Un kilo de harina, uno de arroz y uno de azúcar es lo que puede comprar una familia en Guajira. En la Costa Oriental sustituyen uno de estos productos por granos. En Maracaibo una abuela gasta el bono en 10 pañales para su nieta y en el Sur del Lago alcanza para 20 plátanos y un kilo de queso
Por: Sheyla Urdaneta / Eira González / Mayreth Casanova / Edwin Urdaneta / Johandry Montiel / Nataly Angulo
Cuando el bono del gobierno de Nicolás Maduro llega a la cuenta de Coromoto Paz la emoción le dura minutos y se le acaba cuando paga los tres únicos productos que puede comprar: un kilo de arroz, un kilo de azúcar y un kilo de harina.
La entrega de bonos comenzó durante la gestión del fallecido Hugo Chávez, cuando era presidente de Venezuela. A mediados de la década pasada, los economistas afirmaban que el país atravesaba por una inflación galopante que devino en hiperinflación bajo el mandato de Nicolás Maduro. En 2017 se creó el sistema de identificación denominado Carnet de la Patria, a través del cual ciudadanos reciben ayuda económica de forma directa. Pero para Coromoto, así como para millones de venezolanos inscritos, el monto de esa ayuda es apenas algo simbólico.
Estos tres productos que puede comprar con el bono solo le alcanzan para uno o dos platos de comida, no más, porque Coromoto, que tiene 43 años, vive con su esposo Carlos Palmar, de 54 años, que desde hace dos años está en silla de ruedas porque sufrió un ACV, y sus nueve hijos.
El último bono que depositaron en la cuenta del banco de Coromoto fue de 3.200.000 bolívares. Cuando llegó al abasto calculó cuántos alimentos podía adquirir. “Mi historia es fuerte, mi historia es triste. Quería comprar un cartón de huevos, pero no me puedo dar ese lujo porque tengo que comprar azúcar y otras cosas para el alimento de mis hijos”, dice en tono de lamento.
Los hijos de Coromoto tienen entre 17 años y 2 años. Entre ellos está Sharol, de 3 años, con síndrome de down. Todo esto le preocupa a Coromoto, que además vive en la casa que le prestó una persona para que se la cuidara.
COMO LOS BONOS NO ALCANZAN, NI LLEGAN SIEMPRE, COROMOTO SALE A DIARIO A PEDIRLE A SUS AMIGAS QUE LE PERMITAN ARREGLARLE LAS UÑAS
Como los bonos no alcanzan, ni llegan siempre, Coromoto cuenta que sale a diario a pedirle a sus amigas o vecinas que le permitan arreglarle las uñas y les cobra 5.000.000 de pesos colombianos, que al cambio son 200.000 bolívares. Es poco y alcanza para casi nada, pero Coromoto no tiene materiales para trabajar y son las mujeres que atiende las que se lo facilitan.
Coromoto ya no cree en promesas gubernamentales y describe el escenario de su entorno que es similar al que vive en su casa. Dice que desde hace seis años, en Guajira, aumentaron los casos de desnutrición en los niños por la falta de alimentos.
“Aquí las familias sufren bastante para dar un plato de comida a sus hijos. Antes éramos felices y no lo sabíamos porque teníamos comida y trabajo y ahora: Sálvense quien pueda”.
En el monitoreo que la Comisión para los Derechos Humanos del estado Zulia (Codhez) en Maracaibo hizo la primera quincena de noviembre de 2020, se precisa que, en promedio, una familia necesita 29.152.334,34 de bolívares para comprar 21 alimentos básicos.
En el estudio incluyen productos como la carne de res, pollo, granos, huevos, cebolla, tomate, yuca, queso, harina de maíz, arroz, pasta, margarina, y aceite vegetal. Esta compra no es posible con el monto de los bonos que otorga el gobierno de Nicolás Maduro. Lo que depositan es insuficiente.
Un bono por 10 pañales
Delvalle Rincón de 52 años vive con su hija de 23 años, su nieta de 1 año y su mamá de 80. “Mi mamá y yo recibimos el bono y eso se vuelve sal y agua en un momentico. Más tardan en depositarlo que nosotros en gastarlo”.
El último lo recibieron hace dos semanas: 3.200.000 bolívares ella y 3.200.000 bolívares su mamá. Con uno compraron un kilo de arroz, un kilo de pasta y un kilo de azúcar; con el otro, Delvalle adquirió 10 pañales desechables para su nieta en un abasto en Maracaibo donde se los vendieron a 300.000 bolívares cada uno.
Delvalle lamenta: “Los bonos son de hambre y para más hambre. A uno se le van los ojos en los mercados queriendo comprar de todo, pero alcanza para tan poco que a uno le da hasta rabia. Voy con mi tarjeta a pagar y quisiera comprarle tantas cosas a mi nieta para que coma mejor. A veces se cansará de comer plátano o las masitas que le hacemos con harina”.
Los bonos son de hambre y para más hambre
Delvalle Rincón
Por eso Delvalle y su hija van cada dos días a cuidar a unos ancianos, por lo que les pagan y las ayudan con la leche para la niña. “Nos turnamos: unos días va mi hija y unos días voy yo porque no podemos dejar a mi mamá y a mi nietecita solas”.
Se ríe y cuenta que cuando su mamá se entera que le depositaron el bono pide varias cosas: “Me dice que le compre la medicina para la tensión y para los dolores de las piernas. La tengo que engañar diciéndole que no hay. También pide que le compre unas galleticas dulces a mi nieta y que le compre un sobre de sopa. Si se entera que solo alcanzó para lo poquito que compré se pondría triste”.
Delvalle se pregunta: “¿En qué momento llegamos a esto? Yo no fui rica, pero no pasé hambre. Ahora veo a mi nietecita y me duele que pase por esto desde tan chiquita. A veces quisiera ahorrar al menos dos bonos a ver si alcanza para algo, pero no se puede porque el hambre no espera”.
Veinte plátanos y un kilo de queso
El último bono que le llegó a Vilmar Carrasquero Quintero, que vive en Santa Barbara del Zulia, fue de 2.500.000 bolívares. No es fijo que lo reciba, sino que le depositan de manera esporádica.
Con ese dinero compró 20 plátanos y un kilo de queso. Cuenta que ya no puede comprar sus medicinas. Lo usa “para medio comer unos días y no completo, eso sólo para los desayunos”.
Vilmar dice que le toca “estirar” el kilo de queso. “Ya no alcanza ni para comer bien”. Dice que, en su caso, es “cuestión de azar” que le llegue el bono.
La cena para un día
En la subregión Perijá la situación es similar. Un bono del carnet de la Patria no es de mucha ayuda porque solo alcanza para comprar un kilo de arroz, un kilo de harina y medio kilo de queso.
Liliana González, que es madre soltera, debe ingeniárselas para dar de comer a sus dos hijos y dos hermanos discapacitados. Señala que son pocos los productos de la cesta básica que se pueden comprar al recibir lo que el gobierno de Nicolás Maduro califica como ayuda económica.
González considera que “el aumento del dólar sigue devaluando al bolívar y en los supermercados, carnicerías los precios cambian semanal o a diario”.
En octubre recibió el último pago a través del bono Venezuela Decidió Cuidarse. Le pagaron 1.950.000 bolívares, además del Bono 7+7 Perfecto por 2.112.000 bolívares. “Con ese aporte compré la cena de un día: un paquete de harina y medio de queso, y pude comprar de inmediato porque lo dejé en el monedero del sistema patria, porque si lo transfiero a mi cuenta se demora hasta tres días para hacerse efectivo y el dólar sigue disparándose”.
El bono se vuelve sal y agua
Orlando Acosta tiene 67 años y recibió en su cuenta bancaria 3.120.000 bolívares de un bono que depositó el Gobierno con el nombre de Amor por Venezuela. “Uno tiene que estirar la plata, pero todo se vuelve sal y agua”, dice mientras esperaba en la cola de Traki, en la avenida Independencia de Cabimas, para pagar la comida que compró. Aunque el precio está dolarizado, después de recorrer varios comercios, es la opción que consiguió más económica.
Vive en el sector Francisco de Miranda, en la parroquia Ambrosio, junto a su hija de 34 años y una nieta de 6 años. Acosta afirma que no tiene interés en temas políticos y solo busca poner un plato de comida en su mesa. “A mí nadie me pone un pedazo de carne en la mesa y, pues, si Maduro lo quiere pagar, yo no me voy a negar por ser adeco (militante del partido Acción Democrática). Una cosa no tiene que ver con la otra”.
LOS BONOS QUE RECIBE ORLANDO, NO TIENEN FRECUENCIA FIJA, PERO LE PERMITEN COMPRAR HUEVO, QUESO Y GRANOS
Los bonos que recibe, aunque no tienen frecuencia fija, le permiten comprar proteína como huevo, queso y granos para su casa. No compran carne. El extrabajador de una ferretería se llevó ese día a su casa un kilo de granos, medio de caraotas rojas y medio de arvejas (927.000 bolívares); un kilo de azúcar (675.000 bolívares), un kilo de arroz (470.000 bolívares), una harina de trigo (640.000 bolívares) y también retiró efectivo en el Banco de Venezuela. Solo le dieron 250.000 bolívares que utiliza para sus pasajes desde su casa hasta el Casco Central.
Su hija también recibe los bonos que depositan por medio del monedero patria y ese dinero lo gastan en comida. Aunque racionan lo poco que tienen durante la semana. “Mi hija, gracias a Dios, trabaja de cajera en una frutería y le dan verduras gratis y un cartón de huevos semanal, por ahí ya nos ahorramos algo de dinero. Todas las noches me acuesto pensando que vamos a comer al día siguiente”.