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jueves, 28 marzo, 2024

La protesta por el pernil se cocinó sin gas doméstico

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De las 466 protestas registradas al cierre de 2018, en diciembre, más de la mitad estuvieron empujadas por la falla en la entrega del pernil que prometió Nicolás Maduro. Fueron 290 manifestaciones a escala nacional, según El Termómetro de la Calle, que dejaron incluso mutilaciones

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“Este año no vamos a fallar con el pernil. Este año viene el pernil completo, grande y gordote para todos los Clap del país”. Esa fue la promesa que 60 días antes de Año Nuevo 2019 hizo Nicolás Maduro a los venezolanos. Pero el pernil no llegó y las calles se encendieron en protestas en todo el país por quienes reclamaban su pieza y los que se quejaban de que la recibieron picada, fileteada u obtuvieron pollo o medio cartón de huevos como reemplazo.

A la crisis de servicios públicos que se evidencia en toda Venezuela a través de las protestas de calle, se sumó un motivo antes de finalizar 2018. “Dame mi pernil” se hizo consigna en varios rincones del país y la indignación aumentó mientras se divisaban en el panorama declaraciones filtradas como “el comandante anunció la entrega porque era necesario, había que sacar a la gente a votar”, o videos como el registrado en el estado Portuguesa que mostraba montones de piezas de porcino descompuestas un día antes de que terminara el año.

De hecho, 62 % de las manifestaciones registradas por El Termómetro de la Calle en diciembre 2018 tuvieron un solo protagonista: la entrega incompleta de perniles, siendo el caso de 290 de las 466 protestas de todo el mes.

Los estados andinos fueron los más desencantados. Táchira fue el que tuvo mayor conflictividad por esa causa, encabezando la lista y por lejos, con 83 pleitos, casi tres protestas por día. Le siguió Mérida, con 53 manifestaciones. En Barinas y Trujillo sumaron 44, respectivamente.

En esa última entidad fue donde el gobernador Henry Rangel Silva dijo el 12 de diciembre que “hay gente que nunca ha comido pernil y ahora protestan porque no llegan. Uno por un pernil no puede entrar en una crisis existencial innecesaria”. En aquella declaración, ocurrida en su programa semanal Al día con Rangel Silva, también afirmó: “Pueden cerrar las calles pero más perniles no van a llegar porque no hay en el país”. Allá vive Mayra Linares, quien reclamó que en su comunidad pagaron 350 bolívares por seis filetes de cochino. A esta zona andina llegó solo 30 % del producto requerido.

El Termómetro de la Calle, un monitor de conflictividad social realizado en alianza entre El Pitazo, TalCual y Runrunes con instrumentos desarrollados junto a ORC Consultores, evidencia que, fuera de los territorios andinos, Zulia acumuló 48 reclamos por pernil, siendo a escala nacional la tercera entidad que más reclamó. Con mucha menor cantidad, estuvieron Miranda y el Distrito Capital, pues en la capital del país tampoco hubo pernil gordo para todos. Un caso curioso es el de Amazonas, donde se registraron 12 manifestaciones por las fallas con el pernil, lo que constituyó un aumento de 21 % con respecto a su promedio del resto del año.

Pero no fue el único problema. Muchos de quienes recibieron la proteína se enfrentaron a otra realidad: la ausencia de gas. La falla en ese servicio fue la segunda causa de protestas durante diciembre de 2018, alcanzando el 14%.

José Antonio fue uno de esos seguidores que se cansaron de esperar por el cumplimiento de esa promesa. Esperó tanto que el 31 de diciembre, ya convencido de que no tendría su pernil, salió a las calles de su pueblo para pedir la ayuda de los vecinos y lograr reunir lo necesario para darle de comer a su familia en la noche de Año Viejo, donde años atrás era una costumbre comer hallacas y cochino.

“Yo esperé, porque de verdad tenía la esperanza de que me dieran mi pieza. En la casa las niñas y mi mujer estaban contando con eso; íbamos a hacer unos bollitos de hoja de maíz y nuestro cochino, pero no llegó. Al final los del Consejo Comunal nos hicieron esperar hasta el 31 a mediodía y nos decían que no perdiéramos la fe, pero en la espera hasta hambre le dio a la gente en la casa y se comieron los bollitos, entonces nos quedamos sin nada”, contó este habitante del municipio San Casimiro, una población del Sur de Aragua, donde hace tres meses que no llega la caja de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap).

En la casa de José Antonio, esa noche del 31 prefirieron acostarse a las 9 pm para escapar del hambre y de la tristeza que les produjo no tener cena para recibir el año. “Me duele porque eso es lo que va a recordar mi niña de seis años, que yo sufrí para perseguir un pernil y que nunca llegó, que nos acostamos sin comer, que lleva dos años sin cena de 31. Esas cosas duelen y yo no sé por qué tienen que jugar con uno. Yo le había prometido que este año que pasó sí íbamos a comer pernil el 31”, contó.

Las protestas trajeron a la PNB y la Guardia Nacional, pero no al pernil | Foto: Rayner Peña

Mesas vacías y sangre derramada

Perder la mitad de un dedo: eso le costó a Angélica María Díaz Morelos la discusión con una vecina de su comunidad por el pernil. La poca existencia del rubro, la desigualdad en la repartición y los mecanismos condicionados para la entrega del alimento propiciaron todo tipo de situaciones esta Navidad de 2018.

Aunque se niega a hablar, por temor y porque hay un proceso legal abierto en el caso, el de Angélica fue un suceso conocido en todo el país. Los vecinos del sector El Plan, callejón San Guillermo del barrio La Alcabala, en Petare, recuerdan el hecho y lo reviven con facilidad. Cuentan que la pelea comenzó tras el sorteo de los 400 perniles que llegaron a San Guillermo para ser repartidos entre más de 3.000 familias inscritas dentro de la Comuna “4F”, que agrupa a 18 consejos comunales y tres colectivos de todo Petare.

El mediodía del 7 de diciembre, Angélica se dispuso a repartir “solo entre chavistas” el pernil, cuando sus vecinas más cercanas se quejaron de que además les tocara media pieza, pese a ser un grupo numeroso. Quienes presenciaron el hecho se niegan a dar sus nombres por temor a ser agredidos en un barrio tan peligroso, pero cuentan que una ciudadana llamada Alejandra María Torres Ramírez agredió a la otra mujer con apoyo de algunas familiares y terminó mordiendo y arrancando con su propia boca un trozo del dedo de Angélica.

El parte policial refiere que la agredida sufrió “amputación traumática de tercera falange del dedo medio de la mano derecha”. “Al final se quedó sin parte de su dedo por pelear por ese pernil que ni siquiera era de ella”, reflexiona un residente de San Guillermo. La agresora estuvo detenida solo 72 horas y ahora tiene régimen de presentación. Mientras, en la comunidad siguen las riñas por la comida de los Clap, que “es repartida solo para los que son chavistas, para los que abiertamente se muestran seguidores de Maduro y tienen su carnet; al resto no nos toman en cuenta”, tal como contaron.

Esmery Rodríguez es vecina del 23 de Enero, la parroquia bandera del chavismo en Caracas. Fue una de las más de 60 personas que se apostaron el 30 de diciembre en Miraflores para gritar “El 23 de Enero reclama su derecho” y exigir a Nicolás Maduro la entrega completa del pernil y las cajas del Clap, que solo llegaron a un limitado grupo de la comunidad. A los vecinos los sacaron de las calles con la promesa de que una comisión de Vicepresidencia se ocuparía de entregar la carne, pero nunca ocurrió.

También hubo reclamos por malos manejos y privilegios. “Es indignante escuchar a los delegados decir que la persona que no tenga el dinero para ese momento se queda sin el beneficio y que ese delegado se quede con su caja o su pernil… Cómo van a lograr acabar con las mafias, si las personas a las que se confía la administración toman parte en los abusos”, se preguntó Keyna Cáceres, una vecina de El Valle, donde el producto cárnico fue repartido “entre gallos y medianoche”.

Según dijo, en los Jardines de El Valle el trozo de cochino se entregó solo a los censados por el Clap, a quienes “pusieron a correr, haciendo transferencias y pidiendo ayuda a todos los vecinos para no perder el bendito pernil”. Fue una situación similar a lo vivido por la gente del kilómetro cinco de la Panamericana, donde hubo quienes obtuvieron el producto a las 11:20 pm del 31 de diciembre.

La protesta por el pernil fue un grito ahogado por otros dramas que viven los venezolanos, pero dejó expuesta la inconformidad de un pueblo hacia el gobernante que rompió otra promesa.

El cierre de vías fue la manera de reclamar por la comida | Rayner Peña

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