El autor prepara el lanzamiento de su nueva novela para el próximo 26 de junio. También afina los detalles de su versión cinematográfica, que será dirigida por Rodrigo Michelangeli

Un meteorito barre con Lisboa, la capital de Portugal. En Venezuela poco o nada se sabe sobre esta tragedia porque el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) cortó el acceso a internet. En un país que tanto en la realidad como en la ficción colapsa por la falta de servicios públicos y la represión hacia quienes manifiestan en las calles por un cambio, un profesor de literatura e historia del arte trata de incentivar a sus estudiantes y de inyectarles ánimo. Trata, al mejor estilo de Rafael Cadenas, de que florezcan en el abismo.

Mientras un país desaparece físicamente, el otro desaparece moralmente. Con esta ambivalencia comienza «El síndrome de Lisboa», séptimo libro del autor venezolano Eduardo Sánchez Rugeles (Blue Label, Liubliana) que saldrá a la venta como ebook el próximo 26 de junio y cuyo guión cinematográfico ya está en preparación, en un proceso de escritura a cuatro manos que Sánchez Rugeles elabora con Rodrigo Michelangeli, cineasta radicado en Toronto, Canadá.

Lado A
Eduardo Sánchez Rugeles, el autor

Entre el escritor y el cineasta hay una amistad quinceañera. Sánchez Rugeles conoció al que sería el director de la versión cinematográfica de su séptimo libro en las aulas del colegio San Ignacio de Loyola en Caracas, Venezuela. Era su profesor de historia del arte e historia de la cultura. Rugeles describe a su sección como curiosos, vivaces, dinámicos.

La experiencia como docente mutó en una amistad, de la que ninguno de ellos se perdió la pista. La figura del profesor y la admiración de la juventud se han convertido en temas que, sometidos a análisis, se pasean por la obra de Sánchez Rugeles.

–A lo largo de su obra existe una mirada amable hacia la juventud venezolana. ¿Qué es lo que más le conmueve de ella?

–Ciertamente en «El síndrome de Lisboa» hay una mirada reivindicativa, admirativa sobre la juventud en Venezuela que quizás en obras anteriores no había tenido ese enfoque. Ciertamente en mis novelas anteriores he trabajado mucho con personajes jóvenes, no sé por qué. Quizás porque me generan simpatía. Trabajé muchos años como profesor de educación media, puede que ahí haya un diálogo, una musicalidad de la juventud que tengo en la psique. Esta novela se alimentó mucho argumentalmente y moralmente de los sucesos ocurridos en 2017, que fueron estremecedores, desgarradores. Esas imágenes de chicos siendo asesinados a mansalva y hubo mucha rabia, mucho dolor, mucha impotencia y mucha frustración. En la primera página de la novela hay una dedicatoria a los caídos y hay una intención clara de reivindicar la figura de los jóvenes caídos tanto en 2017 como en y  a lo largo de ese complejo y doloroso periplo que ha sido la resistencia en Venezuela. Es necesario subrayar el valor de esta juventud aguerrida y sacrificada que sigue en el país.

–¿Qué podemos aprender de los jóvenes caídos?

–La persistencia, el valor de la resistencia, la fe y la responsabilidad en la batalla contra el olvido.

–¿Qué le llevó a imaginar que un meteorito barre con la capital de Portugal?

–Hay tres ideas que inspiran esta novela. La primera es la noticia del avistamiento y la caída de un asteroide en las estepas rusas, que ocurrió en un poblado de Siberia y causó algunos estragos. Pensé que ahí había un potencial argumento literario que valía la pena explorar. La segunda, mi afición por la literatura portuguesa. Comencé a leer obras de autores como José Maria Eça De Queiroz, Fernando Pessoa, de manera muy dispersa y sin un plan, pero con un interés creciente por la tradición literaria de cuentistas y novelistas portugueses. Empecé a encontrar referencias interesantes a fenómenos como meteoritos y asteroides. Escritores como José Saramago y el mismo Pessoa utilizan el meteorito como imagen.


Es necesario subrayar el valor de esta juventud aguerrida y sacrificada que sigue en el país

Eduardo Sánchez Rugeles,autor venezolano

-José Luis Peixoto, uno de los autores portugueses contemporáneos más populares de la actualidad, publica «Galveias», una novela en la que los personajes de un pueblo observan un fenómeno en el cielo. Fue leyéndola que se me ocurrió hacer este guiño a la literatura portuguesa. La tercera idea -y donde encontré el argumento de la novela- fueron las protestas de 2017 en Venezuela. Las situaciones dramáticas y emotivas pasan por este argumento. El asteroide es solo un telón de fondo de todo lo que ocurre. La versión cinematográfica de «Blue label» ya está lista. Se llama «Dirección opuesta» y fue dirigida por Alejandro Bellame, con la participación de Claudia Rojas como Eugenia Blanc y Christian González como Luis Tévez. Además, el cineasta Héctor Palma prepara la versión de Liubliana, y Claudia Pinto Emperador finalizó el rodaje de Las consecuencias en junio del año pasado.

El síndrome de Lisboa completa la tetralogía de libros selectos de Sánchez Rugeles que se convierten en películas para aportar una perspectiva nueva al cine venezolano.

–El ebook vendrá acompañado de una película, así como de varios productos digitales. ¿Cómo cree que la pandemia afecte el desarrollo de la literatura como la conocemos?

–La literatura tradicional va a seguir existiendo, incluso en el papel. Habrá autores que opten por esta modalidad más allá de los avances tecnológicos, desarrollos, sociabilidad a través de medios. Esa literatura seguirá ahí para quien le guste. Pero también es cierto que el cambio de paradigmas tecnológicos es una realidad que se aceleró con el confinamiento, todos fuimos testigos de cómo la cultura mutó. Empezamos a ver teatro por Zoom y a interactuar con el creador musical, literario, dramatúrgico de otra manera, y me parece que este es un aspecto muy interesante para jugar y apostar por una literatura más interactiva sin que esto se convierta en algo frívolo, o que le reste calidad al trabajo literario. Como se trata de un camino a explorar, novedoso y en desarrollo me parece complicado teorizar o profetizar sobre cómo se desarrollará la literatura en un futuro, no creo que toda pase por el uso de estas herramientas, pero están ahí y me parece interesante dialogar. Darle, por ejemplo, un perfil de redes a un personaje, hacer que este tenga un podcast, permitirle interactuar con un público lector a través de una tableta o de una pantalla, por ejemplo. Eso está en mi proyecto por venir después de «El síndrome de Lisboa». No puedo dar muchos detalles, pero tiene mucha música, mucha tecnología.


Las sociedades libres y democráticas no tienen nada que temer, pero las tiranías sin duda utilizarán la pandemia como mecanismo de manipulación, estafa y control absoluto

Eduardo Sánchez Rugeles, autor venezolano

–Hay quienes han afirmado que estos avances tecnológicos podrían conducir a un recrudecimiento en el control ciudadano, elemento que está presente en la novela. ¿Concuerda usted con esto?

–La pandemia dará lugar y ya está dando a alucinatorias (e interesantísimas) teorías conspiratorias. Las sociedades libres y democráticas no tienen nada que temer, pero las tiranías sin duda utilizarán la pandemia como mecanismo de manipulación, estafa y control absoluto.

Lado B
Rodrigo Michelangeli, el cineasta

En la memoria de Michelangeli, Sánchez Rugeles permanece como el profesor de 4to y 5to año de Humanidades que salvó a su promoción del aburrimiento con cine, música y arte. Sacudió a sus alumnos porque logró que se conectaran entre ellos, e incluso los motivó a hacer un largometraje a manera de examen final. La ópera prima de Michelangeli se gestó durante sus clases de bachillerato con el autor de «Blue label», se llama «El afro de Rapunzel» y la codirigió con Diego Borjas, amigo de infancia y colega universitario.

De hecho, la sección de Michelangeli fue la inspiración de «Blue label». Luis Estévez, el mejor amigo de Michelangeli, fue la inspiración del trágico Luis Tévez. Cuando Sánchez Rugeles dedicó el libro “para la H”, se refería a la promoción de Michelangeli.

-Sentí que Eduardo nos dio una voz, nos inmortalizó en la cultura popular venezolana, comenta el cineasta.

–¿Cómo llegó la oportunidad de trabajar con su profesor después de 15 años?

–Yo siempre quise trabajar con él. Me envió el manuscrito de «El síndrome de Lisboa» el año pasado y sentí de nuevo esa reivindicación, esa conexión que sentí cuando leí «Blue label», además de revivir cómo de joven nos sentíamos formando parte de las protestas, manifestando nuestras ideas en una Venezuela azotada por el gobierno. Supe entonces que quería que «El síndrome de Lisboa» fuese mi ópera prima, es una historia fenomenal para adaptarla al cine.

Rodrigo fue miembro de la agrupación Rawayana, y ha sido el director detrás de los videos de canciones como «Algo distinto», «Gatos oliva», «Fuego azul», entre muchos otros. También ha trabajado con grupos en boga como Los Mesoneros, Americania y Oriana Lucas.

Es fundador, en compañía de Jorge Thielen Armand, de La Faena Films, donde ha producido largometrajes como «La soledad», «La fortaleza» y «El father». Esta última ya contaba con un trayecto interesante en festivales de cine mundiales, hasta que el COVID-19 puso pausa a todo.


En la industria de cine es necesario desarrollar la paciencia, ya que un proyecto cinematográfico requiere de años para su ejecución

Rodrigo Michelangeli, cineasta

–Como migrante, ¿qué lugar ocupa Venezuela en su imaginario?

–Luego de haber producido tres largometrajes con La Faena filmados en Venezuela, para mí es muy importante mantener esa raíz. No por un tema patriótico, sino que mis historias están ahí. 

–Detecta en «El síndrome de Lisboa» el germen de la juventud de su promoción, cuando Sánchez Rugeles era su profesor en bachillerato. ¿Qué otro elemento real está presente en la novela?

–Reconozco en Fernando, el protagonista, cierto aspecto autobiográfico de Eduardo (Sánchez Rugeles) que tiene que ver con la docencia. Puede ser como una suerte de homenaje a ese oficio, que no pierde la esperanza y que la deposita totalmente en sus alumnos. 


Para mí es muy importante mantener esa raíz venezolana. No por un tema patriótico, sino que mis historias están ahí

Rodrigo Michelangeli, cineasta

–¿En qué posición se encuentra «El síndrome de Lisboa» con respecto al COVID-19 y la industria cinematográfica?

–Como cineasta, pienso que el COVID-19 es una pausa activa para desarrollar proyectos, madurarlos y llevarlos a cabo cuando todo pase. En la industria de cine es necesario desarrollar la paciencia, ya que un proyecto cinematográfico requiere de años para su ejecución, desde que se escribe el guión hasta que se lleva a la sala de edición. Actualmente estamos afinando los últimos detalles del guión y buscando financiamiento, pero tomamos la decisión de ser abiertos con el proceso porque nuestra intención es que el público la lea y se empape de ella, y que tengan influencia en la obra total. Para ello, queremos hacer un podcast donde Eduardo y yo discutamos el proceso de adaptación y conversemos con invitados de distintos rubros que puedan aportar ideas. Queremos que «El síndrome de Lisboa» sea un proyecto abierto e interactivo.

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