Por: Luz Marina Carrero*
Cultores de los municipios Bejuma, Montalbán y Miranda del estado Carabobo se reunieron para conmemorar a los Santos Inocentes. Se trata de una manifestación cultural venezolana que cobra vida cada 28 de diciembre, en homenaje a los niños asesinados por Herodes, según el relato bíblico.
Con trajes llamativos de tiras coloridas, máscaras y con el canto “Ay, Zaragoza”, los Locos y locainas recorrieron las calles de los pueblos que comprenden los Valles Altos carabobeños, al son de cuatro, maracas y otros instrumentos.
Estos personajes forman parte de la tradición cultural decembrina del occidente de Carabobo, la cual deriva de los Zaragoza del estado Lara.
Mujeres y niños se han sumado
En la parroquia Canoabo, la visita de los Locos y locainas es una costumbre muy antigua. En sus inicios era practicada solo por hombres, pero, en la actualidad, se han sumado mujeres y niños, afirmó Juan Vidal, promotor cultural de esta comunidad bejumera.
Por su parte, Daniel Pinto, miembro de la Fundación Kaituco, aseguró que la tradición en Montalbán se remonta a finales de los años 70, cuando don Cipriano «Chicho» Tarazona la difundió en el municipio. Esta costumbre se mantiene desde 2007 hasta hoy.
La popular celebración también llegó al municipio Miranda gracias a los cultores que durante años desarrollan las actividades en el municipio, comentó Renny Rodríguez.
“Con cariño y alegría, los valleantinos salen a las puertas de sus casas a saludar, bautizar a la niña y bailar al ritmo de los locos y locainas”, destacó.
Preservar la tradición
Aun cuando se vive en una era tecnológica, en Carabobo se busca siempre la difusión de sus tradiciones a través de los colegios, es por ello que Vidal, Pinto y Rodríguez comparten que la mejor forma de preservar las costumbres es involucrar a todas las familias para que la juventud se apropie de la manifestación y continúe con el legado.
Los tres cultores abrigan un mismo sentimiento: el compromiso de repartir el conocimiento y realzar la identidad para que año tras año la semilla de la cultura dé frutos en generaciones futuras, en el eje occidental de Carabobo.
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