Caracas.- “¡Queremos trabajar!” fue la consigna con la que un grupo de casi 60 panaderos artesanales larenses exigieron la reanudación de la entrega de harina de trigo importada por el Gobierno.
Los productores, en representación de los 114 artesanos del pan que agrupada el Frente de Panaderos Artesanales de Torres, del municipio Pedro León Torres, ubicado en el oeste del estado Lara, denunciaron que la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (Sunagro) ha restringido cada vez más la entrega de materia prima con la que se atienden a casi 70 consejos comunales organizados en las 17 parroquias de esa localidad.
“Acudimos a la sede principal de Sunagro para exigir una respuesta concreta sobre la entrega de harina de trigo, que es nuestra principal materia. Desde que comenzó el año, el tiempo de despacho ha aumentado significativamente, la demora es cada vez mayor y el pasado 14 julio cumplimos dos meses sin recibir la harina de trigo”, aseguró Jesús Reyes, presidente del Frente de Panaderos, minutos antes de ser recibido por la directora de distribución de Sunagro, en la sede localizada en la avenida Universidad de Caracas.
Mentiras de alto voltaje
Reyes relató que desde abril, cuando ya habían comenzado las fallas en la distribución, la dirección regional de Sunagro en Lara ha justificado la escasez del cereal en la inestabilidad del sistema eléctrico. No obstante, cuando el suministro de electricidad empezó a normalizarse, el trigo no apareció. De los 30 sacos de 45 kilos de harina que deberían recibir en promedio los productores, hasta mayo solo recibieron cinco, lo que apenas alcanza para una semana.
“Primero nos dijeron que por las fluctuaciones de voltaje en los molinos no se estaba procesando el trigo, que permanecía en los silos. Luego, cuando se estabilizó el voltaje en nuestro estado nos dicen que ya no hay trigo. Queremos saber qué pasó con el trigo que estaba almacenado y que no había sido procesado. ¿En qué se gastó?”, cuestionó.
Desabastecimiento
Las irregularidades en el acceso al trigo, que se almacena en silos públicos y privados para su procesamiento en molinos, ha ocasionado desabastecimiento en las localidades que antes recibían los productos de los panaderos artesanales, una seria distorsión en el mercado y mantiene al borde de la quiebra a las 114 panaderías artesanales que agrupa el Frente de Panaderos Artesanales de Torres.
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“Desde que empezaron las fallas en la entrega de la harina de trigo panadero, hemos tenido que comprar la harina bachaqueada que nos venden a 50 dólares”, reveló Daniel Camacho, propietario de la Panadería Artesanal María F. P., sigla de Firma Personal, denominación con la que pueden acceder al subsidio oficial por intermedio del frente de panaderos comunales.
Esta práctica, con los peligros que conlleva, ya es habitual. Para mantener la producción, los panaderos recurren al mercado paralelo en el que la harina de trigo, de origen colombiano, es ofrecida en moneda extranjera, a $50, o al cambio en bolívares a tasa no oficial, por lo que actualmente se ubica en Bs. 400.000, un sobreprecio de 430 % respecto de los Bs. 75.000 en los que las ofrece el Gobierno, subsidio incluido.
El control no es para todos
Debido a esto, el precio del pan al consumidor varía, basado en la estructura de costos de cada panadería, pero se incrementan por los altos precios de la materia prima en un mercado altamente especulativo para el que no hay ningún control.
“Tenemos que producir catalinas, pan de guayaba y pan dulce para poder recuperar los costos, porque el pan salado no deja casi ganancia. Es decir, necesitamos recuperar el capital, no queremos perder la inversión y tener que cerrar la panadería, que es el sustento de nuestras familias”, añadió Engel Meléndez, dueño de la Panadería Artesanal Meléndez F.P.
Migdalia de Figueroa, dueña de la Panadería y Pastelería Artesanal Villacinda Migdalia F. P. reveló que en el anterior esquema de distribución de Sunagro la harina era entregada del molino al productor, pero esta dinámica cambió a finales de 2018, cuando aumentaron los controles en la entrega. Ahora el trigo pasa del molino a un centro de distribución local en donde se decide la cantidad de sacos por panadero, basados en la fiscalización de Sunagro.
“Cuando la dotación de la harina se cumplía con normalidad llegábamos a hacer hasta 400 canillas por día, que distribuíamos entre cuatro consejos comunales, compuestos por 280 familias. Ahora eso es imposible, lo que hacemos no alcanza para toda la comunidad”, aseveró Figueroa, dueña de la Panadería y Pastelería Artesanal Villacinda Migdalia F. P., con más de siete años de funcionamiento, de los que los últimos tres han sido en el esquema de producción comunal y de la que dependen su esposo, sus tres hijos y un obrero, vecino de la localidad.