Caracas.- Yoly y Omar llegaron a la parada de la línea Caracas-La Guaira de la avenida Sucre de Catia a las 7:00 am con sus tres hijos, para disfrutar del sol y el mar el primer día del Carnaval. Solo disponían del efectivo necesario para pagar los pasajes; lo demás lo prepararon en casa: arroz con pollo y unas arepas para acompañar. Nada de refrescos ni chucherías.
En la capital existen tres puntos de salida de autobuses que van hacia las playas de La Guaira, estado Vargas, las más accesibles para los caraqueños. El más cercano al Litoral Central es el de Gato Negro, en la avenida Sucre, que también es el más conocido por los viajeros; el otro está en Capitolio, en el centro de Caracas; y el último, en la estación La Paz. Este sábado 2 de marzo comenzó el asueto por Carnaval, aunque Nicolás Maduro había decretado como días feriados también el jueves 28 y el viernes 1°.
En las colas, caraqueños provenientes, sobre todo, de sectores populares, consideran la playa como el plan más económico para pasar tiempo en familia en medio de un proceso hiperinflacionario y un poder adquisitivo que cada vez le permite al venezolano cubrir menos necesidades.
La primera dificultad es el precio del pasaje. En el Sistema Integral de Transporte Superficial (Sitssa) cuesta 220 bolívares soberanos. Esa fue la cola que hicieron Carmen Rodríguez y Yesenia Ramírez. Durante tres horas esperaron. Era casi una cuadra completa de gente que quería abordar alguno de los autobuses rojos; pero prefieren eso a pagar entre 1.000 y 1.500 bolívares en una de las unidades de las líneas privadas. Para ir con su familia, Carmen necesitaría entre 4.000 y 6.000 bolívares, mientras que en la línea subsidiada por el Gobierno requieren menos de 1.000.
Aun así, ir a la playa es más económico que ir al cine o salir a comer en un centro comercial. William Nieto calcula 200.000 bolívares para que una familia promedio vaya a la playa y coma en algún local del litoral.
“Yo no creo que baje de eso. Si no llevas nada, coye, necesitas mucha plata”, aseguró. Pero cree que el venezolano aún busca disfrutar y distraerse a pesar de los conflictos políticos y sociales. Él, como muchos en la cola, fue en un viaje de ida y vuelta; los demás días de carnaval los pasará en casa con la familia o en alguna plaza caraqueña.
En El Silencio no hay una ruta del Sitssa, pero sí se maneja la tarifa oficial, que es de 600 bolívares; pero algunos carros por puestos cobran hasta 4.000 bolívares. Magaly y Héctor tenían tanto tiempo sin ir a la playa que ya se sentían como el Chavo del 8. “Solo la vemos por televisión”. Y del cine, ni hablar. No calculan menos de dos años. Para el fin de semana planean estar en casa con los niños, comprar algunos helados y, si llega el agua, lavar.