Una tonelada y media pesa toda la estructura del Santo Sepulcro de Villa de Cura, aunque la imagen de 1,65 metros de Jesucristo apenas llega a los 60 kilogramos.
Se necesitan al menos 80 cargadores para sacar en procesión la imagen más venerada por los aragüeños en Semana Santa, desde el siglo XVII.
«Tres pasos hacia adelante y dos hacia atrás», a este ritmo avanza la procesión que sale a las 9:00 de la mañana de la casa del Santo, una estructura colonial que le perteneció a José Tomás Boves, declarada monumento histórico Nacional en 1972. La marcha finaliza en la iglesia del pueblo a las 3:00 de la tarde. El recorrido es de solo dos cuadras y media, pero toma seis horas hacerlo bajo un intenso sol que parece no fatigar a los cargadores que quedan pegados unos con otros, separados apenas por cinco centímetros.
«Son más de 200 años de historia de cargadores que han heredado sus puestos de abuelos y padres. El lugar debajo de la mesa del Santo se pasa de familia en familia, es hereditario, así que nadie se despega de su puesto. Es impresionante ver a un cargador que tiene tanto peso encima y dice ‘yo levanto el santo a la 9 y de allí no me saca nadie hasta las 3 de la tarde’, o ‘estoy cansado y no puedo más, pero aquí me quedo’. No hay manera de sacarlos. Es algo que se lleva en el corazón», explica Pedro José González, directivo de la Sociedad de Cargadores, quien desde 1995 heredó de su padre un lugar dentro de la cofradía.
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González no carga la imagen, pero cumple un papel muy importante en la procesión: es el encargado de tocar el tambor que marca el ritmo de la caminata.
«Asumí este puesto cuando falleció mi padre que era cargador. Yo toco el tambor que es lo único que los cargadores escuchan. Cada sonido les anuncia que deben avanzar tres pasos hacia adelante y dos hacia atrás, hasta que comienza la música y dejo de tocar el tambor. En este momento los cargadores detienen la marcha y bailan al santo», señala.
La procesión del Santo Sepulcro de Villa de Cura convoca a más de 15.000 personas cada año. En algunas ocasiones ha sobrepasado los 25.000 feligreses, lo que la convierte en el encuentro religioso más importante de Aragua.
Los cargadores asumen que la diáspora ha influido en la merma de visitantes, pero señalan que nunca el Santo está solo porque mientras unos se van otros se incorporan a la devoción. Para este viernes 19 de abril se espera la participación de más de 10.000 personas.
Vestido de blanco y morado
Además de la Sociedad de Cargadores, fundada en 1985, se encuentra la Sociedad Religiosa del Santo Sepulcro de Villa de Cura, creada en junio de 1958, que se encarga de resguardar la casa del Santo durante todo el año, además de encargarse de los preparativos de la Semana Santa.
Desde el domingo de Ramos la casa del «patrón», como le llaman, comienza a recibir a un gentío. Hombres y mujeres dividen responsabilidades para tener todo a punto para el viernes. Mientras unos pintan la fachada y limpian las áreas internas, otros cambian y arreglan detalles de la imagen de más de 200 años.
Petra Josefina Bastidas, mejor conocida como «mami Petra», es una de las encargadas de adornar la tapa del sarcófago de cristal, le coloca flores y unas pequeñas cruces que ella misma confecciona. «Es algo maravilloso. Para mí la semana Santa es sagrada y más esa imagen que nosotros le decimos el viejo y el patrón, a quien hoy le estamos rogando por Venezuela, por la paz, que cambie este país que se ha destruido tanto», dice emocionada.
Al Santo lo bajan de su nicho el domingo, lo limpian y arreglan con mucho cuidado, pulen los vidrios, limpian la madera y todas las ofrendas que se colocan alrededor de la imagen.
Las flores son donadas en su mayoría por la gente del pueblo, quienes llevan lirios blancos y muchas flores moradas. Las orquídeas son obsequiadas por la familia Santarosa que las cultivan en una zona agrícola de Villa de Cura que limita con Carabobo. Generalmente adornan al Santo con 200 orquídeas, pero en ocasiones han colocado más de 300.
En 200 años de historia solo una mujer lo ha cargado
Cada puesto debajo de la mesa que lleva al Santo Sepulcro de Villa de Cura es muy valioso para sus cargadores, que lo cuidan con celo y respeto. Nivelar más de 80 hombres no es fácil, así que cada uno prepara un rollete de tela o almohada que los equilibra con los demás. Para ellos la fe es fuerza que los hace soportar la carga y el calor.
«Comencé en esto por una promesa por mi viejo. Yo le pedí que saliera bien de una operación y él aguantó. La promesa era cargarlo dos años nada más, pero ya llevo 50 años. Ahora mi hijo sigue la tradición», relata Ramón Bastidas, quien no puede ocultar la emoción y deja correr algunas lágrimas al contar la historia.
Por su parte, Pedro José González recuerda que solo una mujer ha formado parte de la Sociedad de Cargadores del Santo Sepulcro.
«Ella fue la señora Nidia de Gabazut, quien murió hace tres años. Ella cargó al santo por más de 25 años y necesitó un permiso especial de la Diócesis de Maracay para hacerlo».
Aclara González que no se trata de machismo, si no un tema de seguridad por el peso de la estructura y el tamaño de los cargadores.»La señora Nidia nunca estuvo debajo de la mesa del Santo, pero sí a los lados sosteniendo a un costado de la imagen».
El Jueves Santo en la noche se hace un velorio, «hasta con chocolate y galletas como en cualquier velorio». Algunos se quedan y amanecen en la casa para participar en la procesión de la mañana del viernes que convoca a más personas.
La imagen del Santo Sepulcro permanece solo cinco horas en la iglesia. A las 7:00 de la noche comienza la caminata de regreso que llega a la 1:00 de la madrugada del Sábado de Gloria. Los mismos cargadores de la mañana hacen el recorrido de vuelta que también dura seis horas, esta vez con menos calor aunque con el mismo peso que solo la devoción hace más liviano.