En las costas del estado Carabobo, específicamente en Puerto Cabello, nace esta bebida elaborada con aguardiente de caña, leche condensada y nuez moscada
Diciembre es mes de celebración, y pese a que este 2020 ha sido atípico, hay quienes no se dejaron arropar por la adversidad y, como todos los años, están montados en los preparativos propios de esta temporada.
En Carabobo, Miranda, Aragua y Vargas es costumbre que las familias no solo se reúnan para hacer las suculentas hallacas, sino además para preparar y degustar las bebidas tradicionales de la temporada, donde destacan la leche de burra, así como vinos y licores de frutas, maíz o de hierbas.
Del Puerto para toda Venezuela
La leche e’ burra, inventada en el pintoresco pueblo de San Esteban por Víctor Suárez en las primeras décadas del siglo XX, es una bebida típica de la Navidad, autóctona de Puerto Cabello, estado Carabobo.
La leche ´e burra, un poco menos espesa que el ponche, fue ideada por Suárez con una fórmula que perdura en el tiempo: aguardiente de caña, leche condensada y un secreto familiar: nuez moscada
Víctor Suárez
Carmen Puyosa, casada con Eliseo Suárez, sobrino del ya fallecido Víctor Suárez, explicó a El Pitazo que la leche e’ burra fue una respuesta de su creador al ya para entonces famoso Ponche Crema. «La leche ´e burra, un poco menos espesa que el ponche, fue ideada por Suárez con una fórmula que perdura en el tiempo: aguardiente de caña, leche condensada y un secreto familiar: nuez moscada», revela.
Los visitantes del otrora caudaloso río San Esteban tenían que pasar por el sector La Toma para poder llegar al río. Y allí estaba la casa de Víctor Suárez donde compraban la leche e’ burra, cuyas botellas las enterraban en la arena para que el agua del río las mantuviese frías.
Como ocurre con todo buen invento, al morir su creador los descendientes conservaron la fórmula y la fabricación de esta bebida navideña que luego se popularizó en casas, bodegas y bares del poblado.
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Ponche sin huevo
Julio Bacalo tiene al menos 30 años fabricando licores artesanales en el occidente de la entidad carabobeña. Aprendió de su suegro, quien era isleño y le enseñó a hacer, primeramente, licor de naranja, ya que estas tierras eran fecundas en cítricos.
“Luego, con la llegada del dragón amarillo, se perdieron los cultivos de naranja y limón, y ahora cuesta conseguirlos, pero apostamos a otras bebidas”, expresó.
Bacalo indicó que también hace ponche crema, pero la situación del país llevó a ajustar la receta tradicional y actualmente hace uno con leche de vaca recién ordeñada, caña clara y azúcar, el cual tiene un método de cocción que le da el punto cremoso que requiere esta bebida sin necesidad de usar huevo, leche condensada o flan, que en el mercado son productos de alto costo.
«Antes lo hacía solo para degustar en familia, ahora es una manera de conseguir otro ingreso. Vendo en 5 dólares la botella y ha gustado mucho, la diferencia es que la leche es más delicada y hay que mantenerlo refrigerado», explicó. Bacalo además fabrica licores de menta, flor de Jamaica, y parchita, entre otros.
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Una exquisita coincidencia
Pedro Guerrero, habitante de Bejuma, en el occidente de Carabobo, apenas llega octubre, inicia su planificación para preparar un licor a base de una fruta muy poco conocida en la zona de nombre «ciruela del gobernador o fruto del gobernador», oriunda de Madagascar. Es un fruto redondo (entre 1,25 y 2,5 cm de diámetro), suave, brillante, de color rojo púrpura, cuando está maduro. Su carne es de color entre naranja intenso y marrón claro; con un sabor parecido al de la guayaba.
«Llegué a la ciruela del gobernador de manera accidental, buscaba ponsigué, porque siempre he hecho licor de ese fruto, y alguien me dijo que tenía una amiga con dos matas de esa especie. Cuando fui al lugar me percaté que, pese a ser parecida, no se trataba de la que yo buscaba», contó Guerrero a El Pitazo.
En la primera quincena de octubre, Guerrero inicia sus preparativos para lo que él llama su bebida típica decembrina, pues la cosecha de este fruto coincide con la temporada. «A mediados de octubre se empieza a recolectar el fruto, para el 20 ya se debe estar macerando con caña clara para finalmente ser consumido en diciembre», detalló.
Estos fabricantes de licores artesanales coincidieron en que este año el ambiente navideño ha pasado desapercibido, pero que, sin importar el panorama actual, mientras puedan, seguirán apostando para mantener viva las tradiciones decembrinas «y la alegría que caracteriza al venezolano».
El carato se sirve bien frío
En los Valles del Tuy, estado Miranda, una bebida tradicional en tiempo de Navidad es el carato. Las hermanas Machillanda, oriundas de Ocumare del Tuy, son expertas en su preparación.
María de Lourdes contó a El Pitazo que para preparar esta bebida se utilizan: maíz blanco, azúcar, papelón, vainilla, clavos de especies, guayabita y canela «Se sancocha el maíz hasta que quede bien blandito; se deja reposar -si es de un día para otro mucho mejor-; se cuela y se muele junto con la guayabita y los clavos de especies.
Aparte, se pone a remojar el papelón con agua filtrada y luego se le va agregando a la masa. El espesor es a gusto de la persona. Luego se pasa por un colador o tamizador; se le agrega la vainilla y se sirve bien frío», detalló.
Con información de Lidk Rodelo, Pola del Giudice, Nadeska Noriega, Francisco Chirinos, Paula Bauer, Ruth Lara Castillo y Rosanna Battistelli.