La Universidad Central de Venezuela llega a sus 300 años con una historia en la que ha sobrevivido a golpes de Estado, terremotos, pestes, dictaduras y hasta una pandemia. Alberto Navas Blanco, historiador, doctor en Ciencias Políticas y autor de 23 libros sobre la historia de esta casa de estudios, nos explica la importancia de la UCV en el devenir del país

De la Universidad Central de Venezuela (UCV) se sabe todo y nada, al mismo tiempo. Se sabe que los comedores están cerrados, pero no cómo hace la plantilla de profesores para seguir alimentando la mística de los estudiantes y la propia. Se sabe que la falta de mantenimiento ha acelerado el deterioro de sus instalaciones, pero no se entiende cómo no ha terminado de colapsar por completo. Del todo.

“Es un gran esfuerzo y una gran mística lo que hace que la UCV siga abierta”, reflexiona el politólogo e historiador Alberto Navas Blanco, quien ha vertido su vocación y saber a lo largo de 23 libros sobre la historia de “la casa que vence las sombras”, que este mes cumple 300 años de historia participando, ya sea de manera directa o indirecta, en el conflictivo devenir de Venezuela.

La historia de la Universidad Central de Venezuela no comenzó con aquel nombre, ni con el concepto que maneja en la actualidad. Entonces, concretamente en el año 1717, Carlos III creó la Real y Pontificia Universidad de Caracas en una provincia que aún no era Capitanía, pero que estaba próxima a serlo. «Se convertiría en 1777 en la Capitanía General de Venezuela por orden de Carlos III, para unir las provincias de oriente, occidente, Guayana y Los Andes. La creación de la Universidad por parte de Felipe V fue pensada para satisfacer a todas las provincias, pero fundamentalmente a Caracas que era la más grande de todas», explica el historiador. 

Pero ¿cómo era esa Caracas que, de un día para otro, recibe el permiso expreso del rey para fundar su primera universidad? Para comenzar a imaginarse ese país, es necesario tomar en cuenta que Venezuela, como bien lo explica Navas Blanco, «era un país exportador de cacao, de economía esclavista y con una importante exportación de ganado y cueros. Había otros factores menores en la economía, como la caña de azúcar, el tabaco y más adelante el café».

Esta economía habría creado, según el politólogo e historiador, «una sociedad mantuana, madura y aristocratizada cuyos principales actores eran los criollos». Fue precisamente en esa sociedad donde Felipe V decide formar la Real y Pontificia Universidad de Caracas sobre la base del Seminario Santa Rosa de Lima (fundado en 1673), dándole la facultad de otorgar grados y, por ende, convirtiéndolo en una universidad


Los egresados de la UCV están en todas las universidades, ocupando cargos públicos. Al menos 24 presidentes de la República han sido egresados de la Universidad Central de Venezuela

Alberto Navas Blanco, politólogo e historiador

—¿Cómo se recibió esta noticia entre sus habitantes? ¿Quiénes podían formarse en ella?

El rey Felipe V dicta la Real Cédula ese 22 de diciembre de 1721 con criterios propios de todas las universidades españolas. Los requisitos eran el conocimiento básico de saber leer y escribir, pero también había otros como el pago de la matrícula, y también la “limpieza de sangre”, algo que en España era fundamental para evitar el ingreso de moros y algunas razas semitas y personas que no tengan un origen legítimo, en el sentido de ser bautizado, de madre y padre conocidos y de buena conducta. En Venezuela, al ser un territorio con una población de mayoría parda, la medida se ejerció con mayor dureza y los interesados debían demostrar que no poseían sangre africana ni indígena, y que sí era hijo de un matrimonio legítimo de padre y madre. Ingresaban personas del sector blanco criollo (los aristócratas estudiaban en sus casas). Hubo muy contadas excepciones en las que a la Universidad ingresaron algunos estudiantes con algún toque indígena o africano; incluso “blancos de orilla”, como Francisco de Miranda, pero en general la institución estaba restringida básicamente al sector que iba a producir funcionarios y profesionales para el rey, para la iglesia y para el municipio, que eran las estructuras de poder. En ese sentido, la Universidad se nutría de la clase media aspirante a la carrera universitaria, que era como una especie de ennoblecimiento académico. Una “nobleza de toga”, si se quiere.

—¿Cómo nace el concepto de la Universidad Central de Venezuela, tal como se conoce hoy día?

El concepto de Universidad Central es un concepto liberal europeo, tanto en Francia como en España: una universidad del Estado pero laica, que es asumida en la Gran Colombia con la ley del año 1826 donde crea las universidades de Quito, Bogotá y Venezuela, que es la única que conserva el nombre. Su modelo para crear un sistema universitario y educativo se ha cumplido, a mi parecer, porque ha sido el modelo de las demás universidades públicas y privadas. Sus egresados están en todas las universidades, ocupando cargos públicos. Al menos 24 presidentes de la República han sido egresados de la Universidad Central de Venezuela.

—La UCV suma en diciembre 300 años de historia. ¿Cómo ha logrado mantenerse en pie durante todo este tiempo?

La mística universitaria tiene al menos 1000 años, desde la creación de la primera en Bologna, Italia, por el año 1088. Desde ese momento, ha ido formándose alrededor del concepto de autonomía, de amparo de la crítica, de la ciencia, y ahora de la república y de la democracia. Las universidades son repúblicas académicas y eso les da una fuerza para resistir a situaciones muy difíciles. En ese sentido se han adaptado a las situaciones de la sociedad feudal, a la sociedad monárquica, republicana  y ahora la contemporánea. Nuestra universidad es causa de la República, no solo porque en sus capillas se firmó el Acta de la Independencia, sino que ya para el siglo XVIII las universidades elegían a su rector, ya había elecciones. La UCV impulsó la República y por eso, sin la Universidad, la República deja de existir, porque es consecuencia de ella. 

La Universidad ha sobrevivido al cólera, la peste bubónica y la fiebre española, enfermedades que hacen que el COVID-19 se quede chiquito. También ha sobrevivido a terremotos en todos los siglos, y guerras como las de Independencia o la Federal, que fue una guerra inútil. De esta casa de estudios salieron los cuadros principales de la Generación del 28’, de la Generación del 45’ que llevó a cabo la llamada Revolución de Octubre, en el año 1958. Esa vanguardia, aunque se ha deteriorado, sigue allí presente y es el factor de duración, continuidad y futuro de lo que es y seguirá siendo la universidad autónoma y democrática.

—Usted mencionaba, al menos, 24 presidentes ucevistas en la historia de Venezuela. ¿Cómo es la relación entre esta universidad, su gobierno y su sociedad?

Desde el primer presidente de Venezuela que fue Cristóbal Mendoza, hasta Nicolás Maduro en la actualidad, la relación entre la UCV y el gobierno siempre ha sido tensa; conflictiva. Su relación con la sociedad, en cambio, ha sido fluida y constructiva. Es decir, la universidad y su sistema educativo se han convertido en factor y movilidad de ascenso social de todos los venezolanos. Muchos que venían del interior del país y que no tenían dónde comer o dónde dormir, tenían en la UCV ese recurso. Los gobiernos, en cambio, sean de los años 70’, 80’, 90’ y actuales, no han sido capaces de aceptar ni la crítica ni las posiciones objetivas, y por ello han preferido importar el conocimiento.


La universidad es el lugar donde el futuro tecnológico obtendrá un modelo adecuado para humanizarla y que se convierta en un factor constructivo, no represivo y de control de la sociedad, como lo vemos en todas las sociedades del mundo

Alberto Navas Blanco, politólogo e historiador

—¿Cuántos profesionales ha formado la UCV a lo largo de su historia?

Esta universidad ha generado la gran mayoría, directa o indirectamente, de los profesionales abogados, médicos, ingenieros, arquitectos, humanistas y odontólogos (entre otros) del país. Es una verdadera universidad, porque hay muchas universidades privadas que se llaman universidades pero no lo son, porque no tienen ni siquiera facultad de medicina. No llegan a ser completamente universidades, porque realmente una que se precie de serlo debe cubrir todas las áreas del saber y estar dotada de los recursos para atender a estudiantes, profesores, egresados y empleados para que sean modelo de lo que serán en el futuro.

Se estima que al menos 300.000 profesionales han egresado de la UCV en los últimos 300 años y eso significa que este país funciona desde el punto de vista profesional gracias a esos egresados, que desgraciadamente han migrado por la situación actual, en busca de subsistencia. Los sueldos de un médico en Venezuela son inferiores a los de un barrendero en España o Portugal, por ejemplo.


La UCV es una verdadera universidad, porque hay muchas universidades privadas que se llaman universidades pero no lo son, porque no tienen ni siquiera facultad de medicina

Alberto Navas Blanco, politólogo e historiador

—¿En qué situación se encuentra la UCV actualmente? ¿Cuáles son sus perspectivas?

La situación actual es muy mala, pese a que hoy en día se están haciendo reformas y reparaciones en la ciudad universitaria. Pero en el aspecto de la libertad académica y el desarrollo de la carrera académica de los estudiantes y los profesores está muy deteriorado por la falta de recursos financieros y presupuestarios que se gastan en otras cosas menos significativas. La UCV no tiene comedor, transporte, becas ni recursos para estudiar. En mis tiempos de estudiante, la biblioteca cerraba a la 1:00 am, hoy en día ni siquiera abre. El sistema de transporte tampoco funciona, lo cual impide que los alumnos de ciudades satélites se puedan trasladar. Los sueldos de los profesores y empleados son miserables, entonces es un gran esfuerzo y una gran mística lo que hace que la universidad siga abierta con sus autoridades.

La perspectiva es que su situación siga siendo tensa. La UCV ha sido capaz de adaptarse a las realidades. La universidad es el lugar donde el futuro tecnológico obtendrá un modelo adecuado para humanizarla y que se convierta en un factor constructivo, no represivo y de control de la sociedad, como lo vemos en todas las sociedades del mundo, donde todo pasa por un filtro tecnológico. Actualmente quien controla la tecnología y las redes sociales controla el poder, que es controlado también por los que controlan el dinero y las armas.

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