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jueves, 28 marzo, 2024

De Diáspora Emprendedora a Venezuela Emprendedora: Sin certezas, pero con confianza

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La certeza…vivimos buscando certeza. En el amor, en el trabajo, en nuestras finanzas, en la salud. Es lógico, ya que a nadie le resulta agradable pisar arenas movedizas, a nadie le gusta sentir el vacío abismal que genera la incertidumbre.

No saber qué vendrá nos deja indefensos, y con muchas dudas, y éstas resultan letales para los seres humanos, son nuestras enemigas.

Sin embargo creo que no existe mayor certeza que la duda, no existe mayor seguridad que la incertidumbre, no existe nada más inevitable que el cambio.

En lo particular, siempre he sido una obsesionada de encontrar la seguridad y la certeza, el esquema y el orden. Pero con el tiempo he tratado de usar esto a mi favor, buscar la manera de canalizarlo en lo realmente efectivo, y liberar la necesidad de tener esos factores de “seguridad” en la mayoría de los aspectos de la vida que no dependen estrictamente de mí, esos que son parte de la improvisación cotidiana, de la rutina sin esquemas, del día a día. Los que sutil, y estrepitosamente conforman la vida finita.

Aprender a encontrar la certeza en nosotros mismos, en lo permanente y flexible. Aprender a encontrar la certeza del amor, en el amor propio, porque nadie nos pertenece, la certeza de nuestro bienestar más allá de nuestro entorno, regalarnos momentos esenciales, ser conscientes de que cada respiración es una nueva oportunidad.

Con este artículo finalizo mi columna “Diáspora Emprendedora”, la cual comencé hace once meses, y que me llevó a conocer a excelentes personas y proyectos alrededor del mundo. Seguiré escribiendo en esta casa virtual que es “El Pitazo”, pero ya no como diáspora, seguiré apoyando y contando las historias de emprendedores dentro y fuera del país, pero ahora con una visión distinta porque estoy en Venezuela. Y como decía en mi primer artículo: “Todo depende del cristal con que se mire”, y yo decidí desde hace mucho tiempo mirar el vaso medio lleno, mirar la vida en una escala de grises que no acepta totalidades, ni “nuncas”, porque para mí no es blanco y negro, es gris con matices de arcoíris, porque para mí no hay verdad absoluta, ni juicio final.

.Por eso estoy convencida que en tiempos de tanta incertidumbre y agobio, en donde vivimos buscando la seguridad permanente, la única certeza es que mucho depende de nosotros, y otro tanto no… por ejemplo yo elijo abrir la ventana ver mi montaña y encomendarme a ella, yo decido salir a correr, a rodar en la bici, porque es mi forma de ordenar mis ideas y encontrarme frente a frente conmigo, soy yo la que en medio del caos decido resolver, actuar, trabajar y arroparme en mi familia, en mis afectos, llorar la distancia de muchos seres queridos, y reír en la cercanía…mi única certeza es que en medio de la incertidumbre y el miedo también me permito quebrarme.

No sé si a esta pesadilla que se llama régimen y se apellida dictadura le queda mucho o poco tiempo, solo sé que estamos transitando un camino que no tiene retroceso, que puede ser más largo y oscuro, y que solo se gana aceptando que es una carrera de fondo, en donde es necesario resistir y también quebrarse, que vale reconocerse vulnerable, pero que siempre tenemos el deber de ver las oportunidades, de intentarlo una vez más.

No es obviar la realidad, es en medio de la oscuridad caer y recomponerse, persistir y reconocer que tenemos la opción de seguir viviendo, trabajando y luchando.

Afiancé esta convicción el jueves 14 de marzo cuando puede ver a mi compañero de trabajo Luis Carlos Díaz en la radio, acababa de ser excarcelado y en medio de la tragedia que vivió y vive, nos regaló a todos una sonrisa, y palabras de agradecimiento. Si ante la humillación y la fragilidad, el ser humano es capaz de sacar una sonrisa, significa que no todo está perdido, que por más que las fogatas ardan, y que quieran disminuirnos a cenizas, el poder del amor, la honestidad, y el respeto, que habitan en la mayoría de nosotros, sobrevive, y renace del polvo como el ave fénix.

No podemos hacer otra cosa que seguir tercos, y seguir viendo todas las posibilidades, todas las alternativas y todas las soluciones.

Insisto mi única certeza es que queda mucho por contar, la vida siempre nos sorprende, para bien o para mal, pero en cualquiera de los casos tenemos la oportunidad de decidir cómo afrontar las cosas, y aprender o no de ellas…por aquí seguiremos en el camino, ahora ya no como diáspora sino como “Venezolanos Emprendedores”.

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