El 7 de mayo está reservado por la Iglesia católica para la memoria de la primera beata venezolana, la causa de canonización continúa. La comisión de las Hermanas Agustinas Recoletas estudia lo extraordinario de aquellos casos donde se presume la intercesión atribuida a María de San José, es decir, se debe probar que ha habido un milagro

El 7 de mayo de 1995 el pueblo de Venezuela se unió en la fe para celebrar la elevación a los altares de la primera beata venezolana, Laura Evangelista Alvarado Cardozo, la niña del Cristo: María de San José.

A 25 años de la beatificación de la aragüeña, nacida en Choroní el 25 de abril de 1875, la fase de canonización de la religiosa continúa y la comisión de las Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús (Arcj), que lleva el proceso, estudia las presuntas intercesiones atribuidas a la beata para ser presentadas ante la Congregación para las Causas de los Santos en Roma.

En 1978 comenzó el proceso de canonización de María de San José. A la fecha, el proceso ha cumplido con tres de los cuatro pasos establecidos por la Santa Sede: ser admitida como Sierva de Dios; comprobadas las virtudes heroicas, ser reconocida como Venerable; y comprobado lo extraordinario, inédito e irreversible de un milagro atribuido a su intercesión ante Dios, es elevada a los altares como beata. Cumplida esta fase se abre la causa de canonización: el estudio de un nuevo milagro atribuido a la mediación de la beata para su estudio médico, análisis teológico y verificación por parte de la comisión de cardenales.

La hermana Gracelia Molina, vicepostuladora de la causa de canonización de María de San José, junto con un equipo multidisciplinario, tiene la tarea de recibir y evaluar los casos en los que los fieles beneficiados dan testimonio de que fue por la intercesión de la beata venezolana ante Dios. “Han llegado casos de personas que han vivido la gracia. Compartimos esta alegría y se cumple con los pasos establecidos en la norma -la Constitución Apostólica El Divino Maestro- de la Iglesia. Hasta ahora el estudio no está concluido como para presentarlo ante Roma”.

Una vez que llegan los casos a la comisión se hace un estudio minucioso, se realizan entrevistas a médicos y enfermeras que trataron con la persona que recibió la gracia. La investigación es documental y de campo, por lo que supone tiempo y dedicación. Las religiosas lo saben.

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En 1982 ocurrió el milagro de la hermana Teresa Silva, quien sufría osteoporosis y por causa de ello estaba inválida. El equipo de religiosos y los peritos médicos debieron demostrar que la sanación obedecía a una promesa en vida de la superiora María de San José, quien le profetizó a Silva su curación: “Cuando cumplas 50 años sanarás”, dijo. Y así fue. En 1993 el papa San Juan Pablo II firmó el decreto en el que se reconoce lo extraordinario, inédito es irreversible del milagro por lo que fue elevada a beata de la Iglesia.

“El Vaticano pide varios aspectos. Primero, que sea una sanación inmediata y total, sin secuelas. Segundo, que sea algo completamente sobrenatural, es decir, que la medicina y la ciencia no tengan explicación de lo ocurrido allí. Otro aspecto es que se pueda determinar que el milagro es por la intercesión ante Dios de la beata”, explicó la hermana Molina.

En esta etapa posterior a la beatificación, se espera una nueva intervención de Dios; es decir, lo que se debe probar es que ha habido un milagro atribuible a la intercesión de la beata. Durante esta fase del proceso, el equipo de postulación de la causa estudia el segundo caso. De comprobarse lo extraordinario del hecho, el papa promulgará el decreto y los cardenales en Consistorio establecerán la fecha de canonización.

“Nosotras estamos seguras de la santidad de la fundadora Madre María; incluso su biógrafa, la hermana Dilia Barrios escribió un libro en el que se recogen los testimonios y gracias por favores recibidos por intercesión de la beata María de San José. Tener milagros comprobables, que reúnan las características de extraordinarios, inéditos e irreversibles no es tan fácil como se piensa. Lo que aquí en Venezuela los médicos peritos pueden declarar como algo sobrenatural, que la ciencia no sabe explicar, es posible que la Congregación de la Causa de los Santos lo vea como contrario cuando haga los estudios”.

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Pequeña en tamaño, pero grande en espiritualidad

La beata María de San José mostró desde niña una profunda vocación religiosa. Audios originales atesorados por la Congregación de las hermanas Agustinas Recoletas del Sagrado Corazón de Jesús revelan que Laura Evangelista se despojó de cualquier signo de vanidad.

“A los 12 años bajé los ojos y me quité las prendas que me gustaban mucho, las pulseras. También me peinaban los crespos, y cuando hice la primera comunión no me peiné más los crespos. Me quité unos zarcillos que me había dado mi abuela materna, bonitos, de esmeraldas, y no tuve ganas de ponerme nada más”, contó a religiosas que lograron grabarla sin que ella se diera cuenta.

Con apenas 1,47 de estatura, la beata era grande en espiritualidad. Comenta la hermana Gracelia que además de ser una mujer sencilla, humilde, con profunda vocación humanista, entregada a la causa de los enfermos, pobres y desposeídos, fue bendecida por virtudes excepcionales propias de los que viven en santidad.

“Tenía unos dones sobrenaturales extraordinarios. Nuestra Madre tuvo éxtasis, levitaciones, locuciones, bilocaciones, inedias e hierognosis. La madre ayunó toda la vida hasta que murió; sin embargo, ofreció un ayuno de 10 años por la conversión de su padre. En ese lapso se alimentada solo con la comunión de cada día (un trocito de ostia) y no consumía ningún alimento sólido. Este don se llama inedia. También cultivó la virtud de la hierognosis, que es el reconocimiento de lo sagrado. Nuestra madre en dos oportunidades dijo a las hermanas que estaba el Santísimo en la capilla y ellas insistían en que no. Luego comprobaron que había todavía ostias, lo que representa la presencia de Dios”.

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Dones extraordinarios poco conocidos de la beata

Los dones que se observaron en la beata María de San José han sido comunes en muchos Santos. La hermana Dilia Barrios Marcano, quien fue la biógrafa de la religiosa, reseñó en unos de sus ensayos que estos dones extraordinarios y místicos suelen presentarse en la vida de grandes santos como regalos divinos.

Estos dones del Espíritu Santo fueron fuente de sufrimiento para la beata, porque ocurrieron a comienzos del siglo XX, cuando había escasa formación teológica y el desconocimiento hizo juzgar los fenómenos como manifestaciones histéricas. Por eso, muchos los mantuvo ocultos por años.

Escribió la hermana Dilia que de los dones experimentados por la beata, unos corresponden al orden cognoscitivo, como visiones, locuciones, discernimiento de espíritus, profecía e hierognosis (facultad para reconocer lo sagrado, en especial la presencia real de Cristo Sacramentado). También fue bendecida por dones de orden afectivo, como el éxtasis, y los de orden corporal, como la bilocación (la capacidad de estar de manera simultánea en dos sitios diferentes) y la inedia (el ayuno absoluto y prolongado durante un tiempo superior a las fuerzas de la naturaleza).

Las religiosas que compartieron con la entonces Madre María de San José fueron testigos de los dones de la beata. Una de ellas fue la hermana Mercedes de San José (Ana Matilde León), así como la Madre Águeda Lourdes Sánchez Díaz, primera sucesora de la Madre María en la Congregación, que -según relata la hermana Dilia- vio, oyó y vivió en su juventud confidencias de su antecesora.

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“No puedo excluirme de estas fuentes, ya que con frecuencia escuché comentarios de casos concretos relacionados con estos dones de nuestra Madre; sin embargo, no deja de ser curioso que para nosotras pasaban casi desapercibidos. Como jóvenes formadas, nos parecía algo normal, tal vez por la misma sencillez de nuestra Madre y el trato cotidiano con ella”, escribió la hermana Barrios.

Fue precisamente el don de la profecía lo que permitió la beatificación.

“Su máximo exponente es el caso de la curación de la hermana Teresa Silva (milagro para la beatificación), enferma de osteoartrosis durante 26 años, cuatro de ellos inválida. Antes de su profesión perpetua, solicitó egreso por su enfermedad, pero la Madre María le respondió negativamente aduciendo que si Dios la había traído a la Congregación, para algo sería y que si llegaba a los 50 años de edad, de ahí en adelante tendría salud. En efecto, ya desahuciada por la ciencia, tres meses después de cumplir su medio siglo sanó repentinamente y perfectamente”, escribió.

Virtudes multiplicadas en obras sociales

La Madre María, también conocida como «la niña del Cristo», siempre estuvo al lado del pobre y enfermo, del abandonado y olvidado. Esa virtud de ayudar al último la llevó en 1901, junto a su guía espiritual, Monseñor Justo Vicente López Valero, a fundar la Congregación de Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús (Arcj), que luego multiplicó en obras, como orfanatos, asilos, casas maternas, colegios, hospitales y albergues, en Venezuela, Perú y Colombia.

“Nuestra congregación desde que nació ha trabajado con el que nada tiene. Sus hijas hacemos lo posible porque su carisma siga vivo y latente, a través de las obras sociales. En Los Teques, estado Miranda, estamos entregando 2.300 almuerzos diarios para personas de escasos recursos y de las barriadas cercanas. Ahora, las casas hogares no solo reciben a huérfanos, también a niños en situación de calle que no pueden ser atendidos por sus padres. Sentimos que hemos vuelto a los inicios de la Congregación cuando había mucha pobreza extrema, gente en la calle que padecía y moría de hambre. Vemos con preocupación que ahora niños han abandonado las escuelas para pedir comida. Por eso, hemos hecho un programa de escolarización para que vuelvan a los colegios”, señala la hermana Gracelia.

La Arcj, a través del programa Prodigar (dar con generosidad aquello que se posee), atiende a miles de personas en distintas regiones del país, y como cada día se incrementa el número de destinatarios, es urgente el apoyo de la gente y de instituciones. Además del aporte monetario, se puede contribuir de muchas formas: con la colaboración en el trabajo, donando alimentos, medicinas, juguetes y/o vestidos en buen estado, promoviendo y captando nuevos benefactores.

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Y llegó la Beatificación

A media mañana del domingo 7 de mayo de 1995 la plaza de San Pedro, en El Vaticano, se desbordaba de fieles. Había mucha gente de Europa pero también de América, y en medio del mar de nacionalidades y de la Guardia Suiza se alzaban banderas de Venezuela y sobresalía la euforia de muchos venezolanos.

En los balcones de la Basílica habían pendones de los Siervos de Dios que ese día se nombrarían Beatos, entre ellos Laura Evangelista Alvarado Cardozo, la Madre María y ahora la beata María de San José.

El papa san Juan Pablo II habló de cada uno de los nuevos integrantes de los altares y lo hizo en el idioma original de cada beato. Este gesto, según contó el locutor Ernesto Tarkany, parte de la delegación en Roma, arrancó lágrimas y aplausos entre los venezolanos presentes.

En Venezuela era muy temprano (aproximadamente las 4:00 am) pero la gente madrugó para ver en directo, a través del canal Venevisión, la ceremonia de beatificación.

Algunas iglesias incluso colocaron pantallas de televisión y esperaron en vigilia el acto. En Maracay, en la avenida Bolívar, al lado de la Catedral, el día previo a la beatificación se presentaron la orquesta Sinfónica de Aragua y el grupo Aragua Costa y Canto, creado en homenaje a la Madre María.

La comitiva venezolana en el Vaticano estuvo presidida por las autoridades de la época, entre ellos el presidente Rafael Caldera y su esposa, Alicia Pietri de Caldera; el gobernador de Aragua, Carlos Tablante y su esposa Margarita Woyciechowsky de Tablante; el alcalde del municipio Girardot, William Querales ; lo niños Cantores de Villa de Cura y su director fundador, el Presbítero Salvador Rodrigo, los postuladores el padre Romualdo Rodrigo y la hermana Dilia Barrios, además del Consejo general de la Orden de Agustinos Recoletos y casi 80 % de la Congregación de las Hermanas Agustinas Recoletas del Sagrado Corazón de Jesús.

Ese día Venezuela se olvidó que había crisis económica (ese año la inflación se disparó a 56,6%, el salario mínimo era de 78 dólares y el gobierno negoció un acuerdo con el FMI para lograr 1.500 millones de recursos frescos) y que la telenovela del momento era Kaina (transmitida por Venevision, protagonizada por Vivana Gibelli, Jean Carlos Simancas e Hilda Abahamz). No había tiempo para lamentos económicos ni farándula porque el país estaba de júbilo de tener a su primera beata criolla.

En las bodas de plata de la beatificación, la devoción hacia «la niña del Cristo» continúa y aunque ahora el Santuario, ubicado en Maracay, está cerrado al público por la cuarentena social obligatoria, la fiesta en su honor se hará en cada hogar donde ha llegado su gracia.

Foto oficial de la beata María de San José en el Vaticano | Cortesía Biblioteca de las Hermanas Agustinas.

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