La llegada de la época decembrina trae consigo la preparación de una serie de platos tradicionales que deleitan el paladar de los venezolanos. Una de esas exquisiteces es la hallaca, un plato con mucho sabor y color que no puede faltar en la mesa navideña.
En los estados Miranda, Aragua, Carabobo y Vargas, ubicados en el centro del país, se prepara la hallaca en forma parecida a la caraqueña, mientras que en otras regiones que le agregan ingredientes particulares.
El guiso de la hallaca de la región central de Venezuela lleva pollo, gallina, carne de res y cochino, con un toque dulce, y se adorna con pimentón, cebolla, pasitas y aceitunas. Hay quienes le agregan almendras, mientras que la masa se elabora con harina de maíz, mezclada con caldo de pollo o gallina, y se colorea con onoto.
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En el litoral central se ha puesto de moda, en los últimos años, hacer hallacas de pescado, pero se venden más como una comida estrafalaria. Además, como muchas familias son descendientes de orientales (Nueva Esparta, Anzoátegui y Sucre), algunas acostumbran colocar de adorno una rebanada de huevo sancochado.
En zonas comerciales playeras de Puerto Cabello y El Palito, en la costa carabobeña, algunas cocineras experimentan añadiéndole mariscos a la hallaca, pero esta tendencia es minoritaria y contrasta con la hallaca que está presente en la mesa de los costeños, con los ingredientes tradicionales.
Al igual que la Navidad, la elaboración de las hallacas es un momento que reúne a la familia venezolana. Las más expertas en la cocina, que por lo general son las mamás o las abuelas, hacen el guiso, mientras los otros integrantes se encargan de limpiar las hojas y picar los adornos.
Igualmente, cuando ya es tiempo de armar las multisápidas, unos extienden la masa, otros agregan el guiso y los adornos y, los más ágiles con las manos, proceden a envolverlas y amarrarlas para luego cocinarlas en una olla con agua y sal.