Aclu), donde se alega que el Título 42 pone a los migrantes en una situación de peligro y viola la ley de asilo estadounidense, esta normativa fue derogada, aunque el Gobierno de Estados Unidos continuará realizando expulsiones y comenzará a preparar nuevas medidas para controlar la migración irregular.

El Título 42

Bajo el Título 42, la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP, por sus siglas en inglés) prohíbe la entrada de ciertas personas que “potencialmente representan un riesgo para la salud”. Ya sea por las restricciones de viaje previamente anunciadas o por haber ingresado ilegalmente al país.

La medida se emitió inicialmente los primeros días de la pandemia de COVID-19, exactamente el 20 de marzo de 2020, bajo el mandato de Donald Trump y tenía como objetivo detener la propagación del virus. La orden permitió a las autoridades expulsar rápidamente a los migrantes en las fronteras terrestres de EE. UU. 


Yo soy abogada y mi esposo ganadero. Nosotros vendimos nuestra casa y nuestro carro, dejamos nuestros trabajos. No tenemos nada en Venezuela

Andrea

Las autoridades norteamericanas han hecho uso de esta disposición en varias ocasiones, la última vez por el gobierno de Joe Biden, que a partir del pasado 12 de octubre la habilitó para frenar la ola de migrantes que de forma irregular ingresaban a suelo estadounidense. La medida afecta principalmente a venezolanos que atraviesan toda Centroamérica. 

Al conocerse la decisión de la suspensión del Título 42, muchos migrantes intentan por todos los medios cruzar la frontera, como es el caso de Andrea, pese a que una corte federal concedió un periodo de cinco semanas antes de que el Título 42 quede suspendido.

“Yo viajé el 7 a la frontera de Ciudad Juárez. Nos entregamos a las autoridades estadounidenses el 8 de octubre, como a las 10 de la noche. Después de estar detenidos en migración por más de tres días, mi esposo pasó y a mí me devolvieron (…) Nunca dijeron a dónde nos llevaban, se reían cuando le preguntábamos. Hasta que nos entregaron a Migración de México, el 13 de octubre”, relató la venezolana.

Apostaron todo

La joven de 26 años es oriunda de la población de Santa Bárbara y su esposo de Encontrado, en el estado Zulia. Ahora él está en Richmond, Virginia (EE. UU.), y ella varada en México. 

No está en sus planes regresar a Venezuela, pues asegura que no dejó nada. Para viajar al norte, a diferencia de muchos, Andrea y su esposo no atravesaron la selva de Darién, usaron sus visas panameñas y viajaron en autobús hasta México, desde el 20 de septiembre que salieron de Venezuela. “Yo soy abogada y mi esposo ganadero. Nosotros vendimos nuestra casa y nuestro carro, dejamos nuestros trabajos. No tenemos nada en Venezuela”.

Desde su expulsión de Estados Unidos, Andrea, a diferencia de muchos otros de sus compatriotas, estuvo un par de horas en un refugio de migrantes, en San Pedro, Oaxaca. Afortunadamente, con ayuda de sus familiares que están en otras partes del mundo, pudo rentar una habitación en hotel y la comparte con otra ciudadana, para aminorar los gastos.


No nos venden pasajes de bus ni de avión. Conozco muchos amigos que con papeles de México, los devuelven en las alcabalas porque estaba intentando subir a la frontera norte. Entonces todo es un miedo (…)

Andrea

“El 13 de octubre, cuando llegamos a México, nos llevaron a Villa Hermosa, Tabasco, donde nos hicieron firmar una orden de salida del país que decía que nosotros estábamos solicitando regresar a Venezuela por nuestros propios medios. Ni siquiera dejaban que uno leyera el documento, pero como soy abogada, les dije que no firmaba nada sin leer. Y ahí supe todo lo que decía. Expuse que no me quería ir de México”, expresó.

Andrea no tuvo otra opción que firmar. Era su pase de salida de migración México, para poder intentar volver a la frontera. 

“Nos dejaron en una calle. Es una pesadilla porque Migración mexicana está en todos lados y no nos dejan avanzar, ni subir a la capital (México DF). Yo lo logré por mis propios medios, en carro particular”, contó Andrea.

En la ciudad de México la joven venezolana estuvo un poco menos de un mes, haciendo los trámites necesarios para legalizar su permanencia dentro de ese país. Es la única forma de que las autoridades mexicanas permitan a los migrantes desplazarse en su territorio.

“No nos venden pasajes de bus ni de avión. Conozco muchos amigos que con papeles de México, los devuelven en las alcabalas porque estaba intentando subir a la frontera norte. Entonces todo es un miedo. Hay muchas personas en situación de calle. Los pasajes son costosos y si uno paga un pasaje y lo devuelve Migración, pierdes todo el dinero”, contó la joven venezolana.


Esto es muy difícil, y se han separado muchas familias, no soy la única que se encuentra en esta situación. Pero confiando en Dios que podamos reencontrarnos de nuevo mi esposo y yo.  Es que uno salió con un sueño de casa, con sacrificios, con esperanza

Andrea

Nuevamente en la frontera 

Andrea llegó este lunes 14 de noviembre a la frontera de Matamoros viajando en un Uber. “Aquí estoy en espera de poder pasar a EE. UU. Conozco casos de personas que se entregan y los pasan de nuevo, pero depende de la suerte. Estoy aquí informándome bien de los medios que hay  para pasar legalmente”. 

Le han hablado de la opción de postularse a través de  una fundación. “Ellos nos entrevistan, conocen nuestros casos, cada caso es diferente. Toman una serie de datos y nos postulan para poder pasar a una con parole humanitario (estatus temporal de hasta dos años). Ya eso queda en decisión de migración si nos permiten la entrada o no. Es un proceso lento y de selección”, advirtió.

Andrea sabe que no es la única y que sus posibilidades de admisión en Estados Unidos están más reducidas ahora. “Esto es muy difícil y se han separado muchas familias, no soy la única que se encuentra en esta situación. Pero confiando en Dios que podamos reencontrarnos de nuevo mi esposo y yo.  Es que uno salió con un sueño de casa, con sacrificios, con esperanza. Después de emprender un viaje de muchos días, pasándola mal, en bus, caminando, solo aquel que lo vivió sabe de lo que hablo. Es muy inhumano”.

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