Contrario a lo que ha pensado la opinión popular durante más de 40 años, el músico (y arquitecto) venezolano de origen italiano confesó que la canción que bautizó una de las telenovelas más memorables de Rctv fue política porque el público así la interpretó

A mediados de mayo, con el recrudecimiento de la cuarentena, llegó a nuestros oídos una buena noticia: Yordano, el cantautor que nos hizo entender lo que era ir por la vida Robando azules y el valor de la Madera fina venció a la muerte y presentó Después de todo, un disco realizado en conjunto con Cheo Pardo y con el que el músico celebra su victoria sobre el cáncer que le fue diagnosticado hace cuatro años.

El artista que le ha escrito y cantado a varias generaciones de venezolanos durante más de 40 años cuenta cómo afronta la pandemia. Nacido en Roma en 1951 y criado en Caracas desde los tres años, Yordano Di Marzo Migani se mantiene como una de las figuras más importantes de la cultura popular de este país.

Conversa con El Pitazo resguardado en su hogar en Nueva York, Estados Unidos, bajo el cuidado de su esposa/cómplice/mánager Yuri Bastidas. Describe su más reciente (y esperada) producción discográfica como “un tanto particular”. Después de su larga lucha contra el cáncer, lo único que el público desea leer (y escuchar) de Yordano son buenas noticias, y Después de todo es una bastante grande.

–¿Por qué particular?

–Toda su promoción se ha hecho a través de las redes sociales. Todas las entrevistas han sido por teléfono o por Zoom. Me hubiera gustado hacer un showcase, tocar el disco en público. Recuerdo que cuando hicimos Sueños clandestinos lo presentamos en El Nacional e hicimos un concierto con el disco.


Lo más importante (y lo que practico) es mantenerse en el presente, y mantenerse sano mentalmente dentro del confinamiento

Yordano

–¿Cree que pueda hacer lo mismo con Después de todo?

–Ya encontraremos la manera de hacerlo. Incluso pensamos hacerlo de manera virtual, hay muchos cantantes que han realizado conciertos en streaming a través de YouTube, pero producir un concierto así requiere de equipos específicos. Se puede hacer, pero no es lo mismo.

–¿Piensa que la industria musical post-pandemia apunte precisamente hacia ese modus operandi?

–Hay mucha incertidumbre porque se están haciendo muchos eventos virtuales, pero considero este momento como un paréntesis. Fíjate que ya están abriendo los restaurantes, claro que con medidas estrictas de higiene y distanciamiento social, pero es algo que está ocurriendo. Creo que lo más importante (y lo que practico) es mantenerse en el presente, y mantenerse sano mentalmente dentro del confinamiento.

–¿Cómo lo logra usted?

–Nunca he dejado de componer, ni siquiera cuando estaba hospitalizado a raíz de mi enfermedad. En condiciones normales camino mucho, me gusta hacerlo. Suelo ir a una tienda de instrumentos que queda cerca de mi casa, cuyos dueños ya son mis amigos. Ahí llevo mis guitarras para que les hagan mantenimiento. También me gusta caminar por Soho, o incluso ir al centro de la ciudad. En Nueva York, la calle es una extensión de sus habitantes.

–¿Cómo es “la ciudad que nunca duerme” en cuarentena?

–Aquí el shock por la pandemia viene, precisamente, porque la calle neoyorquina es una extensión del hogar. Los neoyorquinos comen en la calle siempre, pelean por teléfono en la calle, y el tráfico de gente es muy movido todo el tiempo. Impacta ver la ciudad casi vacía.


Nunca he dejado de componer, ni siquiera cuando estaba hospitalizado a raíz de mi enfermedad

Yordano

–¿Cómo le ha afectado la pandemia?

–Es curioso. Yo con la música tengo, porque el trabajo del músico lo hago encerrado. A menos que llegue la hora de grabar o de tocar, cosa que me lleva a viajar. Lo más interesante es que el COVID-19 llegó cuando estaba retomando el trabajo que puse en pausa desde que salió Sueños clandestinos. Me diagnosticaron el cáncer, pasamos lo que pasamos, nos mudamos a Nueva York por el tratamiento médico y apenas el año pasado fue que pude empezar a viajar con relativa normalidad porque obtuvimos la residencia en verano del año, lo que me otorga flexibilidad para entrar y salir de Estados Unidos.

Yo acababa de salir de una gira muy fructífera por España y Después de todo saldría en abril, pero tuvimos que posponerlo por la pandemia. En España teníamos 14 fechas ya confirmadas. Hay un poco de frustración con la que estoy lidiando.

Uno de mis mejores amigos murió de coronavirus hace casi un mes. De los cuatro que nos encontramos en España, cuando aún no se sabía mucho del virus, tres lo contrajeron. Yo me salvé. Pienso que hasta que no haya una vacuna, no vamos a salir de esto. Internet es la otra gran pandemia de nuestros días.

–¿Por qué lo dice?

–Internet puede llegar a ser enfermizo. En las redes sociales todos se sienten con derecho a decir lo que sea, incluso a insultar a quien sea. Yo suelo meterme poco. Soy muy selectivo con la información que consumo, y hasta he llegado a discutir con amigos íntimos, porque cuando envían cadenas yo les pregunto si esa información está confirmada, y si les llevo la contraria se molestan. Por eso es que le quité el sonido a mi teléfono.

–¿Qué hay Después de todo?

–Una visión asertiva. Este disco expresa circunstancias y reflexiones. Tiene canciones donde decanto un poco lo vivido. Para qué llorar, por ejemplo, comenzó como un ejercicio para hacer una ranchera, porque a mi mamá le gustaban mucho. En inglés, para reproducir música se pulsa el botón “play”, que en español significa “jugar”. Con la música me pongo a jugar como cuando era niño, a jugar a hacer cosas que uno no era.

–¿A quién le dedicaría Para qué llorar?

–Me gusta cuando las canciones tienen doble lectura y cada quien puede escoger su lectura. Por ejemplo, Por estas calles no tenía la lectura que la gente le da hoy, ni tenía que ver con las circunstancias políticas que había cuando la compuse. Yo no compuse Por estas calles para Carlos Andrés Pérez.


En inglés, para reproducir música se pulsa el botón “play”, que en español significa “jugar”. Con la música me pongo a jugar como cuando era niño, a jugar a hacer cosas que uno no era.

Yordano

–¿Cuál es la historia de Por estas calles?

–Esa canción nació en Nueva York, cuando tuve la oportunidad de ver una obra de teatro escrita por un autor cubano cuyo nombre lamentablemente no recuerdo. En esa obra los narradores eran los vagos de un pueblito perdido en el campo cubano, donde las acciones eran protagonizadas por los pequeños poderes: el alcalde, el cura, las señoras chismosas, los evangelizadores. Entonces el argumento estaba basado en lo que contaban los vagos, que también eran músicos y narraban en clave musical lo que ocurría.

Resulta que en la obra se referían a las prostitutas con el artículo “la” delante, y por lo general sus nombres tenían que ver con valores y virtudes. A partir de ahí se me ocurrió jugar con “la valentía”, “la piedad”, “la compasión”, “la violencia”.

–¿Cómo la recibió la gente?

–Cuando grabé la canción se convirtió inmediatamente en un éxito. De hecho la novela, que se llamaba Eva Marina, fue renombrada a partir de la canción. También la replantearon y la volvieron a grabar hasta cierto punto. Recuerdo que hicieron una campaña de intriga muy interesante: aprovecharon el tiempo electoral para hacer la cuña de uno de los personajes, el millonario que se lanza a presidente de la noche a la mañana.

Sin embargo, Por estas calles no fue provechosa para mí en términos comerciales. No generó toques, aunque me dio muchos momentos especiales. Cuando la toqué en el Teresa Carreño hubo una ovación de pie, y cuando la toqué en la Plaza Bolívar de Bogotá, Colombia (poco antes del estreno de la novela) el público escuchó la letra y empezó a señalar los edificios ministeriales y del gobierno. Yo no predispongo mis canciones. Puedo durar mucho tiempo haciéndolas. A veces me tardo literalmente 50 años en escribirlas.


Me gusta cuando las canciones tienen doble lectura y cada quien puede escoger su lectura. Por ejemplo, Por estas calles no tenía la lectura que la gente le da hoy, ni tenía que ver con las circunstancias políticas que había cuando la compuse

Yordano

–¿Algún caso en específico?

Solo ilusión, que forma parte de Después de todo. Quise grabarla con Sietecueros pero no calzaba, no terminaba de convencerme. A lo largo de todos estos años nunca estuve conforme con ella. Incluso para este disco llegué a concretarla, pero nunca estuve satisfecho con ella hasta que comenzamos a hacer la mezcla definitiva. Recuerdo llegar esa noche a mi casa, y la saqué yo solo con mi guitarra en su estructura definitiva, después de pasar medio siglo editándola.

–¿Qué es lo que más le gusta de ella ahora?

–Que tiene al Yordano de 20 años. Ese es el mejor consejo que puedo darte: mantener a tu adolescente y a tu niño interno vivos y listos para cualquier momento. Es necesario tenerlos a flor de piel.

Historia de un descenso

En italiano, el nombre Giordano significa “el que desciende de lo alto”. Y para entender la historia que concluyó con Después de todo, es necesario entender a Yordano como un hombre que bajó hasta el punto más bajo y encontró la fuerza para subir de nuevo.

El viaje que Yordano comenzó sin saber ocurrió en 2013. Su disco Sueños clandestinos acababa de salir, y había conseguido una nominación como Mejor Cantautor en los Latin Grammy de ese año. Al regreso de ese viaje aparecieron los primeros síntomas, y en febrero de 2014 fue diagnosticado con síndrome mielodisplásico.

Empezó el tratamiento en Caracas y, contra todo pronóstico, seguía tocando y ofreciendo conciertos que eran ubicados en los 15 días que había de espacio entre las quimioterapias. Así transcurrió el tiempo hasta que no había más opción que el trasplante de médula, que ocurrió a mediados de 2014 cuando Yordano y Yuri se fueron a vivir a Nueva York.

Lo cierto es que Yordano nunca, nunca dejó de tocar. Cuando se sentía con fuerzas en el hospital, pedía una guitarra prestada de una selección de instrumentos de los que dispone el hospital donde fue operado para realizar terapias con música. El repertorio de esa etapa consistió, en su mayoría, en canciones de The Beatles.

Después de todo comenzó a gestarse al término de los 47 días que transcurrió en el hospital después de su operación, y en los seis meses que transcurrieron mientras guardó un reposo estricto en casa. Como Yuri quería que Yordano tuviese a alguien con quien compartir (musicalmente hablando), entró en contacto con José Luis “Cheo” Pardo. Lo invitó a casa a cenar, y tanto él como Yordano se quedaron hasta entrada la madrugada hablando y compartiendo. El anfitrión le enseñó a Cheo algunas cosas que tenía grabadas, y a partir de ahí comenzó la creación.

El día después de todo

–¿Cómo suele abordar la creación de sus discos?

–Después que paso un tiempo sin componer suelo escuchar mucho y tantear. Toco canciones que no son mías y que me gustan, y de repente “pega” una idea hasta que aparece la canción. Después se van revelando las demás.

–¿Qué buscaba con Después de todo?

–Quería que este disco no fuera melancólico, ni nostálgico. Una de las cosas que más me gustan de él es que el 90% de los músicos que me acompañaron son venezolanos. Y eso se nota en la familiaridad: es un equipo que entendió de una vez de qué iba el disco. Si no hubiera sido con ellos, Después de todo no existiría.

–¿Cómo fue ese proceso de creación a cuatro manos con Cheo Pardo?

–Entre nosotros siempre existió una conexión casi instantánea. Cuando era parte de Los Amigos Invisibles, solían incluir canciones mías en sus mixes. En este disco existe un balance entre mi trabajo y su sonido. En mis discos, me gusta estar presente hasta el final, y me gustó mucho la experiencia de trabajar en un disco como Después de todo. Claro que existieron discusiones creativas pero, al fin y al cabo, la última palabra era la mía (risas).


Hay canciones que dejas en el tiempo y otras que te acompañan por siempre. En mis conciertos nunca faltan canciones de los primeros discos, como Aquel lugar secreto, Otra cara bonita, Manantial del corazón. Tocarlas después de todos estos años es tan natural para mí como tomar agua

Yordano

–De todas las canciones que ha compuesto, ¿cuál es su favorita?

–No tengo. Hay canciones que dejas en el tiempo y otras que te acompañan por siempre. En mis conciertos nunca faltan canciones de los primeros discos, como Aquel lugar secreto, Otra cara bonita, Manantial del corazón. Tocarlas después de todos estos años es tan natural para mí como tomar agua.

–¿Qué ocurre con las demás?

–Selecciono mi repertorio de canciones dependiendo de si voy solo o toco con una agrupación. Hay otras que toco porque me gustó tanto como quedaron, que cuando siento que estoy en una nueva etapa musical me parece interesante mostrarlas porque forman parte de otros episodios creativos. Lejos, Otra madrugada, El amor, Somos tú y yo siempre las toco no porque sean mis favoritas, sino porque siempre quedan bien y me siento muy a gusto tocándolas. Son muchas canciones, no puedes tocar 200 todo el tiempo.

–¿Quedó alguna en el tintero?

–Muchas se quedaron fuera de este disco, tantas que podría armar otro solo con ellas.

A sus 68 años, Yordano es sobreviviente de cáncer. Hace dos años, su hermano Evio fue asesinado a tiros. El COVID-19 que muchos han tomado a modo de chanza le arrebató a uno de sus amigos más íntimos y queridos. La muerte le ha arrinconado en más de una ocasión, pero Yordano ha sabido esquivarla. La ignora y le canta a la vida, eso que nos espera al final de la cuarentena, del encierro y del virus. La vida es eso que vendrá Después de todo.

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