Quienes necesitan tramitar documentos del área de extranjería ante el Saime solo tienen una opción centralizada en el suroeste de Caracas, en la oficina de la parroquia Coche, donde solo atienden a 100 personas cada 15 días. Una larga espera, trasnocho, incertidumbre y desinformación marcan las jornadas para renovar visas, pasaportes y gestionar permisos de viaje

Son las 4:00 pm del jueves 19 de mayo y la persiana de la oficina del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) de Coche, en el suroeste de Caracas, bloquea por completo la puerta de la única sede donde se tramitan todos los servicios del área de extranjería a escala nacional. El vigilante, fuera del local, habla con las únicas dos personas que se acercan para solicitar información.   

“Es como cuando tenías que amanecer en los supermercados para poder comprar crema dental, harina, papel. Hay que llegar un día antes, en la noche, para hacer la cola y agarrar el número”, comenta un venezolano que acompaña a una persona que se identifica como un pescador oriundo de la zona del Pacífico Sur, entre Chile y Perú, cuyo pasaporte venezolano vence en agosto y que 45 días antes, según explica el vigilante de la oficina del Saime, puede optar por la renovación.

“¿Quién es el director de esta oficina, hermanito?”, pregunta el hombre de piel bronceada con un acento difícil de determinar y añade: “Venezuela es lo máximo, por eso estoy aquí”.

A las 11:00 pm del jueves ya una veintena de personas tiene dos horas en el lugar que los efectivos de la Guardia Nacional (GN) disponen para la espera nocturna. En el sitio, un pasillo externo de varios locales comerciales que están cerca de la oficina del Saime, los extranjeros que aguardan para tramitar sus solicitudes de documentos se organizan, llegan preparados con banquitos o sillas; algunos optan por improvisar una cama para pernoctar. Saben que la noche será larga. Así comienza la espera, 12 horas antes de que puedan ingresar a la sede del organismo público.

Los relojes de los celulares, cuyas pantallas iluminan los rostros de quienes esperan fuera del Saime, marcan las 12:05 am del viernes 20 de mayo. El silencio nocturno en la parroquia Coche lo interrumpen las motos de efectivos de la GN que pasan por la avenida intercomunal, frente a la cola en penumbra de las personas que esperan: algunos fuman un cigarrillo, otros rezan, unos hablan en voz baja y comen algo.

“Cédula en mano, por favor”, informan dos efectivos de la GN que cumplirán con una primera revisión entre la cola de adultos mayores y la de los más jóvenes. En total, a la medianoche, hay más de 35 personas, pero no todos están ahí por un trámite, algunos son acompañantes. Cada día, precisan los funcionarios, se atienden a 100 solicitantes, se reparten 100 números en total. “50 y 50”.

Los trámites más comunes son la cedulación de extranjeros, con un costo de 0,16 petros, y la renovación de visas de transeúntes y residentes, por un valor de 1,67 petros. En la oficina, los funcionarios atienden las solicitudes por el terminal de número de cédula, por lo que el conteo comienza cada lunes con los terminales 0 y 1, según precisan varios avisos y dos hojas pegadas a los lados de la puerta en la entrada de la sede.


Lo que es realmente tenaz es que no está garantizado que te den el documento en corto tiempo, porque yo tengo un año esperando mi cédula

Víctor Rodríguez, comerciante colombiano

“Este trasnocho no me parece nada justo”, dice Víctor Rodríguez, un comerciante oriundo de Bogotá, Colombia, que llegó a Venezuela hace 25 años y debe tramitar la renovación de su visa. Se radicó en San Antonio de los Altos, en el estado Miranda. “Lo que es realmente tenaz es que no está garantizado que te den el documento en corto tiempo, porque yo tengo un año esperando mi cédula. Y esta mañana una señora me dijo que tiene 8 meses esperando la visa, yo pensé que eran 8 días, pero no, son 8 meses”.

En la oficina del Saime en Coche los trámites se gestionan en las semanas administrativas, es decir, se intercalan los días operativos y aquellos en los que no se realiza ningún tipo de gestión. Una semana sí, la siguiente no.

De Casigua El Cubo a Caracas

A la 1:00 am se escuchan varios acentos y los gentilicios se mezclan en la cola: un ciudadano cubano, un colombiano, un peruano, también árabes, haitianos y asiáticos. Detrás de Víctor Rodríguez espera sentado en un banquito Saúl Angulo. No es extranjero, pero su prima, María Vega, de nacionalidad colombiana, viajó desde Casigua El Cubo, en el estado Zulia, en donde reside, y espera renovar su visa. Saúl llega primero que su prima, pues sabe que cada minuto cuenta y no quiere que su pariente pierda el viaje una vez más. “Es algo inhumano tener que hacer esto, llegar una noche antes, pasarla aquí y esperar poder resolver todo. Es insólito”, comenta con la cédula vencida de su prima en mano.

María, de 42 años, llega poco antes de las 3:00 am. “Imagínate hasta donde tengo que venir. Aquí no tengo casa y si mi primo no puede ayudarme, tengo que quedarme en un hotel y el gasto es considerable. La primera vez que vine, hace unas semanas, perdí el viaje porque no estaban recibiendo solicitudes. Para que el viaje fuera más corto tuve que venirme en avión, eso me costó 159 dólares que no son fáciles de conseguir”, explica Vega, quien, como Víctor Rodríguez, detalla que debe pagar un monto equivalente a 100 dólares por la renovación de su visa.


Imagínate hasta donde tengo que venir. Aquí no tengo casa y si mi primo no puede ayudarme, tengo que quedarme en un hotel y el gasto es considerable

María Vega, colombiana que viajó desde Zulia a Caracas

En la cola de adultos mayores, Juan Villamizar, de 71 años, un ciudadano peruano que vive en Venezuela desde hace 31 años, llegó a tiempo, poco antes de las 4:00 am, para contar con atención en la oficina. Es el último del grupo de personas mayores de 65 años, tiene el número 50, la última ficha que se entregó en la madrugada.

“Es muy duro y complicado todo esto, la espera. ¿Cómo haces si tienes alguna necesidad fisiológica?”, señala Villamizar, un residente de Petare, en el este de Caracas, quien junto con su esposa, ya pasadas las 10:00 am, se pregunta por qué el trámite en el caso de extranjería es tan engorroso. 

“Es la tercera vez que venimos. La primera fue para informarnos, la segunda no llegamos a tiempo. Por eso esta vez conseguimos que nos trajeran de madrugada y gracias a Dios lo logramos”, agrega.

Sin información confiable

La desinformación es un tema recurrente entre quienes esperan en las dos colas en la mañana soleada del viernes luego de una jornada de trasnocho. El 16 de mayo, el director del Saime, Gustavo Vizcaino, habló del funcionamiento del sitio web del organismo público en una entrevista concedida al canal estatal VTV.

“Nuestro sistema anterior era un calvario. Recuerdo que una abuelita me agarró en las instalaciones del Saime y me dijo: ‘Vizcaino quita eso del correo electrónico’. Y ahí está ese sistema navegando, trabajando para que nuestro pueblo se familiarice con la página”, comentó Vizcaíno.

El Pitazo solicitó una entrevista con el director del Saime mediante una carta entregada en la sede principal de la institución en el centro de Caracas. La comunicación no fue respondida.

Juan Fernández, de 62 años, acompaña a su esposa de nacionalidad francesa, radicada en el país desde hace 40 años. Ambos viven en Valencia, estado Carabobo. Llegaron a la oficina del Saime a las 3:00 am. Fernández no disimula su sorpresa al enterarse de que la oficina de Coche, en el municipio Libertador de la ciudad capital, es la única habilitada para todos los trámites de extranjería a escala nacional.


Es muy duro y complicado todo esto, la espera. ¿Cómo haces si tienes alguna necesidad fisiológica?

Juan Villamizar, ciudadano peruano

“En la página no hay información actualizada. No entiendo por qué este proceso no puede ser como el de los pasaportes nacionales, que pueda funcionar, porque esto así no sirve, mucho menos centralizar en una sola oficina todo un proceso administrativo que debería ser descentralizado”, agrega Fernández mientras los relojes marcan las 10:00 am.

Las quejas por lo que deben pasar quienes tienen que tramitar algún documento en el área de extranjería no solo se escuchan en las colas y grupos fuera de la oficina del Saime en Coche, también la red social Twitter funge como espacio de desahogo. 

“Almirante en jefe Remigio Ceballos, ministro del Pppijp, agradezco supervise el Saime Coche, negocio redondo con el visado de adultos mayores extranjeros, 50 cupos diarios una semana sí y la otra no. Con funcionarios inescrupulosos, indolentes y groseros”, escribió un usuario en la red social el 29 de mayo.

Llega el mediodía y María Vega y Víctor Rodríguez cruzan la puerta de la oficina del Saime para su salida. Aún hay gente que llegó en la madrugada y espera por ingresar. Vega y Rodríguez ya cumplieron con los requerimientos y no tendrán que trasnocharse de nuevo o esperar en cola por un número, tampoco escuchar los gritos de una de las funcionarias de la oficina que, fuera de la sede y mientras recoge las cédulas por la mañana, advierte que no puede hacerse responsable por las personas que se colean. 

El cansancio es notorio en el rostro de María Vega y Víctor Rodríguez, ahora deberán esperar dos meses para que les entreguen sus visas renovadas. “Bueno, al menos nos dieron un permiso”, dice Vega aliviada pero con premura, pues la espera su viaje de retorno a Casigua El Cubo, a 13 horas y 902 kilómetros de Caracas. 


En la página no hay información actualizada. No entiendo por qué este proceso no puede ser como el de los pasaportes nacionales, que pueda funcionar, porque esto así no sirve

Juan Fernández, venezolano esposo de una francesa

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