El período 2020-2022 ha sido, quizás, uno de los más atípicos en la historia de la creación humana -sin contar las guerras mundiales, claro está-, en un contexto pandémico donde se puso en relieve la fragilidad de la salud y la vida humana.
Los tres ganadores de la decimosexta edición del Premio Eugenio Mendoza reflexionan sobre estos temas. Anunciados en 2020, los artistas venezolanos Ángel D. Leiva (primer lugar), Analy Trejo (segundo lugar) y Ana Mosquera (tercer lugar), tras un año de desarrollo de sus planteamientos individuales, se unen en una muestra que parten de la misma preocupación, según el curador Manuel Vásquez-Ortega: “problemas humanos como el desarraigo y la posterior necesidad de encontrar arraigo, poner orden en el caos y encontrar un refugio”.
La ambivalencia
Leiva, quien desarrolló una residencia artística en el Museo La Tertulia de Cali, Colombia, agrupa su obra con el nombre P.P.: vicios y vacíos, en la que demuestra su gusto por la ambivalencia y los juegos de palabras.
“Me gusta la dualidad y la complejidad de las relaciones humanas. Con este grupo de obras cuestiono el fenómeno de la acumulación, como una crítica a la sociedad de consumo y la necesidad que esta misma nos crea de destinar el dinero para consumir”, explica.
El bosque
En idioma inglés, la palabra Haunted puede referirse a “encantado” o “embrujado”. No es casual que Analy Trejo haya decidido bautizar su muestra como Haunted: en el lugar más bello que existe, con un conjunto de serigrafías e impresiones que simulan cortezas de árboles y plantas; hechas con tintes vegetales. En la obra de Trejo, el bosque y las cabañas que históricamente han inspirado la obra de creadores como August Strindberg, Virginia Woolf o Mary Shelley, sean representados como elementos que ayudan a la artista -y al espectador- a imaginar cómo podría ser ese refugio interno, que nos ayude a escapar del COVID-19, la crisis humanitaria compleja de Venezuela o el complejo contexto político-mundial en el que vivimos actualmente
La virtualidad
La pandemia no solo significó un tiempo significativo de confinamiento y restricciones: también nos hizo ampliar nuestros horizontes y entender que las tertulias, charlas, conciertos, proyecciones y eventos podían ser disfrutados de manera virtual.
Esto es lo que explora Ana Mosquera con su Isla decepción, en la que crea un territorio con obras imaginadas a partir de símbolos, formas abstractas y nuevas tecnologías que, en palabras de la curadora Ángela Bonadies, “representan flotadores virtuales y videos que se desmaterializan en su imposibilidad física de estar, para optar por una representación digital que habla de una historia migratoria tanto propia como global”.
Coordenadas
La exposición puede ser visitada en la Fundación Sala Mendoza, ubicada Fundación Sala Mendoza, ubicada en la Urbanización Terrazas del Ávila, dentro de la Universidad Metropolitana de Caracas.