
Con 17 años y dos meses de embarazo, Milanyela Liset Tenias fue asesinada por un desconocido en el cuarto de su casa. Su pareja la encontró y -al ver las marcas en su cuerpo- piensa que alguien intentó violarla
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Ahí estaba ella. Tendida sin vida en el suelo de su cuarto, al lado de la cama, con los dedos de su agresor marcados en la piel. Tenía moretones en sus mejillas y un hueco profundo en la parte trasera de su cabeza. La sangre le desbordaba y ni su larga melena lograba cubrirla.
Así fue localizada Milanyela Liset Tenias, de 17 años. La asesinaron y se no se sabe el motivo; sus familiares aseguran que sufrió un intento de violación y no se dejó.
Un rancho del sector La Barraca, en Petare, municipio Sucre, sirvió de escena del crimen. El jueves 20 de junio, la joven se quedó sola como todos los días. Luis, su pareja, aproximadamente a las 6:30 de la mañana se despidió de ella y salió del barrio con destino al restaurant Rancho Criollo Padova, ubicado en Los Dos Caminos, donde labora como mesero desde hace años.
Minutos después de despedir a su novio, Milanyela escuchó que alguien gritaba desde la carretera. Vecinos de la adolescente le contaron a su madre, Marizaida Subero Tenias, que quien llamaba era un primo de Luis. Según el relato de los allegados, el joven preguntaba si su familiar estaba en la casa. La muchacha, desde una de las ventanas, le respondió que ya no estaba. Ese fue el último instante en el que sus conocidos la vieron con vida.

Quien comete un acto carnal en contra de un menor de edad debería pasar un cuarto de su vida en prisión

De visita en visita encontró el amor
El día de su asesinato, su madre intentó contactarla. Pasadas las 8:00 de la mañana la llamó a su celular, pero no respondió. Después de mediodía realizó un nuevo intento y, nuevamente, le cayó la contestadora. Le escribió un mensaje de texto y tampoco le contestó. La incertidumbre se apoderó de ella. “Mi niña me contaba todo”, comentó.
Milányela no tenía mucho tiempo viviendo en Caracas. Hace unos cuatro meses se asentó en Petare al encontrar el amor y, junto a él, también la ilusión de un primer hijo. La adolescente tenía dos meses de embarazo.
Antes de llegar a La Barraca vivía en Tacarigua, ubicada en el municipio Brión del estado Miranda. Allí se crió, estudió y se graduó de bachiller en el Liceo Nacional Bolivariano Eulalia Buroz. Vivía con una tía. Su madre tenía años residenciada en Petare. Dejó su pueblo en búsqueda de mejores oportunidades económicas. Para reducir la distancia, la adolescente venía a Caracas cada 15 días.

En una de esas visitas conoció a Luis, quien a través de mimos la conquistó y luego la enamoró. Al enterarse de que su amor dio frutos, los jóvenes decidieron iniciar una vida en pareja y alquilaron un ranchito, cercano a la casa de la mamá de Milányela. Desde que empezaron a convivir, la adolescente no trabajaba, era ama de casa y salía cuando debía hacer alguna compra o a realizar un trámite; de resto pasaba el día en su casa o con su mamá.
El hallazgo
El 20 de junio, Luis llegó a su casa pasadas las 11 de la noche, luego de una larga jornada laboral. Al entrar, llamó a Milányela, pero esta no contestó. Pensó que se había dormido.
Siguió directo al cuarto y, al encender la luz, vio que su novia no estaba en la cama. La encontró al lado de una de las patas del catre. El cuerpo de la adolescente yacía en medio de un charco de sangre. Vestía short, franela y calzaba sandalias.
Al verla, gritó, se lanzó al suelo y pidió ayuda. “Milányela tenía la cara marcada, como si le hubiesen dado muchas cachetadas. Su boca estaba llena de sangre. Sus brazos tenían marcas de dedos. Para mí, quién la mató, quiso abusar de ella y no lo permitió”, describe Luis con cara de atormentado.

Minutos después de despedir a su novio, Milanyela escuchó que alguien gritaba desde la carretera

¿Quién la mató?
Familiares presumen que el asesino de Milányela es alguien a quien conocía. La mañana del 21 de junio, funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) se acercaron al sitio del suceso y realizaron el levantamiento del cadáver. En medio de la faena, colectaron pruebas y determinaron que la puerta de la casa no fue violentada; además, descartaron el robo a alguna de sus pertenencias.
Culminado el procedimiento policial, los uniformados señalaron a Luis como principal sospechoso de cometer el femicidio. Lo trasladaron a la sede del Cicpc de El Llanito, perteneciente al Eje Este, para realizarle un interrogatorio. En la ronda de preguntas, a pesar de los golpes y gritos intimidatorios, el joven logró comprobar su coartada: se encontraba trabajando al momento del asesinato. Los funcionarios redireccionaron su investigación.
En el informe forense de la víctima, elaborado en la morgue de Bello Monte, se describe la causa de muerte de la adolescente: hemorragia subaracnoidea y traumatismo craneoencefálico, causado por golpes realizados con un objeto contundente.
El rostro del homicida de Milányela todavía se desconoce. Del primo de Luis, señalado por los vecinos como la última persona que la vio con vida, nadie sabe nada. Su asesinato, tipificado en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, contempla una pena de 15 a 20 años de prisión. De acuerdo con el artículo 44, quien comete un acto carnal en contra de un menor de edad debería pasar un cuarto de su vida en prisión.
La adolescente fue enterrada en el cementerio público de Tacarigua. Al recordar la muerte de su hija, las lágrimas de Marizaida Subero Tenias se desbordan y dice: “le desgraciaron la vida a mi niña. Milányela era muy linda. No bebía, no fumaba. Yo no sé qué estoy pagando”.