La ONG Carecen ha afrontado la crisis que generó el envío a la capital estadounidense de más de 800 autobuses con migrantes, la mayoría provenientes de Venezuela
Esta crónica es parte de la serie El incierto camino al sueño americano, una mirada en blanco y negro, que trata sobre migrantes venezolanos y procesos migratorios en Estados Unidos. Es el resultado de un trabajo periodístico realizado en Texas, Washington y Florida en mayo de 2024 por Runrun.es, TalCual y El Pitazo, medios venezolanos que integran la Alianza Rebelde Investiga (ARI)
El taxista de origen afgano se detiene frente a una casa de tres plantas en una concurrida calle de Washington DC y en tono gracioso dice “hasta la vista, baby”. La sede del Central American Resource Center (Carecen) es una residencia de estilo neoclásico, en la grama interior hay una valla con el nombre de la organización y en la reja algunos papeles pegados con información para migrantes. Adentro, una señora frente a un escritorio rodeado por carteleras con decenas de panfletos y avisos le comunica al director ejecutivo, Abel Nuñez, que tiene visita. Inmediatamente, mandan a bajar al sótano, donde el salvadoreño antes de entrar al salón de reuniones explica de qué se trata una serie de retratos con rostros juveniles que adorna un pasillo.
“Todos estos son jóvenes que pasaron la frontera, aquí esta muchacha demuestra cómo escondía el dinero”.
“¿Es un calcetín?”, pregunta uno de los asistentes.
“No, les dicen scrunchies (colas), que se ponen las mujeres para agarrarse el pelo. Tenemos a esta otra muchacha que ahora trabaja con nosotros en el departamento legal, ella perdió los zapatos en su trayecto. Todos eran jóvenes no acompañados que entraron a Estados Unidos, algunos aún no han resuelto su situación legal”, responde el director.
De los 40 años que tiene Carecen, Nuñez ha estado 11 al frente del centro.
Inicialmente, Carecen significaba Centro de Refugiados Centroamericanos, porque se creó para amparar a las miles de personas que salieron de El Salvador a partir de 1981 debido a la guerra civil que causó casi 1.000 muertes.
“Ese conflicto desplazó a mucha gente, especialmente hacia Estados Unidos, fue una guerra que duró 12 años y en la que el Gobierno americano gastó 1 millón de dólares diarios, Carecen nace para atender las necesidades de ese grupo que venía huyendo”.
Mientras Nuñez habla con propiedad de los orígenes de la institución, un grupo de colaboradores le sigue como si fueran discípulos. No hay un tema relacionado con migración latinoamericana que no maneje con soltura.
El poseedor de un título en administración de la Universidad de Hofstra en Nueva York, que devino en activista a favor de los derechos civiles, hace hincapié en que, pese a la guerra, la administración del presidente estadounidense Ronald Reagan nunca les otorgó el estatus de refugiados a los salvadoreños.
“De hecho, el TPS (Estatus de Protección Temporal en español) fue creado para los salvadoreños, hoy en día hay 19 nacionalidades amparadas bajo esa figura, incluidos los venezolanos”.
Nuñez, quien fue galardonado con el premio John Thompson Jr. de la Universidad de Georgetown a labores humanitarias, explica que el TPS fue originalmente diseñado para amparar a extranjeros víctimas de un desastre natural o un conflicto bélico. “En Venezuela es un desastre hecho por el hombre”, dijo.
A juicio del activista, esa hecatombe es la que provocó que desde abril de 2022 hayan llegado a la capital estadounidense más de 800 autobuses con alrededor de 13.000 migrantes provenientes Texas y Arizona.
La práctica de enviar migrantes a Washington hizo que la alcaldía de esa ciudad decretara un estado de emergencia.
“Texas seguirá enviando migrantes a ciudades santuario como Washington, Nueva York y Chicago, hasta que Biden dé un paso al frente y haga su trabajo para asegurar la frontera”, dijo el gobernador republicano Greg Abbott a través de un comunicado de prensa.
“Texas no avisaba cuando mandaba autobuses para acá, el objetivo era causar daño a la ciudad”, sostuvo Nuñez.
El activista recuerda que la política migratoria es competencia del gobierno federal y los estados no tienen que ver en la toma de decisiones.
“Lo que pasa es que ellos se han insertado de alguna forma. El gobernador (Abbott) tiene autoridad para poner vallas en sus límites, pero no en la frontera con México. El tema migratorio siempre ha sido muy precario en este país, aunque al Gobierno estadounidense le guste decir que este es un país de migrantes, siempre la migración ha causado problemas políticos, todos han tenido que luchar por su espacio. La xenofobia que denuncian los venezolanos aquí no es algo nuevo, ese es el precio de entrada a este país y eso lo paga el primer flujo grande, ya les pasó a los mexicanos”, aseguró Nuñez.
Recordó otros casos de hechos similares. “En los 60, cuando había la lucha por los derechos civiles, muchos conservadores mandaron a ciudades del norte a los afroamericanos, lo mismo hacen estos gobernadores”.
A juicio de Nuñez, algunos grupos, incluyendo políticos, perciben la migración como un peso para Estados Unidos.
“Un peligro, una amenaza y la razón es que estamos viendo un cambio demográfico desde 2000. Para 2040, este país se convertirá en un nación mayoritaria-minoritaria, todos los que no somos anglo vamos a ser mayoría”.
Una de las asistentes a la reunión, la venezolana Carla Bustillos, fundadora de la ONG Visión Democrática, dijo que parte del trabajo de las organizaciones y el propio gobierno federal es invertir recursos para frenar la xenofobia.
“La próxima etapa de la diáspora venezolana es entender que tenemos que integrarnos y aprender de otros migrantes latinos que tienen tiempo viviendo en Estados Unidos”.
“El venezolano tiene que aprender con los latinos que hacen vida aquí desde hace años, a integrarse y trabajar en forma conjunta”, agregó Larry Villegas Pérez, otro venezolano invitado al cónclave y quien se desempeña como gerente de Nuevos programas en la oficina de Derechos Humanos de la Alcaldía de Washington.
El trabajo de las ONG
Según Bustillos, la diáspora venezolana tiene 100 ONG registradas en Estados Unidos.
“El sector de ONG es robusto y es el que le tiende la mano al venezolano Tenemos una red familiar amplia, organizaciones culturales y de cortes pro democracia y social. El venezolano que llega aquí necesita ayuda porque viene a enfrentarse a una complejidad de normas y política impresionante”.
Los migrantes que cruzan la frontera y llegan a DC son recibidos en una primera instancia por la ONG española Samu First Response (Servicio de Asistencia Médica de Urgencias) en coordinación con la Oficina de Servicios del Migrante (Uscis, por sus siglas en inglés).
Además de brindarles atención médica, los trasladan a un Centro de Bienvenida (especie de oficinas de ayuda para personas sin hogar), donde organizaciones como Carecen, Visión Diáspora y Caridades Católicas les proveen un espacio para completar el proceso de admisión.
“Washington tiene como ley darle albergue a quien lo necesite, lo que pasa es que estamos rebasados”, dijo Abel Nuñez e informó que la ciudad de Nueva York debió elevar su cifra de capacidad en albergues de 80 a 200.000 personas (la mayoría de nacionalidad venezolana) en los últimos dos años.
Nuñez alertó de que una vez cruzada la frontera, el migrante venezolano, y de cualquier otra nacionalidad, depende básicamente de organizaciones civiles, familiares y amigos. “Aquí no hay programas de gobierno para atender al migrante una vez que está dentro de Estados Unidos”.
El director de Carecen sostuvo que el migrante venezolano carece de información sobre lo costoso que resulta vivir hoy en día en Estados Unidos y especialmente en ciudades como Washington.
“Hay una falta de educación de lo caro, difícil y duro que es este país. El sueldo promedio para vivir en Washington es de 120.000 dólares anuales. Considero que en este momento, la principal razón que impulsa al migrante a salir es el efecto copycat, la mayoría quiere ir a Nueva York. No hay ningún estudio serio que demuestre que el TPS o el parole humanitario fomenten la migración”.
A juicio de Villegas Pérez, quien también es defensor de los derechos LGBTQ, la comunidad de venezolanos que llegó a la capital estadounidense en autobuses provenientes de otros estados es relativamente nueva y aún debe adaptarse. “Yo lo comparo con lo que pasaron los centroamericanos, africanos, incluso los iraníes en los 70, se vino mucha gente de la noche a la mañana”.
“A Chicago llegaron 22.000 venezolanos en 2022, ¿qué ciudad enfrenta eso sin un diálogo entre el Gobierno y la sociedad civil?”, intervino Carla Bustillos.
De acuerdo a la activista, la respuesta gubernamental a la avalancha de migrantes se dio meses después gracias a la presión que ejercieron organizaciones de la sociedad civil. “El Gobierno no dio respuesta hasta meses después, necesitamos financiamiento federal para la ola migratoria”.
Motos frente a los refugios
A raíz de un reportaje en The Washington Post, que expuso el auge de los motorizados venezolanos en los servicios de entrega a domicilio en Washington, se empezó a especular sobre una especie de anarquía en las calles similar a la vivida en Caracas con los conductores de los vehículos de dos ruedas.
Villegas Pérez descarta esa tesis y también la de un supuesto aumento de la criminalidad.
“Es cierto que pasas de noche por un refugio y hay motos paradas al frente que pertenecen a venezolanos, la realidad de los servicios DoorDash y Uber Eat cambió con la presencia de venezolanos, muchos de ellos recibieron permiso de trabajo y arrancaron a trabajar como deliveries, otros no y entonces les pedían prestadas las motocicletas a quienes sí estaban autorizados, ahí comenzaron los malentendidos con quienes reciben el pedido porque no era la identidad del repartidor que estaba registrada en la APP, el estadounidense es muy delicado con eso y al parecer a muchos venezolanos eso les parece banal, además está el tema del idioma, es un problema que aún no se ha resuelto”.
El trabajador de la alcaldía capitalina aseveró que el venezolano en Washington ha hecho mucho emprendimiento por la vía legal, pero también de manera informal.
“La percepción es que el migrante viene a cambiar lo que es ser americano, aquí hay diferencias muy marcadas y en eso están entrando los venezolanos”, aportó Nuñez.
Villegas indicó que a medida que los venezolanos se vayan inmiscuyendo en la comunidad latina y extranjera tendrá acceso a más redes de ayuda. “Hay mucha gente que no se quiere identificar con la realidad de este país, muchos venezolanos quieren lograr cosas solo para su entorno y eso es errado”.
El estatus de los venezolanos dentro de EE. UU.
Claudia Sánchez, una abogada venezolana que trabaja en Carecen, explicó que el trámite de un asilo con un profesional de las leyes en Estados Unidos cuesta entre 12 y 15.000 dólares, además puede tardar décadas. “En Carecen solíamos hacerlo gratis, pero cada vez es más difícil conseguir fondos para ayudar a la gente”.
La abogada sostuvo que en suelo norteamericano hay miles de venezolanos esperando por asilo. De acuerdo a cifras manejadas por Carecen, en 2022, solo los venezolanos contabilizaban 585.000 casos de asilo pendientes.
“Aquí atendemos a quienes realmente tengan un caso, no cobramos nada por asesorarlos. No todo el mundo tiene la capacidad de mantener vigente su caso. Algunos pueden sufrir una deportación después de haber hecho vida aquí, por ejemplo, si alguien fue atacado por los círculos bolivarianos de Hugo Chávez, que ya no existen, su caso perdió fuerza”.
Sánchez indicó que otra gran cantidad de venezolanos en Estados Unidos tampoco puede optar por el TPS. “Para hacerlo es necesario haber entrado antes del 31 de julio de 2023”.
La abogada sostuvo que después de esa fecha han ingresado a la nación miles de venezolanos que se encuentran en una especie de limbo migratorio y por la escasez de opciones solo les resta recurrir al asilo.
Abel Nuñez sentenció que Trump estuvo cerca de suspender el TPS a los centroamericanos. “Porque eran países de mierda, literalmente así lo dijo”.
Sánchez también se refirió a quienes llegaron con parole humanitario y por medio de la App CBP One. “Son medidas temporales que dependen de decisiones gubernamentales, prácticamente nuevas y que desconocemos si un eventual cambio de administración pueda mantener o eliminar”.
A juicio de la abogada, el mayor escollo que enfrenta el venezolano es cuando no posee un pasaporte. “He tenido casos de venezolanos con TPS aprobados que los devuelven porque lo único que poseen es la cédula de identidad, pero para la oficina de Inmigracion estadounidense eso no cumple con el requisito de nacionalidad”.
La amenaza del cambio de política
Aunque el actual presidente Joe Biden adoptó una de las medidas más radicales en los últimos años al endurecer la política de peticiones de asilo en la frontera, activistas y defensores de derechos humanos temen que una victoria del ala republicana encabezada (hasta ahora) por el expresidente, Donald Trump acabe de una vez con la migración en Estados Unidos.
Biden firmó un decreto para deportar en horas a migrantes cuando la cifra de cruces supere las 2.500 por día en un lapso de una semana, cifra que no ha bajado desde la pandemia del coronavirus.
La retórica antimigrante de Trump es preocupante”, dijo Simón, otro venezolano en Carecen, que lleva casi una década esperando por asilo político. «Su proyecto 2025 significa que para esa fecha planea deportar a 11 millones de indocumentados”.
Nuñez señaló que durante el auge del COVID-19, Trump apeló al Título 42 para cerrar la frontera a los migrantes. “Pero dejó abiertas empresas y establecimientos comerciales, incoherente”.
A juicio de Simón, el magnate republicano (recientemente encontrado culpable en juicio hecho en Nueva York) regresa al ring electoral en tono de revancha.
“Todo está conectado en una misma narrativa de volver al pasado, de Make America Great Again, qué significa eso, que debemos regresar a cuando las mujeres no podian votar, los negros y latinos no tenían derechos, estaba prohibido ser homosexual o era penalizado el aborto en todos los estados”.
Carla Bustillos indicó que es perentoria una política de tolerancia y respeto al migrante que vive en Estados Unidos. “Incluso se podría desarrollar una estrategia en alianza con otras naciones para que este país no sea la única alternativa migratoria”.
Mientras anuncia que el meeting está llegando a su final, Abel Nuñez asegura que la economía estadounidense necesita a los migrantes. “El año pasado, los migrantes representaron 20 % de la fuerza laboral, casi todos los nuevos integrantes de la fuerza laboral nacieron fuera de Estados Unidos”.
Antes de despachar a sus invitados y mientras habla de extranjeros pasa frente a una fotografía ampliada de su compatriota, monseñor Oscar Arnulfo Romero, sacerdote defensor de los pobres y de los derechos humanos, asesinado por desafiar la desigualdad y la violencia de Estado en 1980, un año antes de la fundación de Carecen.