Por Susana López, miembro de #CONNECTASHub
Decenas de evistas, como se conoce a los seguidores de Evo Morales, protagonizaron una escena que causó zozobra entre la población y generó un sinfín de preguntas y especulaciones. Sucedió el 1 de noviembre, cuando la turba entró al regimiento Cacique Juan Maraza en Villa Tunari, y se apoderó de los fusiles almacenados en la armería. Una acción tan insólita puso a muchos a preguntarse si la región del Chapare se convirtió en una posesión personal del expresidente fugitivo.
Los manifestantes, envalentonados, secuestraron al personal civil, médico y militar que se encontraba en la instalación militar. “Como rehenes pedimos que no se intervengan los bloqueos ya que la vida de mis instructores y de mis soldados están en peligro (…) aproximadamente son dos mil personas que han tomado el regimiento”, dijo el comandante del regimiento mediante un video.
Sin embargo al mismo tiempo, y tras 21 días de bloqueos carreteros en la zona de Parotani, a poco más de media hora de la ciudad de Cochabamba, un contingente policial conseguía mediante gases dispersar a los seguidores del expresidente movilizados.
El presidente Luis Arce Catacora, por medio de su cuenta de X, subrayó al denunciar los hechos que “la toma de las instalaciones militares es un delito de traición a la patria y una afrenta a la Constitución Política del Estado”. La escena de los rehenes cala en la memoria colectiva porque hace 24 años una turba de gente en el Chapare asesinó a los esposos Andrade, en un caso que aún resuena en el país.
El caso de los esposos Andrade
El 10 de octubre del año 2000, los conflictos sociales con el sector cocalero del Chapare estallaron debido a que los cocaleros se negaron a erradicar los sembradíos de coca excedentaria, es decir, la que sobrepasa los límites legales permitidos. Ese día, en medio de violentos disturbios, decenas de esos agricultores persiguieron al teniente de policía David Andrade de 26 años y a su esposa, Graciela Alfaro de 19, y finalmente los capturaron. En medio de los matorrales mataron al uniformado con un golpe de pica en la cabeza y a su esposa la vejaron sexualmente y le cortaron los senos, antes de enterrar sus cadáveres en una fosa común.
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A lo largo de los años, mucho se habló de este terrible caso y sin embargo, hasta la fecha los perpetradores del macabro hecho siguen libres. A pesar de ello, se especuló que el entonces dirigente cocalero Evo Morales había ordenado esas muertes, como una demostración de poder. Uno de los hombres fuertes de su partido Movimiento al Socialismo (MAS), Filemón Escobar (exsenador y asesor de Morales), contó en un programa radial en 2016 que “en reunión de más de 200 personas, se resolvió el asesinato de los Andrade (…), él presidió la reunión (Evo Morales), con la Margarita Terán, los más radicales”.
El clan Terán
El caso de los esposos Andrade tiene entre los involucrados al entorno más cercano de Morales. Varios testigos señalan de haber participado de forma directa a Margarita Terán, ex asambleísta constitucional en 2006 por el partido de gobierno y también expresidenta de la Federación de Mujeres del Trópico de Cochabamba. Durante la investigación judicial de esas muertes, las autoridades detuvieron a Terán pero la pusieron en libertad casi de inmediato.
La familia Terán tiene una cercana relación con el movimiento dirigencial cocalero encabezado por Morales. A Elba y a Juana Terán, hermanas de Margarita, las detuvo la Policía durante su presidencia el 23 de septiembre de 2008, cuando estaban en posesión de 147 kilogramos de cocaína valuados en 300 mil dólares. Sólo duraron detenidas 99 días y obtuvieron la libertad con una fianza de 50 mil bolivianos cada una (7.215 dólares), una cifra muy baja para un delito relacionado con el narcotráfico.
Tuvieron que transcurrir 12 años para que, ya salido Morales del poder, la justicia pudiera adelantar el proceso de posesión de sustancias controladas contra una de las hermanas, Elba Terán. El 17 de enero de 2020 la aprehendieron con una identificación falsa en una lujosa propiedad en Santa Cruz de la Sierra. Luego de ocho horas de deliberación, el juez la sentenció a 15 años de prisión en el penal de Palmasola. La otra hermana, Juana Terán, fue declarada en rebeldía.
Evo se refugia en el Chapare
La apertura de investigación por estupro, tráfico y trata de personas contra Evo Morales se convirtió en el punto determinante para visibilizar la grave crisis estructural del partido de gobierno. El señalamiento comenzó cuando la fiscal departamental de Tarija, Sandra Gutierrez, informó de la existencia de una hija procreada por el expresidente con una joven de 16 años de edad en 2016.
Ante las evidencias presentadas en la acusación, Morales decidió refugiarse en el departamento de Cochabamba, específicamente en la región del Chapare, al amparo de sus miles de seguidores dedicados a cultivar la hoja de coca. Históricamente esta zona, de clima caliente y húmedo, alberga a colonos de otras zonas de Bolivia, principalmente gente indígena migrante del occidente, es decir de tierras frías y altas. El mismo Evo Morales proviene de la parte rural de Oruro, desde donde muy joven migró con su familia.
¿Cómo se convirtió el Chapare en zona cocalera? La historiadora Sayuri Loza cuenta que, a inicios del siglo XX, ya se registraban plantaciones destinadas al narcotráfico. Varias familias hacendadas dueñas de tierras, se dedicaban a la siembra de coca para producir cocaína, hasta que en los setenta el presidente Richard Nixon le declaró la guerra a las drogas . “Entonces se produce una pausa (…) de hecho, hay una portada histórica de un periódico de 1982 que dice: ‘en la plaza de Cochabamba se vende cocaína’. Los hacendados dejan de sembrar pero empieza a aparecer un grupo de campesinos que siembran de forma disimulada”, cuenta.
Pero además, en los años ochenta Bolivia enfrentaba una crisis económica que amenazaba con hundir su modelo de país, dependiente totalmente de la minería. La hiperinflación devaluó la moneda y el precio internacional de los minerales, especialmente del estaño, cayó a su punto más bajo, lo que hizo inviable que el Estado siguiera manteniendo los centros mineros. Para salir de la crisis, el Gobierno de turno tomó dos medidas principales. Por un lado, le solicitó un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI), y éste, al estudiar el tema, identificó la existencia de demasiados cultivos de coca destinados a la fabricación de la droga. Por el otro, el Gobierno decidió en 1985 despedir masivamente a más de 30 mil mineros.
Muchos de esos nuevos desempleados migraron al Chapare y compraron terrenos para sembrar coca. Así, esta región se nutrió del espíritu sindicalista y emprendió una lucha férrea en contra de las intenciones de los gobiernos de turno y de la Oficina Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) de erradicar la coca.
En ese preciso momento de la historia, la figura sindical de Evo Morales tomó relevancia al erigirse como líder cocalero. Al mismo tiempo, el Chapare comenzó a adquirir características únicas mediante un sistema de organización sindical afianzada verticalmente hacia la cabeza dirigencial, lo que algunos llamarían más tarde la “dictadura sindical”.
A toda esta problemática se suma que la coca producida en el Chapare no sirve para el consumo legal y ancestral. Según la historiadora Sayuri Loza, “la coca que se produce en el Chapare no sirve para mascar, es dura como la hoja del gomero (planta), y el jugo que se obtiene no es agradable. En cambio la coca de Los Yungas es suave, es fácil de masticar, es para consumo”, explicó.
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