Caracas.- El mercado de bonos de Caracas es uno de los más pequeños y “primitivos” del mundo, en el que el mayor riesgo para los inversionistas no es el incumplimiento de pago, sino los atracos. Con la lenta liberación de la economía el dólar pasó a ser la moneda de facto, pero las reformas de Nicolás Maduro impiden transferir dólares electrónicamente de un banco a otro.
Por esa razón, cuando Ron Santa Teresa decidió vender bonos en dólares, los inversionistas debieron depositar pilas de billetes de 100 dólares en bolsas y llevarlas a su banco, en el este de Caracas. Para lograrlo se emplearon varias técnicas, desde escoltas de guardia armados hasta un acercamiento de incógnito para transitar las calles de la ciudad, reseña la agencia Bloomberg.
Si bien el acuerdo fue de solo 300.000 dólares y se limitó a cuentas bancarias locales, el éxito de la negociación a finales de 2020 desencadenó el interés de empresas que buscan financiamiento y de venezolanos adinerados que buscan rendimiento de su dinero en efectivo.
Debido a que la bolsa de valores solo puede liquidar operaciones en bolívares, Ron Santa Teresa estructuró su deuda como pagarés de cupón cero para que los inversionistas no tuvieran que lidiar con el peligro de cobrar los pagos de intereses. Los bonos a un año se vendieron con un descuento de 96 centavos por dólar, y los inversores fueron reembolsados con 100 centavos al vencimiento con los ingresos de las exportaciones.
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Mientras Venezuela se embarca a una reacia adopción de los negocios privados y la dolarización, las medidas aprobadas despiertan el interés de inversionistas, pero el cambio es lento y las empresas locales luchan con problemas básicos, como la falta de combustible y los apagones constantes. El crédito se mantiene limitado y los préstamos representan apenas el 0,5% del Producto Interno Bruto.
El año pasado se disparó en un 60% la venta del papel comercial en bolívares, pese a que el mercado comercializa el equivalente a solo 60.000 dólares por día, por debajo de los 5 millones de dólares de la década de 1990. En ese contexto, los inversionistas con dólares están dispuestos a poner su dinero a trabajar en una economía con alrededor de 2.000 millones de dólares en efectivo circulando y otros 400 millones de dólares depositados en cuentas sin intereses en los bancos locales. Los venezolanos no tienen forma de transferir el dinero al extranjero.
Si bien el bono de Ron Santa Teresa estimuló la especulación de que habría una ola inmediata de emisión similar, el aumento ha sido más lento de lo esperado. Otras empresas que buscan recaudar fondos se han visto frustradas por problemas regulatorios y de estructura, según tres personas familiarizadas con el proceso citadas por Bloomberg y que pidieron no ser identificadas.
Cuando Ron Santa Teresa emitió sus bonos, los compradores asumieron que un sistema de compensación de dólares estaría implementado para cuando maduraran, de modo que pudieran cobrar las ganancias electrónicamente. Construir esa infraestructura antes de que venza el bono ahora parece cada vez más improbable. Mientras tanto, los inversionistas con “cierto nivel de extravagancia” estarán en las calles de Caracas transportando furtivamente miles de dólares en billetes en medio de la inseguridad de la ciudad, pero al menos ganarán algún interés.
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