El estreno de “Pedro, el escamoso” a través del canal IVC pone el dedo sobre una herida abierta: ¿por qué Venezuela pasó de producir y exportar sus propias telenovelas a retransmitir las de otros países? ¿Qué ocurre en la industria de dramáticos? Dos expertos dan algunas luces sobre la situación en este análisis de novela

Martin Hahn nunca se imaginó que una historia que él había concebido en la intimidad de su hogar caraqueño iba a llegar hasta Tailandia. Pudo confirmarlo en 2006 cuando, a causa de un viaje, acompañó a una amiga a ese país y visitó con ella la fábrica donde adquiría con regularidad productos para importar.

Por mera casualidad, cuando los venezolanos entraron a un cuarto con televisor, las empleadas estaban enganchadas con La mujer de Judas, una de las novelas góticas más populares del autor de otros éxitos como Angélica Pecado y Estrambótica Anastasia. Fue la amiga de Hahn quien, aprovechando el clima en aquel cuarto de empleadas, cautivadas por aquella intriga protagonizada por Astrid Carolina Herrera, resolvió darles la sorpresa de sus vidas:

-Pues aquí tienen a su escritor, se los presento.

Fue así como Martin Hahn terminó por comprobar, seis años después del estreno de La Mujer de Judas en Venezuela, el poder de la telenovela para apelar a cualquier ser humano, así piense y hable tailandés.

Nostalgia, la mina de oro

“El melodrama ha tenido éxito desde el siglo XVIII hasta nuestros días. El regreso a la telenovela garantiza el éxito”, afirma Hahn sobre un fenómeno que solo se puso de relieve en la llamada “crisis de originalidad” que los críticos le achacan a Hollywood, con casas productoras volviendo a historias de los años 80 y 90 como Los Cazafantasmas, Baywatch o Karate Kid, por nombrar algunas.

Las casas productoras de Latinoamérica han adaptado la jugada. En el canal venezolano IVC, por ejemplo, se promocionó la retransmisión de Pedro, el escamoso con un mensaje de su protagonista, el actor colombiano Miguel Baroni. Netflix, la primera compañía que viene a la mente del usuario cuando escucha la palabra “streaming”, ha apostado al género incluyendo telenovelas turcas y coreanas en su programación, financiando el “reboot” de la aclamada Rebelde y exhibiendo Yo soy Betty, la Fea, el éxito de Fernando Gaitán que no ha abandonado el Top 10 del contenido más visto en el continente desde su estreno, en octubre de 2019.

La otrora industria de dramáticos venezolanos ofrece más ejemplos: Elizabeth (1981), por ejemplo, se convirtió en Mi prima Ciela (2007), del mismo modo que Topacio (1984) fue versionada como Esmeralda en 1997.  Pero, ¿qué es exactamente lo que hace que productores y espectadores regresen siempre a las mismas historias?


Los canales que no producen telenovelas, son aquellos que suelen retransmitirlas

Martin Hahn, escritor

El drama venezolano

Para Karin Valecillos, guionista venezolana responsable de algunos capítulos de la aclamada Luis Miguel, la serie “lo primero es su rating”. Cita el ejemplo de Kassandra, versión que hiciera Delia Fiallo de su propia novela Peregrina para el canal RCTV y que, además de ser doblada a más de 40 idiomas fue capaz de pausar, por una hora al día, la Guerra de Bosnia.

Incluso Culturizando asegura que la transmisión de Kassandra causó un pacto entre bosnios, que entraban en un “alto al fuego” durante la hora de la novela. De hecho, cuando llegaban inmigrantes de Bulgaria (país donde la telenovela se transmitía más adelantada), algunas mujeres se ganaban la vida relatando los capítulos que aún los bosnios no habían visto.

Pero no solo Bosnia y Serbia consumen dramáticos venezolanos. La historia de Martin Hahn en Tailandia revela al país asiático como un seguidor de las telenovelas hechas en Venezuela. Otro caso es Paraguay, donde actualmente se está transmitiendo también La mujer de Judas por los canales Latele y SurTV. África y Rusia, según el guionista, son también ávidos consumidores de los melodramas made in Venezuela.


El melodrama ha tenido éxito desde el siglo XVIII hasta nuestros días. El regreso a la telenovela garantiza el éxito

Martin Hahn, escritor

Una industria reducida

Lo dice Martin Hahn: “Los canales que no producen telenovelas son aquellos que suelen retransmitirlas”. Partiendo de esta frase, ¿por qué en Venezuela se están retransmitiendo telenovelas de 20, 30 y hasta 40 años de antigüedad?

Karin Valecillos, por ejemplo, habla de una apuesta al éxito del género y habla de una campaña llamada “telenovelas con N de Netflix”. También habla de un componente clave: la esperanza. “Si bien la telenovela tiene elementos que necesitan cuestionarse y revisarse, como el rol de la mujer en la sociedad, la telenovela genera esperanza. En una telenovela sabes que, por más que sufra, la protagonista va a ser feliz al final”, reflexiona.

¿Por qué IVC, por ejemplo, decide reponer Pedro, el escamoso a pesar de ser un contenido con 20 años de edad? Para Valecillos, el humor de la telenovela colombiana, aunado a un personaje que combina la ingenuidad y la dulzura con la soberbia latinoamericana, son las claves del éxito de un producto que ha resistido tanto el paso del tiempo como versiones de origen mexicano, (Yo amo a Juan Querendón, Televisa, 2007), portugués (Coraçao Malandro, TVI, 2003) y hasta francés (Le Sens de Jean-Louis, France 3, 2005).

Otra razón de peso es la inestabilidad política y económica de Venezuela, que se refleja directamente en la disminución del volumen de telenovelas estrenadas por año. Una tabla con los dramáticos estrenados en Venevisión por usuarios de Wikipedia muestra durante la década de 1960, por ejemplo, registra la transmisión de 24 novelas, y 32 durante 1970. La expansión llegó en 1980, cuando Venevisión rompió su propio récord con 52 telenovelas, y en 1990 subió la barra a 61. La contracción es más visible durante los años 2010-2018, en los cuales el “canal de la colina” produjo, coprodujo y transmitió 31 telenovelas.

Un capítulo sin fecha de rodaje

En 2019, Martin Hahn escribió la serie Almas en Pena, una producción de RCTV Internacional que logró llegar a la parrilla de programación de Amazon Prime Video. Asimismo, algunas producciones del canal del león llegaron a la plataforma TubiTV. La app de streaming de la productora, lanzada durante 2020, ya no está disponible para su descarga.

En 2018, el mismo año en el que Venevisión anunció que dejaría de producir telenovelas hasta nuevo aviso, RCTV produjo Corazón traicionado y Ellas aman, ellos mienten, ambas transmitidas tiempo después por Televen. La última novela-serie de RCTV fue Eneamiga, escrita por Karin Valecillos, estrenada por IVC en 2019.


Si bien la telenovela tiene elementos que necesitan cuestionarse y revisarse, como el rol de la mujer en la sociedad, la telenovela genera esperanza. En una telenovela sabes que, por más que sufra, la protagonista va a ser feliz al final

Karin Valecillos, guionista venezolana

Con una dolarización no oficial de la economía venezolana, el auge de los bodegones, el crecimiento de tiendas de víveres y electrodomésticos con emprendedores e inversores tan desconocidos como investigables, es incierto el futuro inmediato de la industria de telenovelas venezolanas. ¿Logrará resurgir? ¿Seremos capaces de volver a consumir novelas hechas en casa? ¿Qué ocurrirá con sus grandes talentos? Las respuestas no existen en el presente. 

La única enseñanza y la única pista que dejan los guionistas es también la regla fundamental del melodrama: la protagonista cansada y magullada siempre logra truncar los ataques del antagonista y, hacia el final de la novela, logra ser feliz.

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