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jueves, 28 marzo, 2024

Un audio viral marcó el final de dos jóvenes involucrados en protestas

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Aunque los unía el mismo apellido, Luis Enrique y Eduardo Ramos no eran familia, pero sí amigos y vecinos del sector Calicanto en Carora. Ambos fueron involucrados en protestas en un audio que se hizo viral en pocas horas, el 23 de enero, día cuando iniciaron las manifestaciones en Venezuela, convocadas por Juan Guaidó.

La voz de un supuesto miembro de una banda delictiva hacía una advertencia: “Vamos a acabar con esa alcaldía […] va a salir candelilla, vamos a salir todos los combos de la Chalét, el combo de Cabeza ‘e piña […] vamos a acabar con ese gobierno; hoy se toma Carora”.

Uno de los hermanos de Luis Enrique Ramos Suárez le preguntó sobre ese audio y él le respondió que no tenía nada que ver con eso.

“Hay pruebas donde él conversa con el chico de la nota de voz, quien le pide disculpas”, asevera.

Estas disculpas llegaron tarde. Otro audio circuló al día siguiente, el 24 de enero, pero esta vez no se hizo viral. Era la misma voz que decía que todo había sido una broma.

“… qué pena con esa gente de Carora, con esa gente que nombré por ahí, eso era un chalequeo, mi hermano, quiero que rieguen esta nota, que llegue a los colectivos, que llegue a la Guardia Nacional, que llegue a toda esa gente […] Ahí no hay gente de Calicanto, ahí no hay nada, nadie va a hacer nada, eso es pura mentira”, se escucha en el segundo audio.

La aclaratoria no evitó que a las 3:30 de la tarde, aproximadamente, Luis Enrique estuviera muerto. Dos horas después, Enrique Ramos también.

Fueron asesinados por funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (Faes) en supuestos enfrentamientos, según establecen las reseñas realizadas por las autoridades, las cuales fueron ratificadas por Kleyder Ferreiro, secretario de Seguridad y Orden Público del estado Lara, quien en rueda de prensa afirmó que hubo resistencia a la autoridad.

“¿A quiénes identificaron en el audio? a miembros de bandas de delincuencia organizada que operan en el municipio Torres, que son ampliamente conocidos, que no se hicieron conocidos por el audio, se hicieron conocidos por todas las actividades delictivas que han desarrollado en Torres”, dijo Ferreiro.

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“Malditos ¿No querían libertad?”

Cuando las Faes llegó a Calicanto acordonaron la zona alrededor de la vivienda de Luis Enrique Ramos (29 años), quien se encontraba en la casa con sus padres, hermana y sobrinos. Lo sometieron en piso, donde permanecía arrodillado y con las manos hacia atrás. La familia y los vecinos fueron testigos presenciales de este hecho.

A sus padres los golpearon, apuntaron con las armas a los niños y amenazaron a la hermana. Una de las frases que repetían los hombres de negro y pasamontañas era “malditos, no querían libertad, salgan pues”, mientras arrastraban a los miembros de la familia Ramos hacia afuera de la vivienda.

No llevaban orden de allanamiento y cuando los integrantes de la familia Ramos se atrevieron a preguntar, les respondieron: “denunciame si quieres, pero yo soy la ley”.

A Luis Enrique le decían “Cabeza de Piña”, el supuesto cabecilla de la banda delictiva que “acabaría con la alcaldía de Torres”. Sus familiares explican que el apodo venía de niño, por su cabello liso y el corte que le hacían en esa época.

Aunque Kleyder Ferreiro, secretario de seguridad y orden pública de la gobernación del estado Lara, afirmó que era un delincuente peligroso, no existe registro policial que revele algún antecedente penal para Luis Enrique Ramos.

“Si tuvo una pelea con mi hermana años atrás y ella lo denunció. Una pelea de hermanos que al final resolvieron. Pero eso de que era un azote de barrio y cabecilla de una banda, es totalmente falso”, dijo otro de los hermanos Ramos.

Luis Enrique era jugador de los equipos de baloncesto y fútbol de la localidad. Cuando Henri Falcón era gobernador de Lara, él se encargaba de recibir los balones y otros implementos que entregaban desde esta institución pública, para repartirla entre los jóvenes del sector Calicanto. Por esa razón había roces con los integrantes del consejo comunal.

“¿Protéstabamos? sí, cada vez que podíamos íbamos a las marchas. Somos opositores, más no políticos”, relata uno de los familiares de Luis Enrique.


Identificado por una videollamada

“Positivo”, así respondió una persona a través de una videollamada cuando los funcionarios de las Faes mostraron el rostro de Luis Enrique, quien permanecía sometido en el piso de la vivienda de sus padres, en Calicanto, en el sector Jacobo Oropeza de Carora, municipio Torres del estado Lara.

La tensión que se vivía en los alrededores crecía y los rumores empezaron a correr. Uno de los hermanos de Luis Enrique supo lo que estaba pasando, porque su hermana logró llamarlo apenas la sacaron arrastrada de la vivienda con sus hijos.

“Llegué lo más rápido que pude, no me dejaban pasar. En ese instante escuché unos disparos. Pensé lo peor”, rememora con lágrimas un hermano de Luis Enrique.

La comisión de las FAES que llegó a Calicanto, fue vista minutos antes cuando salía de la sede de la alcaldía del municipio Torres, una denuncia que también fue realizada por los habitantes de El Tocuyo, en un suceso similar ocurrido el 25 de enero, cuando afirmaron que los funcionarios que asesinaron a tres jóvenes de esa localidad, salieron de la casa de la alcaldesa del municipio Morán.

Otro patrón repetido fue el robo de dinero, ropa, zapatos, medicinas, comida y teléfonos celulares de la vivienda, por parte de los funcionarios antes de retirarse del sitio del suceso.

Ramos Suárez fue trasladado al Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de la comunidad, donde falleció producto de dos impactos de bala en el tórax, una coincidencia que se repite con casi todos los asesinatos en manos de las Faes.

“En [las protestas] del año 2017 salieron militares heridos por armas de fuego, policías heridos, emplearon bombas molotov, emplearon artefactos artificios pirotécnicos de uso recreativo, modificados para causar daños y lesiones y allí la capacidad de respuesta de los cuerpos policiales muchas veces se vio superada… ¿en ese determinado momento se puede utilizar el Faes? claro que sí”, declaró Kleyder Ferreiro sobre las recientes actuaciones de este cuerpo especial de seguridad.


Tres niños huérfanos

Luis Enrique deja en orfandad a tres niños, por quienes se había ido  a trabajar a Colombia, para así ofrecerles un mejor presente y futuro. Su hija mayor tiene 10 años y los varones tienen ocho y dos años, respectivamente.

El 25 de enero, un día después de su asesinato, se iba a regresar al país vecino para continuar con el comercio de zapatos, pero sus planes fueron truncados.

Era músico y tocaba en la iglesia, por eso tantas personas acompañaron el cortejo fúnebre en Carora, el cual se topó con un cabildo abierto que se celebraba en la ciudad, donde fue aplaudido por todos los presentes y despedido entre vítores.

“Reiterativamente lo hemos dicho, si usted es delincuente, le llega el Faes, entréguese, no se enfrente, porque no va a poder ganar ese enfrentamiento”, advirtió Kleyder Ferreiro, antes de finalizar la rueda de prensa que ofreció sobre estos casos.

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“Candelilla”

Eduardo Ramos escuchó lo que había ocurrido en la vivienda de Luis Enrique y quiso saber cómo estaba su amigo, por ello se dirigió hasta el CDI. Ya el cuerpo lo habían trasladado a la morgue del Hospital Pastor Oropeza de Carora.

Después de conocer el trágico desenlace, caminaba de regreso a su casa con otra persona y a mitad de una calle los abordan desde un vehículo Ford Fiesta, color negro sin placas.

De allí se bajan funcionarios de las Faes, revisan la identidad de Eduardo y desde adentro del carro otro sujeto con uniforme grita: “móntalo”. Eran las 5:30 de la tarde, aproximadamente.

Una hora después, Eduardo estaba muerto, supuestamente por resistencia a la autoridad en un callejón de Calicanto, cuando “se enfrentó a las Faes”, a pesar de que los testigos vieron cuando estos hombres se lo llevaron en un vehículo sin placas.

En la minuta policial se lee que Eduardo Ramos era el supuesto “Candelilla”, otro de los sujetos nombrados en el audio viral donde amenazaban con tomar la alcaldía del municipio Torres.

“Eso es mentira, a él nadie le decía así. En Calicanto al único que le dicen candelilla es a un señor mayor, quien huyó junto con su familia por el temor de que algo malo les pudiera pasar”, afirma un familiar de Eduardo.

Según la minuta policial, Eduardo Luis Ramos tenía un registro por lesiones personales, con fecha del 10 de mayo del año 2011 y un segundo antecedente por comercio de sustancias estupefacientes y psicotrópicos, del año 2008.

“Así hubiese sido el peor delincuente, no hubo juicio, no tuvo derecho a la defensa… nada, lo ajusticiaron, como si aquí existiera la pena de muerte. Violaron la ley y los derechos humanos”, replican los familiares.


Tiro en el pecho

Eduardo Luis, tenía 30 años, vivía en Caracas y llegó el 30 de diciembre de 2018 a Calicanto, después de cuatro años sin poder estar con su familia. Trabajaba como taxista en el centro comercial Buenaventura, en la capital del país.

Lidia Ramos, madre de Eduardo, cuenta que su hijo creció junto a Luis Enrique y cuando estaban en el pueblo siempre se reunían. Por eso, al conocerse sobre la llegada de las Faes a la casa de Luis y su traslado al CDI, Eduardo quiso saber de su amigo.

Sus familiares supieron de la detención arbitraria y desaparición forzosa de Eduardo Ramos a través de los testigos que vieron cuando se lo llevaron en el vehículo negro sin placas.

“Como en Carora no hay sede de las Faes, fuimos hasta la sede del Cicpc, pero nos dijeron que ellos no pertenecen a ese grupo. Me voy a la morgue, donde estaban los familiares de Luis y nada. Volví al Cicpc y al ver los rostros de los funcionarios cuando me vieron llegar, supe que Eduardo estaba muerto, volví de inmediato a la morgue”, narra un familiar.

Reconocieron el cuerpo, sus familiares solo le vieron un disparo en el pecho. Estaba al lado del cadáver de Luis Enrique, a quien le observaron, además de los tiros en el tórax, golpes en todo su cuerpo.

“Un PTJ nos explicó que Eduardo se había enfrentado a la comisión del Faes en una vereda, cerca de la casa”, declara el familiar.

Los cadáveres fueron trasladados a Barquisimeto, a la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda, para la realización de la autopsia de ley.

“De regreso el cuerpo de Eduardo estaba muy descompuesto, allá no había cavas y tampoco lo habían preparado para el funeral. El señor de la funeraria me llamó para mostrarme cómo le salía, como si fuera por los poros, aceite de carro, no sabemos por qué”, explica otro familiar.

Eduardo Ramos deja huérfana a una niña con condiciones especiales, que cumplió siete años el pasado 20 de febrero. Vive en Caracas con su madre.


Consejo comunal

Una semana antes del asesinato, Eduardo tuvo una discusión con el esposo de “Laurita”, como se conoce a la representante del consejo comunal de Calicanto, quien tiene su residencia en la zona donde ocurrieron los asesinatos.

“Vino un cisterna y estaba llenando a la mitad los tanques de los vecinos, pero a la casa de donde vive la dirigente del consejo comunal y a sus amigos sí le llenaban el tanque completo. Mi hijo se molestó y les fue a reclamar, incluso se subió a la cisterna hasta que llenaran todos los tanques”, narraron.

La señora Lidia también había discutido con la misma persona, porque en una oportunidad no quiso firmar unos papeles que llevaron casa por casa, para la venta de carne a la comunidad.

“No, vivimos en democracia, si yo no quiero firmar no lo hago… igualito yo no como por las bolsas del Clap, si no me las dan yo no me preocupo por eso”, le dijo en esa oportunidad a los representantes del consejo comunal, quienes han negado su participación en los hechos.

Ambas familias piden justicia y que se limpien los nombres de sus hijos, aunque no ocultan que sienten temor por sus vidas.

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