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jueves, 28 marzo, 2024

La ayuda humanitaria viene con playlist incluido

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Eran las 7:00 am hora Colombia y ya había congregadas 10.000 personas en el puente internacional Las Tienditas para el concierto Venezuela Aid Live. La madrugada anterior, del lado venezolano, individuos desconocidos soldaron al pavimento los grandes containers que bloquean las tres grandes vías del puente que conecta Colombia con Venezuela. La noche anterior el Sebin perseguía a periodistas en Cojedes, y Juan Guaidó no había cumplido las 29 horas que tardó en llegar a Cúcuta.

Pero nada de eso importó el 22 de febrero. Más de 360.000 espectadores caminaban despreocupados y felices bajo el sol inclemente de Cúcuta, con una temperatura oscilante entre los 35 y los 45 grados y una humedad del 33%. Nada de aquello importaba porque aquel concierto, además de reunir a la crema y nata de la música pop latinoamericana y española de forma gratuita, obedecía a un fin superior: ejercer presión para que los funcionarios obedientes al gobernante Nicolás Maduro permitan el paso de la ayuda humanitaria que podría significar la diferencia entre morir de mengua, a merced de enfermedades que alguna vez fueron erradicadas, o vivir para contarlo.

Precisamente por medicamentos es que Blanca Páez viaja desde su San Antonio natal hasta Cúcuta con frecuencia para adquirir los medicamentos que en Venezuela o no se consiguen, o solo pueden adquirirse pagando cantidades exorbitantes de dinero. «Basta con ver la cantidad de gente que ha venido para acá y entender que es casi imposible que a los militares de las fronteras no se les ablande el corazón. Pasan con sus hijos, con sus maletas todos los días».

Blanca cruza todos los días la frontera. Trabaja en Cúcuta, lugar donde también hace las compras. Comenta que el acervo familiar consta de tres empresas que ya no aportan el suficiente dinero para costear los gastos de cualquier hogar. Y es que Cúcuta es la puerta por donde pasa la mayor parte de la migración venezolana. Según Rafael Uzcátegui, director de Provea, Colombia es un país donde en las grandes ciudades existe información sobre la situación migratoria de los venezolanos. Es difícil que un cucuteño no posea afectos del lado de la frontera venezolana. En el puente internacional Simón Bolívar hay vallas apostadas de lado y lado con una campaña realizada entre Acnur y Migración Colombia, cuyo propósito es facilitar la integración legal al civil que llega del otro lado de la frontera. A la madre que arrastra una maleta desvencijada y amamantando. Al padre que carga con sus pertenencias envueltas en bolsas de plástico. El migrante no busca mucho: tan solo quiere gastar su sueldo en algo más que una docena de huevos, agua para bañarse y realizar los oficios del hogar. Quiere, en pocas palabras, la normalidad.

Con la crisis migratoria y aproximadamente cinco millones de venezolanos fuera del país, a la comunidad internacional le queda claro que nadie huye así de su país por un mero gusto. Contrario a lo que podría pensarse, el público de Venezuela Aid Live sabía que iba a algo más que a disfrutar gratis de sus artistas favoritos. Saben que Venezuela, el país hermano y problemático no la está pasando bien, y que su sola presencia en ese concierto multitudinario puede marcar una diferencia. Es el caso de Sandra Vergel y Franklin López, una pareja de colombianos que no comprende cómo, si la equivalencia entre el peso colombiano y el bolívar soberano es tan pequeña, en Venezuela es imposible adquirir una botella de champú por menos de Bs S 20.000 cuando en Colombia se consigue a un precio mucho menor. 

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Se siguen sumando personalidades en apoyo a la ayuda humanitaria

Sandra y Franklin no saben exactamente que es o que contiene la ayuda humanitaria. Solo saben que la necesitamos. Franklin piensa que tanto el día del concierto como el 23 de febrero, fecha anunciada por Juan Guaido como el día oficial de la entrada de la ayuda humanitaria a Venezuela, son importantes para un país que, en sus palabras, lleva mucho sufriendo. «Queremos que en Venezuela sientan este calor humano. Que vamos, que si se puede».

Agrega que diariamente ven a madres que abandonan el país con sus hijos en brazos, familias que deben separarse totalmente por la crisis económica. «En los ojos de ustedes se ve que no quieren irse, que lo hacen porque no tienen otra opción», comenta Sandra.

Ricardo, un comerciante colombiano, comparte los deseos de la pareja y agrega que en el centro de Cúcuta varios establecimientos amanecieron cerrados ese 22 de febrero. De cada puerta colgaba un sencillo letrero: «Nos fuimos al concierto».

Durante el Venezuela Aid Live no faltaron las estrellas colombianas que deleitaron a los parceros: Reynaldo Armas con el Cholo Valderrama, Ciro Quiñones, Silvestre Dagond. Tampoco faltaron estrellas como José Luis Rodríguez «el puma» o Ricardo Montaner reviviendo glorias pasadas. Pero sin duda una de las interpretaciones más emotivas fue la de Diego Torres, quien hizo una breve explicación sobre el poder de la música, el poder imperecedero de algunas canciones y de como estas se mantienen vigentes a lo largo de los años. También explicó que su última canción la cantaría porque entendía que se había convertido en un canto de guerra, un himno de lucha y esperanza para la población venezolana.

Fue entonces cuando cantó «Color esperanza». Y el público colombo venezolano unido en una sola voz la canto completa.

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